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¿Y si Gareca fuera zurdo?

En esta nueva entrega del multiverso deportivo, un travieso dios ‘sudoroso’ hace de las suyas al convencer a Ricardo Gareca de que el secreto del éxito está en siempre preferir la izquierda. Siguiendo esa consigna, el cabalero técnico de la selección asumirá una militancia que guiará sus acciones tanto fuera como dentro de la cancha.

Sin lugar a duda, el técnico de la selección peruana, Ricardo Gareca, se ha convertido en uno de los personajes más populares de nuestro país gracias a los extraordinarios resultados que ha cosechado con la Blanquirroja. Su performance con ‘el equipo de todos’ ha sido tan sobresaliente que incluso los hinchas más ‘progres’ le han perdonado que tenga una postura política sumamente conservadora.

La simpatía del ‘Tigre’ por ideas o agrupaciones religiosas o políticas de la derecha más populista es sumamente conocida, pero a pocos parece importarle porque no parece influir en las decisiones que toma en la cancha. Sin embargo, las posturas políticas pueden cambiar. Hay días en que un travieso dios sudoroso no se puede aguantar las ganas de modificar la línea temporal cambiando la tendencia de un técnico cabalero. Toda una carrera se puede ver transformada por el capricho de una inquieta divinidad.

Estamos en 1972. El niño Ricardo juega al fútbol con sus amigos del barrio de Tapiales en la provincia de Buenos Aires. Como es flaco y larguirucho lo mandan siempre al arco. Pero su sueño es ser delantero y lo cierto es que no lo hace mal. Las contadas veces que lo dejan salir de la portería, domina la pelota con prestancia y hasta define bien con ambos pies. Una tarde de junio, un desconocido funge de único espectador del picado que Gareca juega con sus amigos. Esta vez le han permitido jugar adelante y le ha ido bien. Ha anotado un par de goles que han servido para que su equipo se alce con la victoria. Al concluir el encuentro, el anónimo espectador se le acerca para compartir unas palabras.

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—Mirá, pibe, jugás muy bien. Pero dejame darte un consejo. Veo que definís con ambos pies. No hagás eso. Siempre con la zurda, pibe. La izquierda siempre, haceme caso y verás que la vas a romper…

Antes de que Ricardo pueda responderle, aparece su padre quien se apura en llevarlo a casa. Ya en el hogar, el señor Gareca le advierte de no volver a dirigirle la palabra a ese sujeto. “Es uno de esos guerrilleros peronistas. Uno de los que le han declarado la guerra a la dictadura. Hay que tener cuidado”, le explica. El pibe promete no volver a interactuar con el montonero, pero se queda pensando en el consejo que le dio. “¿Y si pruebo solo con la zurda?”, se pregunta. En el siguiente picado despejará la duda.

Su buena performance del partido anterior ha provocado que lo ubiquen en la delantera desde el arranque. Ricardo está decidido a no desperdiciar la oportunidad. Cada vez que recibe el balón cerca del área se acomoda para definir con la izquierda. El resultado termina siendo impresionante: las clava todas. El picado termina 10 a 5. La decena de goles de su equipo son de su autoría. La voz se corre en el barrio. Los Gareca tienen a un niño prodigio. Ricardo y su padre saben cuál es el siguiente paso que tienen que dar. El fútbol profesional es el destino natural.

El señor Gareca decide inscribirlo en las divisiones menores del Boca Juniors. Pese a que Ricardo es un hincha declarado del Velez Sarsfield no ve con desagrado unirse al cuadro xeneixe. “Es el equipo del pueblo”, dice para sus adentros. En las divisiones menores del cuadro bostero se destaca. Su potente zurda le permite hacerse un nombre en el equipo. Es la gran figura de los juveniles argentinos, solo superado por otro zurdo que la rompe en Argentinos Juniors, un tal Diego Armando Maradona. Pero durante esos días de entrenamiento en la cantera del cuadro del barrio de La Boca no será su juego lo único que desarrollará.

A medida que va creciendo como futbolista, las palabras del guerrillero resuenan con más fuerza en la cabeza de Ricardo. “La izquierda siempre” es un mantra que le ha funcionado en la cancha y que piensa que podría servirle fuera de ella. Por esos años, es testigo del ascenso y caída de los Montoneros. La vuelta a la clandestinidad del movimiento guerrillero y la llegada al poder de una dictadura de extrema derecha terminan reforzando sus ideales de izquierda. Por momentos, se le cruza por la cabeza militar, pero la pasión futbolera puede más. Debutar con la azul y oro en el 78 es el suceso que termina convenciéndolo de que lo mejor es desarrollar su activismo dentro del gramado.

