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Julio Meléndez, el inmortal

En abril del 2016, un tuit lo dio por muerto. Un año después, Julio Meléndez, el defensa más elegante que ha tenido la selección peruana, promete partir con el anuncio divino de una clasificación al Mundial.

“Me acaban de informar que Julio Meléndez Calderón ha fallecido. Un caballero fuera de las canchas que tuvo gran éxito en Boca Juniors. ¿Qué le ha pasado?… Me están averiguando. Paro cardiaco”, informa el periodista Aldo Mariátegui en vivo a través de Radio Capital. Son las 11:48 de la mañana del 22 de abril del 2016. Diez minutos después, Canal N afirma lo mismo. En las televisoras buscan material para un especial del ‘Negro’. En la radio van por su última entrevista. En las redes sociales se vuelve tendencia. Las webs deportivas lo ponen en portada, también el diario El Comercio. “Julio Meléndez, excrack de la selección, murió a los 74 años”, titula un noticiero. La Federación Peruana de Fútbol y Boca Juniors dan el pésame.

Vuelve a tomar vigencia el video donde el expresidente Francisco Morales Bermúdez le pedía la camiseta para ponérsela y cantar el himno nacional en el Estadio Nacional tras el memorable triunfo ante Chile en las Eliminatorias al Mundial Argentina 1978, uno de sus últimos partidos con la franja roja en el pecho. El blanco y negro se vuelve tecnicolor. Héctor Chumpitaz se pone a llorar en plena llamada de Radio Exitosa recordando a su excompañero en la zaga de la selección peruana. La vorágine de la noticia en su apogeo.

Pero hay algunas personas que no lo creen, ni familiares ni algunos amigos más cercanos. El exfutbolista Miguel Rebosio manda a que lo busquen en su casa, pero solo ladra el perro. Le dicen que está en Estados Unidos. La distancia abre una ventana de esperanza. Los minutos pasan y la noticia cambia de estado: de primicia a un rumor publicado.

Si bien la noticia se hizo pregón a través de Radio Capital, el inicio ya parece difuso. ¿Todo arrancó con el tuit de un periodista? Eso es lo que se comenta en las redacciones. ¿La información la dio un familiar lejano? Nadie lo sabe. El silencio se vuelve cómplice. Y los minutos pasan. ¿Está confirmado? ¿Es acaso verdad? ¿Julio Meléndez está muerto?

El celular de Vanessa, hija de Julio Meléndez, ha sonado más de 150 veces mientras su papá está sentado, observándola sin saber lo que pasa. La paz ha sido perturbada con insistentes llamadas preguntando lo mismo: “¿Está vivo?”. Se lo pregunta Héctor Chumpitaz, el capitán de América, que no puede creer que su dupla perfecta en defensa no haya logrado evitar esa falta mortal. Tampoco el ‘Nene’ Cubillas, que tiene un deja vu con 1975 y lo ve orgulloso con la blanquirroja, cantando el himno con la mano en el pecho. Muchos no habían nacido para ese año la última vez que Perú ganó la Copa América. Tan pronto no se puede morir la ilusión. Lo llama Mauricio Macri, actual presidente de Argentina y exmandamás de Boca Juniors, para preguntarle si necesita algo. El cajón iba a ser azul y oro. Iba a ser, pero no fue.

La muerte de Julio Meléndez en las redes sociales duró 87 minutos. Lo que casi dura un partido de fútbol. ORIANA LERNER/REVISTA SUDOR

Hay mil maneras de morir. En un confuso accidente de tránsito, por una larga enfermedad, de un paro cardiaco, en pleno sueño o a causa de un tuit. En menos de 140 caracteres te pueden asesinar sin siquiera haber disparado una pistola o derramado una gota de sangre. Esos son los nuevos poderes de la tecnología. El crimen puede ser perfecto porque las huellas (y tuits) pueden ser borrados. Ahora casi no hay ni rastros de cómo empezó esa noticia que nunca fue.

