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Un rosado subterráneo

Hoy el Sport Boys regresa a un torneo internacional después de más de veinte años. A propósito del debut del equipo porteño en la Sudamericana, Sudor entrevistó a Daniel F, el legendario líder de la banda Leusemia e ilustre hincha rosado. En este diálogo cuenta cómo el Boys se ganó un espacio en su corazón y confiesa que desde entonces no ha parado de causarle taquicardias.

Cuando el rockero y escritor Daniel F Valdivia Fernández habla del Sport Boys su voz empieza a entrecortarse. El contestatario vocalista no tiene reparos en señalar que el cuadro rosado ocupa un lugar importante en su corazón. Nacido en una familia de fanáticos del club chalaco, heredó el hinchaje; sin embargo, también asegura que su afición fue una elección propia. Cuando vio la camiseta rosada de Rómulo Ferretti a mediados de los sesenta se produjo un amor a “primera vista”. Desde entonces no ha parado de gozar y sufrir con las irregulares campañas de la ‘Misilera porteña’. En esta entrevista con Sudor, el líder de la mítica banda de rock subterráneo Leusemia comenta sobre un hinchaje que ha mantenido a pesar de que mucha veces lo ha dejado al borde del desmayo.

Anteriormente has comentado que tu hinchaje por el Boys nace de una manera peculiar, en todo caso podríamos decir hasta romántica. Fue por la camiseta, por el diseño…

Es un poco eso y también el hecho que en mi familia todos eran del Boys. Estábamos muy cerca al Callao. En la Unidad Vecinal número 3, por la Colonial, muy cerca a Carmen de la Legua. Entonces nuestra cercanía también al puerto nos permitía visitarlo todo el tiempo. A mi papá le fascinaba mucho el Callao, siempre dábamos vueltas por ahí y me contaba muchas cosas dentro del espacio histórico. Entre esas joyas estaba definitivamente el Boys y todos los equipos de la época. En ese tiempo el Chalaco estaba en Segunda División y aparecieron equipos que cobraron una dimensión singular en los setentas como el KDT, como el SIMA, el ADO, clubes que tenían mucha relación con el Callao. Entonces, teníamos cierto hinchaje por todas esas casaquillas, pero obviamente el Boys era nuestro principal amor.

Había una cercanía con el Callao, pero no vivías en el puerto. Me imagino que en tu barrio no había muchos hinchas del Boys…

Bueno no, básicamente las hinchadas siempre se reparten entre los tres equipos llamados grandes que son Alianza, la U y Cristal. En el colegio igual, menos todavía. Por ahí te encontrabas, como una joya muy rara, con alguien del Boys. Pero básicamente era como encontrar alguien que es fan de Pink Floyd o David Bowie, una cosa rara. Y de repente por eso me gustaba: esa cosa nostra. Eso que solo nos pertenece a nosotros que no es parte de todo lo demás. El decir: “Solo yo soy hincha del Boys”. Entonces como que te sientes como un poco especial.

LA COSA ROSADA

También has contado que en esos tiempos no se transmitían los partidos de Boys por televisión, era muy raro. Tu acercamiento era a través de la radio cuando escuchabas los partidos con tu familia…

La radio tiene otra dinámica, ahí explotas tu imaginación. En esa época casi todo era por radio en casa. En los primeros años de mi vida no tuve televisión, entonces todo lo seguíamos por la radio: los programas cómicos, las radionovelas, los partidos de fútbol. Seguirlos por ese medio generaba una angustia mucho más grande. No sabes realmente qué está sucediendo. Estás ahí imaginándote qué puede estar ocurriendo en el campo. Lo que sí tuve la suerte de que alguno de mis hermanos, uno de los mayores, me llevaba al estadio. He visto al Boys, tanto en el Estadio Nacional como en Odriozola. Son momentos que no se van a olvidar nunca.

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¿Cómo se sentían los partidos del Boys en esa tribuna de Occidente a la que ibas con tus hermanos?

La primera vez estuve al frente, estuve en Oriente. Era un Boys-Mannucci. Ganó 2-0 con goles de [Walter] Daga. Al frente estaba la barra del Boys. Lo que pasa es que no logramos conseguir entradas para Occidente porque se agotaron por el partido de fondo. En esos tiempos había dobletes, tripletes y el partido de fondo era Defensor Lima con Alianza, dos equipos grandotes en ese tiempo. Al frente vimos a la barra del Boys y nos dijimos: “para la próxima hay que venir más temprano, lo suficientemente a tiempo como para estar en la barra”. Desde entonces comenzamos a frecuentar la barra del Boys.

El hinchaje del líder de Leusemia empezó a mediados de los sesenta. La camiseta rosada y la tradición familiar fueron determinantes en su elección. FACEBOOK DE DANIEL F.

En tus crónicas cuentas que te gustaba jugar de defensa central, ¿te imaginaste alguna vez compartir la zaga con las estrellas del Boys?