Las primeras temporadas en Boca no resultan ser las mejores. Enterarse de las atrocidades que comete la junta militar le impide concentrarse en su juego. Siente que su zurda se ha debilitado, que ya no le rinde como antes. Debido a su bajo rendimiento, en el 81 lo prestan a Sarmiento donde empieza a recuperar el brío. Jugar en un cuadro del interior lo hace sentirse reconectado con el pueblo. Recupera la memoria y vuelve a meter goles con su potente zurda. Por sus buenas actuaciones en el equipo de Junín recibe el apodo de ‘Tigre’. Se transforma en uno de los goleadores del campeonato y regresa con gloria al barrio de La Boca.  

La pérdida de fuerza de la junta militar coincide con su crecimiento en rendimiento. Mientras la dictadura cae en descrédito por la inflación y la derrota en las Malvinas, el pibe de Tapiales se transforma en uno de los máximos artilleros del club xeneixe y en figura del fútbol argentino. Anota 62 goles en 114 partidos. Se vuelve ídolo total. De pronto ha dejado de ser el juvenil Ricardo para convertirse en el ‘Tigre’ Gareca. En su tiempo en Boca también será testigo del importante valor de los sindicatos. En 1984, la Asociación de Futbolistas Argentinos Agremiados saldrá en su defensa en un conflicto laboral con Boca Juniors en el que reclama no haber recibido un aumento de salario. La huelga que organizan los jugadores de la agremiación le permitirá ser liberado de su contrato. Ese episodio termina de convencerlo que con “la izquierda siempre”.

Al verse liberado de su contrato, el ‘Tigre’ recibe ofertas de varios equipos. Uno de ellas, es del archirrival de Boca: el River Plate. El cuadro millonario quiere darle un golpe mortal al enemigo contratando a Gareca y al caudillo Óscar Ruggeri. Sin embargo, se niega a mudarse a Nuñez. Una incrédula prensa deportiva le consulta si la negativa radica en la lealtad a los colores azul y oro. En un acto de sinceridad, Gareca revela su verdad:

—Yo estoy con el pueblo siempre. No puedo firmar por un ‘millonario’ cuando la gente se está muriendo de hambre. No va conmigo —explica en lo que es su primera muestra pública de su postura de izquierda.

Sus declaraciones le hacen ganar mayor notoriedad. El Gráfico lo compara con Sócrates, el izquierdista volante brasileño, e incluso logra que ambos tengan un diálogo telefónico. En el intercambio, esbozan la idea de crear un sindicato mundial de futbolistas.  Las declaraciones no caen bien en la AFA ni en el técnico de la selección Carlos Salvador Bilardo quien advierte que mientras dirija a Argentina no convocará a un delantero que esté tan distraído en temas políticos. César Menotti, por su parte, lo alaba públicamente al destacar su rebeldía. La polémica lleva a que esté algunos meses sin equipo. Hasta que se da cuenta que su destino está en el exterior.

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La primera oferta que recibe es del América de Cali. La oferta es tan generosa que le termina generando suspicacia. Tras hacer algunas averiguaciones, se entera que los dueños de los ‘Diablos rojos’ son unos hermanos empresarios a quienes se les liga con negocios turbios. Dicha información lo hace dudar de la conveniencia de jugar por el cuadro colombiano. En medio de sus cavilaciones recibe una llamada de otro empresario, uno que se presenta como el ‘Patrón’ y que afirma ser víctima de una persecución judicial por haber militado en un partido de izquierda y realizar labor social. “Soy un Robin Hood”, le dice antes de ofrecerle jugar en el Atlético Nacional de Medellín. Atraído por el discurso de su interlocutor, Gareca acepta mudarse a Colombia para jugar en ‘La Máquina Verde’.

El ‘Tigre’ tiene en su desempeño sensacional en el cuadro verde. Se convierte en uno de los goleadores del torneo e ídolo en Medellín. Sin embargo, sus títulos individuales no se traducen en éxitos colectivos. América de Cali, el club que lo quiso contratar, domina la liga colombiana durante esos años. Cada título de los ‘Diablos rojos’ termina siendo una herida en la llaga de Gareca. Año tras año, recibe una llamada de los empresarios caleños que siguen soñando con verlo vestido de rojo. Afirman que es la única pieza que les falta para conseguir la Copa Libertadores que les ha sido esquiva tres veces seguidas. Pero el ‘Tigre’ siempre se niega. “Hay cosas que no se pueden comprar”, afirma. Hacer obra social en los barrios más pobres de Medellín junto al ‘Patrón’ es una de ellas.