Todos pensaron que Meléndez estaba muerto. Todos menos sus familiares y algunos amigos que se quedaron en la primera fase del duelo según el modelo de Kübler-Ross: la negación. No creerlo hasta verlo, necesitar pruebas fehacientes para avanzar al siguiente paso. El corazón del ‘Negro’ sigue latiendo, la sangre sigue bombeando, el aire se mantiene puro y su voz firme.

“Estoy vivito y coleando”, es lo primero que declara a Radio Capital a la 1:05 de la tarde.

“Toda la familia se ha venido a la casa de mi hija, en la que tengo un mes, y me alegro de que estén preocupados por mi salud, pero estoy extraordinariamente bien, estoy como si fuera a volver a jugar. No sé quién ha dado esa noticia”, dice. La llamada no es del más allá, sino de Miami. Julio Meléndez se une a la lista de celebridades dados por muertos vía Twitter. Madonna, Jackie Chan, Miley Cirus, Justin Bieber, Morgan Freeman, Luis Miguel, Macaulay Culkin y Melcochita ya saben lo que es resucitar sin siquiera haber fallecido.

Estar vivo y muerto a la vez es una dimensión paralela a la que solo te pueden llevar las redes sociales. Julio Meléndez no es un holograma. Tampoco un fantasma. Es el defensa más elegante que tuvo la selección peruana, uno de los pilares del equipo de Marcos Calderón su tío cuando todavía se podía cantar “Perú campeón”. En un puesto donde suelen utilizar pico y pala los obreros de un once que busca construir victorias, el ‘Negro’ se ponía frac para salir jugando. Un zaguero con alma de volante creativo. Pureza acompañada de rebeldía.

El líder de la defensa de esa selección, Héctor Chumpitaz al que todos sus excompañeros todavía llaman capitán tiene un flashback y retrocede hasta un amistoso frente a Chile. Él no puede estar porque debe jugar la Copa Libertadores con Universitario. En su reemplazo convocan a Meléndez y brilla a tal punto que es contratado por Boca Juniors.

La muerte ha acompañado a Julio Meléndez en los años más recientes. Primero lo alejó de Rina, su esposa, luego de su hijo Carlos.  ORIANA LERNER/REVISTA SUDOR.

“Cuando hablamos me dice que jugó en Argentina por mí. El ‘Negro’ me decía ‘Frito’ por mi color de piel, pero yo le respondía que él estaba más frito”, cuenta ‘Chumpi’.

Pasó cuatro años en Boca Juniors donde marcó época por su estilo, hasta le crearon una frase que la coreaba la barra xeneize. “Es el peruano y su ballet”, rugía la Bombonera. En un país donde están acostumbrados a jugar con los dientes apretados, el ‘Negro’ siempre estaba claro en las salidas. Tiene un lugar especial en el museo boquense. Los hinchas más veteranos recuerdan algunas anécdotas como cuando fue expulsado en el Monumental porque detuvo a Óscar Más, veloz delantero de River Plate, agarrándolo de la pierna. Lo que normalmente hubiera terminado en insultos y en el clamor popular de la expulsión, acabó con el árbitro dándole la mano, señalándole la salida sin mostrar la tarjeta y con el público aplaudiendo.

Bicampeón en el ‘69 y ‘70 fue la columna vertebral de un Boca aplastante. Integra, cómo no, el equipo ideal de todos los tiempos como zaguero central. Lo que le faltó al ‘Negro’ fue jugar un Mundial con Perú. Alfredo Di Stéfano, excerebro del Real Madrid y en esa época técnico de los xeneizes, le sugirió que no juegue por la blanquirroja. “Mirá que las Eliminatorias son con Argentina y si por ahí cometés un error a favor o en contra te puede costar la carrera. Perú tiene un equipazo y no les vas a hacer falta”. La selección peruana borró a los albicelestes del único Mundial de la historia en el que no participaron: México 1970.

Todos reconocen a Meléndez por su barrio y le pasan la voz cada vez que lo ven, como el héroe que se ha ganado el derecho a la inmortalidad.

“Esa noticia fue un daño terrible. No averiguan y fueron sensacionalistas. Me estaba haciendo chequeos en Estados Unidos, pero yo estoy para jugar para un equipo y también para la selección”, afirma Meléndez en la puerta de su casa en La Perla.