(risas) Bueno sí, ese es un poco el sueño de los chicos: poder ser futbolista, astronauta o rocanrolero. Al final solo se me dio lo del rock and roll. Pero uno de los sueños era ese: vestir la casaquilla del Boys y estar en el plantel y todo… y salvar al Boys de la baja o llevarlo al título. Pero sí, o sea, me hice muy hincha de gente como Mariano Lo, por ejemplo, que era delantero. Pero uno de mis referentes era [Eduardo] Stucky, que era justamente un defensa central. Y sí, tenía mucha simpatía por él, tanto que mi camiseta, cuando jugaba en el barrio, siempre era la 3. El mismo número que Stucky llevaba en la espalda.

También cuentas en tus crónicas de que uno de tus orgullos fue que los goles con los que Perú llegó al Mundial del 70 fueron convertidos por un jugador de las canteras rosadas como [Oswaldo] ‘Cachito’ Ramírez…

Claro, esos goles los gritamos con mucho mayor fervor. No solo por ser del Perú sino que era del Boys. Y era un jugador bastante menospreciado, que estaba en la banca y parecía que no iba a jugar nunca. Y de pronto, para ese último y decisivo partido en la Bombonera, lo hacen figurar en el plantel y sale siendo el gran verdugo, el gran salvador y gran responsable de que Perú vaya a este Mundial en México.

Eres uno de los afortunados que pudo ver el último campeonato del Boys en el 84…

Fue una campaña muy bacán. Muchas las he disfrutado y las he sufrido, como todo simpatizante del equipo. También por eso hay momentos que me he alejado porque ya el corazón no te da. Estás ahí, parece que siempre estás viviendo al borde de un ataque cardíaco. Y no quiero morir porque alguien del Boys se pierde un penal. Entonces prefería ya dejar el fervor un poco de lado. Iba siempre más por el lado de mis hermanos, que eran los que iban al estadio. Yo trataba de no meterme mucho porque de repente tengo una sensibilidad mucho más blandengue y por ahí que me diluyo con una mayor facilidad.

Justo esos años ochenta coinciden en que tú empiezas a convertirte en una figura del del rock subterráneo, mientras que el Boys tiene otro destino: se va la baja. ¿Cómo sentías ese contraste de lograr éxitos y al mismo tiempo ver a tu equipo en esa situación?

Antes cuando la prensa conversaba conmigo y hablábamos sobre la dimensión que tenía la banda [Leusemia], yo siempre decía: “estoy muy contento con lo que me ha tocado. No soy un tipo muy popular, siempre estoy a media tabla. Nunca estoy deseando ser campeón, pero tampoco estoy comprometido con la baja. O sea, soy como el Sport Boys. Nunca estoy como para campeón, pero tampoco estoy para la baja”. Pero ya cuando comenzó a perder la categoría, ya no podía decir eso (risas). Pero sí, de todas maneras, era una fiesta cuando regresaba.

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Justamente, en ese tiempo también cuentas que incluso le llegaste a escribir una canción para el Boys que no llegaste a sacar. ¿Qué pasó con ella?

Uno siempre trata de escribirle a las cosas, a las situaciones o a las personas que uno ama. Y cuando uno ama con tanta pasión a un equipo le dedicas algunas líneas, algunos poemas, escribes algunas historias. Al final, las canciones nunca se pudieron materializar por alguna razón, pero sí tuve la suerte de poder escribir alrededor de mis experiencias frente a esta pasión que es el Sport Boys. En algunas historias cortas, he relatado mis experiencias en los estadios. Por ejemplo, situaciones singulares como cuando estuve en Tribuna Sur, en la barra de la Alianza, en un partido en el que el Boys le gana 8-1. Yo tenía que estar calladito porque no podía gritar ningún gol: el rock local podía perder un gran elemento (risas). Era una situación bastante incómoda pero ya después de eso saltaba feliz. El 8-1 ha sido una de las mejores cifras que hemos hecho.

Siguiendo con las analogías al Boys se le ha relacionado mucho con la salsa; pero, quizás también se parece un poco al rock subterráneo: es aguerrido, contestatario, no tan popular como otros ritmos en el Perú…

Sí, de repente tiene un poco de eso, ¿no? Lo que me gustaba y me sigue gustando mucho del Boys es la hinchada. La hinchada tiene un poco de eso familiar: al estadio van familias enteras. Sigue yendo, a pesar del peligro de ir al estadio en el Callao, y en formatos familiares, lo cual es precioso. Puedes ir todavía con los hijos, con los nietos y seguir hinchando por un equipo. Por ese lado sí me parece una lección maravillosa de amor por el fútbol.

Tú has graficado bastante bien lo que es el sentimiento de ser del Boys cuando contabas esto de que uno siente que está al borde de la taquicardia ¿Cuándo fue la última vez que experimentaste esa sensación en el estadio?