La fidelidad de Gareca es recompensada. Termina siendo el único extranjero que se queda en el equipo para el proyecto que desarrollará ‘Pacho’ Maturana. La llegada de jugadores como Leonel Álvarez y Luis Perea hacen más sólido al cuadro, pero los títulos siguen siendo esquivos. La clasificación a la Copa Libertadores del 89 le genera incentivos para suspender su regreso a Argentina. A pesar de que la guerra entre cárteles lo tiene nervioso, decide probar suerte una temporada más. Pero esta vez buscará asegurar su destino.

Recordando el consejo del montonero, el ‘Tigre’ recurre a los colores de la izquierda. Para el debut en la Libertadores se pone una de las camisetas rojas del América debajo de su uniforme. La cábala le funciona a la perfección. En la primera ronda marca en todos los partidos. Para los octavos de final está seguro de que con el color rojo es imparable. A Racing le anota en Medellín y en Buenos Aires. La racha se mantendrá en cuartos contra Millonarios y en semis contra Danubio. Todo va viento en popa hasta que sus compañeros de equipo descubren que está usando la camiseta del rival. Por temor a que les contagie la mala suerte del América en las finales, le prenden fuego a la prenda. Contrariado, rescata lo que queda de la cábala y la guarda en su maletín. Las finales arrancan mal. En Asunción, no logra anotarle al Olimpia en la derrota de 2 a 0. Ante ello, decide jugar con los restos de la camiseta que le había dado tantas alegrías. En Bogotá se da el milagro. Atlético Nacional gana 3 a 0. El gol definitivo lo anota el ‘Tigre’ de potente zurdazo. Ricardo se cobra la revancha. Siente que el título continental vale más que todos los que podría haber ganado con el América. El ‘Patrón’ llama para felicitarlo y para agradecerle por haberle ayudado a humillar a sus enemigos caleños. Esa será la última vez que hablen. Gareca cierra su ciclo en Medellín con el partido por la Copa Intercontinental en el que pierden con el A.C. Milan. El ‘Tigre’ ha decidido regresar a su tierra.

Enamorado de la camiseta colorada, Gareca acepta firmar por Independiente. En declaraciones a la prensa, afirma que su hinchaje por el Velez Sarsfield es cosa del pasado y que ahora la única pasión que siente es por el rojo.  Con el club de Avellaneda juega cuatro temporadas y anota más de una treintena de goles. Se retira consagrándose campeón en el Torneo Clausura de 1994. En su discurso de despedida en La Doble Visera deja una frase para el recuerdo.

—De pibe me enseñaron que con la izquierda siempre. Y sí, ahora añado que con el rojo siempre —le dice a una afición emocionada hasta las lágrimas.

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Tras su retiro, Gareca empieza una exitosa carrera como entrenador en diferentes clubes argentinos. Con un estilo similar al de Menotti, deja escuela en equipos como Talleres de Córdoba o Argentinos Juniors. En el 2007, le ofrecen dirigir en Perú en Universitario de Deportes. El ‘Tigre’ no acepta. “Yo quiero estar en el equipo del pueblo”, le dice a su representante. Ante la exigencia, el agente se contacta con Alianza Lima que está en la búsqueda de un entrenador que lo vuelva a sacar campeón. En La Victoria, Gareca se siente a gusto e implanta un estilo que rescata la esencia del club íntimo. “El toque y la gambeta son la marca del pueblo”, afirma en declaraciones a los medios. Ese año no le alcanza para ganar el Clausura, pero deja tan grata impresión que le renuevan el contrato. En el 2008, sí alcanza el cielo. Logra romper la hegemonía de San Martín al ganar el título con un equipo en el que llevó a su máximo nivel a jugadores como Aldo Corzo, Alexander Sánchez y Paolo Hurtado. Tras alcanzar la categoría de ídolo en Matute, vuelve a Argentina para dirigir a Independiente.

Con el rojo también logra resultados importantes. Levanta cuatro títulos locales entre el 2009 y el 2013 y llega a semifinales de Libertadores y Sudamericana. Las eliminaciones en los torneos internacionales las atribuye a las malas artes de sus rivales. “Me pintaron el camerín de color verde. El color del dinero yanqui. Son unos miserables”, afirma a los medios de comunicación. Tras un paso fugaz por el Palmeiras, lo llaman para dirigir la Selección Peruana. Los buenos recuerdos de su paso por Matute lo llevan a aceptar. “Quiero darle una alegría a un pueblo que sufre las injusticias del sistema neoliberal”, afirma en su primera declaración a la prensa peruana. En su programa de televisión, Aldo Mariátegui augura los peores resultados para la blanquirroja. “Desde la elección de Humala, no nos habíamos equivocado tanto”, señala furibundo.