Prefiere la entrevista en la calle. Tras lo ocurrido, los periodistas somos siempre, pero sobre todo ahora seres de los que hay mantener prudente distancia. Es alto, cojea un poco, y luce, a la antigua usanza, una metálica sonrisa dorada. Juega con su perro y mira el horizonte recordando ese episodio imborrable.

“Si denuncio a los que dijeron eso, recién cuando muera ganaré el juicio. Estaba en Miami, estaba con mis hijas y una de ellas me dice qué pasa, te están dando por muerto. Horas después me llamaron. Mi familia estaba muy preocupada”, señala.

No se le ven muchas canas para tener 74 años.

“No pienso en la muerte, yo estoy con Dios. Uno no muere en la víspera. El gato tiene siete vidas, ya me quitaron una a mí”, bromea Meléndez.

Alarmados en Boca Juniors por la noticia de su muerte, el expresidente del club xeneize, Mauricio Macri, se dispuso a comprar su cajón con los colores azul y oro. ARCHIVO/REVISTA EL GRÁFICO.

El ‘Negro’ se fue a Canadá por un contrato para jugar en Segunda división y terminó en Estados Unidos donde echaron raíces sus cinco hijos. Tres hombres y dos mujeres. Ahora vive solo en el Callao, aunque los vecinos lo tratan como si fuera parte de la familia. Sus hermanos le van a dejar comida. Se llaman seguido. Puede tener la sensación de estar rodeado de gente, pero a Julio Meléndez no le gusta viajar a Estados Unidos: todos se van a trabajar y se queda sin compañía en la casa de alguno de sus hijos. Además, estar a miles de metros de tierra firme, cada vez que sube a un avión con rumbo a Norteamérica, le recuerda su miedo a las alturas por eso prefiere no ver por la ventana. Saber que está sobre el mar le hace acordar que no sabe nadar. Esa es una de sus cuentas pendientes. Sí, hasta Julio Meléndez las tiene.

Nadie quiere morir, tampoco aprender a vivir sin personas que siempre estuvieron allí. Las pérdidas siempre son difíciles de procesar. Hace dos años falleció su madre, Guillermina Calderón. Hace cuatro murió su hijo Carlos a los 34 años y también Rina Córdova, su esposa, y en la mirada de Julio Meléndez se trasluce el dolor que se termina convirtiendo en resignación, en aceptación. En todo viaje siempre hay turbulencia. Hay que agarrarse fuerte y pensar que todo estará bien.

Héctor Chumpitaz está por meterse a bañar cuando su esposa le dice que no verá más al ‘Negro’. Nada tan frío como esta noticia. El ‘Granítico’ como lo llaman los viejos periodistas queda hecho polvo y termina quebrándose. Pero él no cree por completo y levanta el teléfono para llamar al ‘Pato’ Cabanillas, a Miguel Rebosio, esa camada de exfutbolistas de generaciones posteriores, pero igual de compinches. Le dicen que está en Miami, que es una falsa alarma. Escucha su voz y siente que su ritmo cardiaco vuelve a la normalidad.

“Algún familiar suyo pudo morir con la noticia”, se queja ‘Chumpi’ y cuenta que ‘Puchungo’ Yáñez y el ‘Conejo’ Rebosio lo fueron a esperar de luto a su regreso de Estados Unidos como parte de una broma.  

Rebosio estaba en el reality televisivo Combate cuando se enteró de la noticia. Preso de la desesperación, mandó a sus familiares a que lo busquen en su casa. Solo ladraba el perro. Oportuna, una vecina le contó que estaba en Estados Unidos.

“Don Héctor (Chumpitaz) no se quería levantar de la cama hasta que hablara con su hija o con el mismo Julio. Hablé con ella y me contó que estaba bien”, dice.

El ‘Conejo’ brincaba desde niño en el mismo barrio que el ‘Negro’: la 9 de Miro Quesada con Atahualpa en el Callao. Y aprendió lo que es atravesar por el proceso del duelo cuando la madrugada del 2000 falleció Sandro Baylón, aquel zaguero de Alianza Lima que tenía todo listo para marcharse al Werder Bremen de Alemania, pero que la muerte le reservó otros planes.