Ha sido hace mucho tiempo, pero tengo que ir. Recién en estos últimos tiempos he conocido gente que es hincha del Boys dentro de mi circuito de rock: cantantes, guitarristas. Ya creo que podemos ir una buena mancha e irnos a pujar por el Boys. Esa sí va a ser una experiencia muy bacán.

¿Y no se animarán a sacar la canción del Boys que quedó pendiente?

Hay un amigo, un hincha que ha escrito una canción para el Boys, una de las tantas que se han hecho. Incluso me mandó la pista para que cante una parte de la letra. La canté, se la mandé y todo. Hay varios amigos que están pendientes de este tipo de cosas.

VELVET UNDERBOYS

Ahora que regresamos al tema del rock and roll, tú que eres un melómano y siempre hablas de música, ¿si tuvieras que ubicar al Boys en un género dónde lo pondrías?

Nunca lo he pensado, pero ahorita que me lo has preguntado, no sé por qué se me dio por Velvet Underground, una banda neoyorquina de 1964, uno de los tantos precursores del punk rock que tenían esa cosa oscura. Por más que los colores del Boys sean bastante festivos, siempre lo he visto así por los problemas internos que siempre ha tenido. Recuerdo una campaña que debe haber sido en el 70, cuando no ganaban ni un solo partido, no tenían entrenador. Y de pronto se van a Piura y comienzan a ganar. Y entrevistan a los hinchas y… tú escuchabas eso y se te rompía el corazón. Y el siguiente partido los ganaron todos: le metieron 4-1 al KDT, le metieron 5-1 a la U. Y decías “asu mare, han salido a matar estos patas”. Fue un final de campaña hermoso. De pronto, así entre todas estas dificultades que se tenían, salían adelante como sea. Eso también me gustaba mucho, me gustaba esa cosa heroica que tiene el Boys dentro de su esencia y su espíritu.

Lou Reed sería Kukín.

(risas) Eso no lo puedo corroborar.

Cuando el Boys regresó  en el 2017, escribiste un sentido post en tu Facebook…

Es una fiesta cuando volvemos a tener al Boys entre nosotros, esperando que no se vuelva a ir y esperando que la gente deje de tener tantos ataques cardíacos por partido. Tantas taquicardias, tantas arritmias… porque sí, uno está siempre al vilo.

A lo largo de tu carrera has sido bastante crítico de las dictaduras, de los malos políticos, los asesinos de la ilusión. Y justamente en el Boys ha habido varios dirigentes relacionados con política que llevaron al equipo a crisis…

Sí, es un poco inevitable. Donde haya dinero o algún tipo de lucro, ahí van a estar todos los delincuentes. Quieras o no, se van a aparecer. Y como por arte de magia van a estar enquistados ahí, haciéndonos la vida imposible. Bueno, es triste y no solo pasa en el Boys, pasa en todos los equipos.

Daniel F. celebró en sus redes sociales el ascenso del Sport Boys ocurrido en el 2017. FACEBOOK DE DANIEL F.

Se viene el regreso del Boys a un torneo internacional…

Sí, por eso ahora estoy tratando de hablar con alguien para salvar o para obtener imágenes de los primeros encuentros internacionales que tuvo el Boys. En el Perú no hay películas de la campaña del 67. Pero pienso que sí debe haber en Brasil. Por ser subcampeón jugó contra Cruzeiro de Brasil. Entonces, habría que ir hasta el local del Cruzeiro y ver sus películas de ese año. Debería meterse ahí alguien del club, esos avezados que suelen meterse en todo, y recuperar estas viejas películas. Sería muy bacán ver al Boys de esos días.

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¿Cuál es la etapa del Boys que te genera mejores recuerdos?

De hecho, es finales de los sesentas, inicios de los setentas. Esos son los momentos donde viví con una mayor pasión, con una mayor vehemencia, esto. Y sí, lloraba mucho con cada derrota, me desesperaba mucho con cada injusticia, cuando un árbitro cobraba un penal inexistente.

¿Cómo resumirías el sentimiento que te genera el Boys? ¿Qué es para ti finalmente el Boys?

Es que hay una palabra que ya está muy manoseada y de repente para muchos está fuera de contexto, que es el amor. El amor por un equipo siempre es visto como una exageración, o sea “no puede ser tanto el amor”. Pero sí, es eso: tengo un amor por mis viejas revistas, tengo un amor por mis viejos vinilos, tengo un amor por la música, tengo un amor por los gatos, por los perros, tengo un amor por mi trabajo, por mi novia, por mis amigos y también por el equipo que más me gusta. Entonces, el amor está ahí, el amor es un evento muy fuerte, es algo que te envuelve y de la cual no te vas a poder desprender jamás. Uno puede desprenderse de las noticias, decir “ya no me importa mucho el fútbol”, pero igual el amor está ahí y es algo que te va a seguir jalando toda la vida. Y el Boys es eso, es, para mí, un pedazo de mi corazón, es amor y eso no hay cómo sacárselo. ~

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