Su debut oficial con la Selección Peruana es más que auspicioso. Alcanza el tercer puesto en la Copa América de Chile 2015 dejando la impresión de que no merecía perder ningún partido. Pero a pesar de los buenos resultados se le nota inconforme. A puertas del inicio de la eliminatoria lanza una noticia bomba.

—No convocaré a jugadores que no están comprometidos con el pueblo. Hay seleccionados que piensan más en engrosar sus cuentas bancarias que en representar al país. A esos los borraré de la lista —afirma en conferencia de prensa. A las pocas horas, se presenta la lista de convocados con las ausencias notables de Claudio Pizarro, Jefferson Farfán y Carlos Ascues. La prensa deportiva pone el grito en el cielo. Aldo Mariátegui le dedica durísimas columnas acusándolo de ser un rojete populista milonguero que está condenando a la selección a la eliminación temprana.

Pero la apuesta le funciona a la perfección. Con la inclusión desde el arranque de jugadores jóvenes como ‘Orejas’ Flores y Renato Tapia le gana 1 a 0 a Colombia en un partido de infarto en Barranquilla. “Me encanta la zurda de Edison, tenía que estar”, apunta el ‘Tigre’ en la conferencia de prensa tras el triunfo. Cinco días después se cobrará la revancha con Chile al ganarle 3 a 1 en Lima con una actuación estelar de Tapia que termina anulando a Vidal. “Por aquí perdió el campeón de América”, dice Gareca en conferencia de prensa respondiendo a las provocaciones de los jugadores mapochos. El año no puede cerrar mejor para el ‘Tigre’. En noviembre, la selección golea de forma contundente a Paraguay y rescata un empate heroico en su visita a Brasil en la que termina siendo una actuación imperial de Pedro Gallese. Con diez puntos de doce posibles, Gareca está en el tope de su popularidad. “Cuando todo un pueblo se une todo es posible”, afirma. Los resultados dejan a Aldo Mariátegui rojo de cólera. En sus “Ensayos impopulares” escribe que el fútbol es un asunto sin importancia y que a nadie le interesan las opiniones políticas de un entrenador. Al poco tiempo, el tiro le sale por la culata.

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La siguiente fecha de la eliminatoria coincide con el momento más caliente de la campaña. Tras la victoria sobre Venezuela en Lima y el empate con Uruguay en Montevideo, un reportero le pregunta si simpatiza por algún candidato presidencial. “Con la izquierda siempre. Si fuera peruano votaría por Verónika Mendoza”, responde acompañado de Renato Tapia y ‘Orejas’ Flores quienes también manifiestan su apoyo para la lideresa del Frente Amplio. El apoyo del técnico y de los jugadores más populares de la selección termina siendo determinante en la elección. En un resultado ajustado, Verónika logra pasar a segunda vuelta superando a Pedro Pablo Kuczynski. Su apoyo también será clave durante la segunda vuelta. Gareca se declara un ferviente antifujimorista y llama a todo el país a unirse contra el partido que aplicó las reformas neoliberales en el país. Un colérico Aldo Mariátegui acusa al entrenador de intervención en asuntos extranjeros y pide una sanción ejemplar. Pero, de nada servirán sus rabietas. El apoyo del ‘Tigre’ termina siendo decisivo. Mendoza se impone sobre Keiko Fujimori por un pequeño margen de votos.

El resto de la eliminatoria la selección mantiene su buen rendimiento. Solo sufre derrotas con Bolivia en La Paz y con Brasil en Lima. Incluso los puntos de La Paz los podría haber ganado si es que la federación hubiera reclamado ante el TAS la mala inscripción de un jugador boliviano. Pero, el ‘Tigre’ pidió que no se realizara el reclamo. “Los puntos se ganan en la cancha, no podemos hacerle esa canallada al hermano pueblo boliviano”. Pese a haber cedido esos puntos, la blanquirroja clasifica con tranquilidad. Termina ubicada en el tercer puesto, solo siendo superada por Brasil y Uruguay. La clasificación del equipo de Gareca termina siendo un fuerte apoyo para el gobierno izquierdista en su lucha contra el embate fujimorista. Todos los intentos de vacancia son frustrados por las movilizaciones que se dan en todo el país. Manifestaciones en las que el rostro de Gareca siempre tiene un lugar de excepción.

Tras clasificar a Perú al Mundial y tener una performance aceptable en Rusia, Gareca se nacionalizó peruano y decidió abandonar el mundo del fútbol. Preocupado por el ascenso de los partidos de derecha extrema se inscribió en un movimiento de izquierda. En octubre del 2018 ganó las elecciones municipales de Lima. Su lema “con la izquierda siempre” se volvió la muletilla más pegajosa de la campaña. ~

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