“Ese fue el primer golpe. Me sorprendió mucho. Felizmente esto de Meléndez fue una noticia falsa”, apunta Rebosio por teléfono.

El actor estadounidense Denzel Washington, hace unos meses, consultado sobre el papel de los medios de comunicación en la actualidad tras el rumor de que apoyaba la candidatura del magnate Donald Trump, lanzó un discurso sobre el hervidero de noticias falsas, en la era de la llamada post-verdad. “Si no lees periódicos no estás informado, si los lees estás mal informado. ¿Cuál es el efecto de tener demasiada información? Uno de ellos es la necesidad de ser primero sin necesidad de que sea verdad. ¿Cuál es la responsabilidad que todos ustedes tienen? Decir la verdad. No solo ser los primeros sino también decir la verdad. Ahora no les importa quién sale herido, a quién destruyen, no les importa si es verdad. Solo dilo, véndelo. En cualquier cosa que practiques serás bueno, incluso haciendo basura”, dijo y luego echó una carcajada liberadora.

La muerte no ha sido ajena para una generación que pasó a la inmortalidad. Después de la desaparición de José Gonzáles Ganoza y Marcos Calderón a causa de la tragedia del Fokker en 1987, los miembros de esa camada de futbolistas, que lograron las primeras clasificaciones a un Mundial por mérito propio y el título de la Copa América 1975, se empezaron a morir. Porque así es el orden de la vida. Porque hasta los inmortales se mueren. Alberto Gallardo (2001), Lucho Cruzado (2013) y Nicolás Fuentes (2015) ya no juegan más en la Peña de los Jueves, ese improvisado club de viejas glorias que suena al “Perú campeón” de Augusto Polo Campos. Otros más le seguirán los pasos. Pero sus ausencias harán más imperecederos sus nombres. 

El 11 de abril el Negro Meléndez cumplirá 75 años y lo último en lo que piensa es en morirse. ORIANA LERNER/REVISTA SUDOR.

Cuando alguien muere, pierde la capacidad de dar un testimonio de lo que pasó. De si hay una luz, de si hay paz en ese momento. El parapsicólogo Félix Rivera Torres asegura, por experiencia propia, que se puede volver de la muerte, que esa carretera no tiene un solo sentido.

Para el sacerdote jesuita Víctor Miranda, la muerte no tiene la última palabra. La fe católica invita a creer en la resurrección aunque esto no signifique revivir sino llegar a un estado de gracia. Se puede trascender mediante las acciones, dando un ejemplo que luego se replica. Uno no solo está vivo por respirar sino porque marcó a otras personas.

El hinduismo acepta que la muerte es parte de la vida y que es solo un paso hacia la reencarnación, hacia otra vida en este mismo mundo. Por eso se incineran cadáveres a orillas del Ganges, río de la India que fluye hacia la vida eterna. Creen en el karma: si eres bueno reencarnarás en un cuerpo y una vida mejor. Si eres mezquino, sufrirás las consecuencias en la siguiente, en la que de repente ni eres humano.

En las redes sociales, en cambio, no se cree en nada, ni en nadie. Y por eso se mata con facilidad. Julio Meléndez es católico y evita pensar en la muerte. Tuvo cataratas hace un tiempo, pero una operación le ha permitido seguir viendo claro. Hincha de la selección, regresa a menudo a 1975, año del título de la Copa América, y da una receta que parece tener ingredientes mágicos aunque suenen tan simples: “Nadie daba un medio por nosotros, pero salimos ganadores. Éramos humildes y nos dábamos íntegros. Salíamos a la cancha con fe”. Medita unos instantes y luego deja una sentencia que hace pensar en que aún estará mucho tiempo más. Quizá siempre.

“Me voy a morir cuando Perú vaya a un Mundial”, promete Meléndez.

De repente ser inmortal sí es posible.

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2 comments
  1. No solo es grato saber que el tio Melendez esta como Dios manda, tambien leer un medio que presents futbol a manera de cronica es refrescante ante tanta “primicia” y marketing…

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