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Tres inesperados perdedores

Este año, países como China, Rusia o Qatar —que han invertido capital económico y político en realizar megaeventos deportivos— han sufrido crisis diplomáticas y de reputación. El historiador especializado en deporte Jorge Illa Boris plantea que el soft power que dichos estados habían obtenido gracias al deporte lo están perdiendo al haber quedado expuestas políticas que tienden a la discriminación o al abuso y prácticas que violan la conducta ética.   

Boicots diplomáticos, suspensión en competiciones internacionales y críticas internacionales son sucesos que los funcionarios estatales no esperan como resultado de sus inversiones en el deporte. Sin embargo, es lo que este año han cosechado, China, Rusia y Qatar, países que apostaron fuerte por el soft power deportivo y que ahora sufren las consecuencias de haber quedado expuestos al mundo. La inversión en medallas no les está generando los réditos que esperaban en reputación.   

El término soft power (poder blando) lo acuñó el académico estadounidense Joseph Nye a inicios de los noventa para referirse a la manera de conseguir la simpatía por parte del resto de naciones o sociedades a partir de valores culturales, políticos, económicos o sociales que fueran atractivos. Esta es una forma alternativa al ejercicio del poder frente a los métodos clásicos de coacción militar y/o económica. Queda claro que el deporte tiene los ingredientes necesarios para ser un importante aliado del soft power. Aspectos como la superación, el trabajo en equipo, los récords, la salud, entre otros, hacen del deporte una actividad que puede generar percepciones positivas en la aldea global.

Antes de que Nye acuñara el término, ya algunos estados habían apelado al deporte para ganar reconocimiento mundial. Gobiernos como la Italia de Mussolini —con el Mundial de Fútbol de 1934— o la Alemania de Hitler —con los Juegos Olímpicos de Berlín 1936— vieron en la organización de grandes eventos deportivos un potente escaparate para mostrar sus bondades políticas, sociales y económicas del país. Con algún que otro altibajo, así ha sido durante las últimas décadas.

En los últimos años, Rusia, China y Qatar han intentado seguir el camino trazado para ser atractivos utilizando el soft power deportivo y parece que la operación les está saliendo fallida.

VETADOS DE TOKIO 2020

Para Rusia, Sochi 2014 era un evento tan importante que destinó un presupuesto mayor a la suma de todos los Juegos Olímpicos de Invierno anteriores. El objetivo era celebrar las mejores Olimpiadas y, de paso, aumentar la popularidad del presidente Vladimir Putin. Sin embargo, el costo terminó siendo mucho más alto y poco tuvo que ver con lo económico.

Dos años después de unos exitosos juegos en los que Rusia se ubicó en la parte alta del medallero, se destapó un programa de dopaje organizado por los servicios secretos del gigante euroasiático. La trama consistía en el intercambio de muestras de orina de los atletas rusos por unas limpias recogidas meses antes de las pruebas. Al más puro estilo de la saga de espías Misión Imposible, las autoridades de Moscú construyeron un túnel que condujera al espacio donde se almacenaban las muestras después de las pruebas deportivas. Toda la trama quedó al descubierto gracias a Icaro, el documental del director estadounidense Bryan Fogel que ganó el premio Oscar en el 2018. En él se detalló el doping de Estado que llevó a que por lo menos quince atletas rusos lograran medallas en las Juegos de Sochi.

https://twitter.com/HOlimpicas/status/1339598456453619712

Este año pudimos ver las consecuencias de una estrategia que violaba las normas de la ética deportiva. En Tokio 2020, no flameó en ningún momento la bandera rusa ni se escuchó el himno del gigante euroasiático. Como consecuencia del comprobado doping de estado, Rusia recibió una sanción que impide que sus atletas participen en justas deportivas en el período comprendido entre el 17 de diciembre del 2020 y el 17 de diciembre del 2022. Por ello, los deportistas rusos tuvieron que presentarse en Tokio 2020 como parte del Comité Olímpico de Rusia (ROC) y sin contar con símbolos que los identificaran con su estado. Dicha situación se repetirá en los JJ.OO. de Invierno Beijing 2022.

Esa crisis de reputación se suma a la que vivió en el Mundial de Fútbol de 2018. Para dicho megaevento también se tomaron medidas para que el país saliera fortalecido en su imagen exterior. Pero meses antes de su inicio el asunto no iba según lo esperado: debido al envenenamiento en Gran Bretaña del ex espía Sergei Skripal y su hija, el Gobierno Británico realizó un boicot diplomático a la Copa Mundial. Durante el torneo se les añadió otro punto negativo: la persecución política a la comunidad LGTBI—que fue uno de los aspectos extradeportivos que más noticias generaron durante el torneo— terminaron afectando la imagen de país acogedor que deseaban mostrar los dirigentes rusos. Además, su política con respecto a Ucrania —con evidentes amenazas de ataque militar— golpean la reputación mundial de Rusia.

LA OPRESIÓN CHINA EN EVIDENCIA

Respecto a China, la buena imagen que consiguió con los Juegos Olímpicos de Verano del 2008 —especialmente entre los países del sudeste asiático que veían con temor su agresiva expansión comercial— le sirvió de aliciente para repetir la jugada con los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 y de paso convertirse en la primera ciudad en ser sede tanto de Juegos de verano como de invierno.

Primero, es importante saber cómo se llegó a proclamar a Beijing como sede olímpica. Entre las primeras ciudades candidatas también se encontraban Oslo y Estocolmo, pero ambas se retiraron ante las peticiones económicas del Comité Olímpico Internacional (COI). De manera que a la hora de la elección solo quedaban dos ciudades: Almaty de Kazajstán y Beijing de China. Dos países sin ningún tipo de libertades y en donde los gobiernos no tienen que pasar cuentas ante sus ciudadanos, aspecto muy importante a la hora de tirar la casa por la ventana en materia presupuestaria.

https://twitter.com/VarskySports/status/1468196093469024261

Sin embargo, una serie de acontecimientos han ido mermando el soft power que aspiraba obtener China gracias a los Juegos Olímpicos que se iniciarán el 4 de febrero próximo. Uno de ellos fue en noviembre cuando se produjo la desaparición de la tenista china Peng Shuai, después de denunciar, en un mensaje que fue eliminado casi inmediatamente, los abusos sexuales recibidos por parte del viceprimer ministro Zhang Gaoli. El asunto volvió a poner encima de la mesa los atentados contra la libertad de expresión que suelen cometer los gobernantes del país asiático.

TAMBIÉN LEE: Peng Shuai, la voz silenciada del tenis chino

Es importante recordar que debido a la falta de libertades en China y por sus políticas represivas en el Tíbet, el recorrido de la antorcha olímpica de Beijing de 2008 fue objeto de varios intentos de obstrucción en ciudades como Londres, París o San Francisco. No obstante, los incidentes no llegaron a mayores. En esta ocasión la situación es distinta; sus políticas para eliminar a cualquier coste las libertades en Hong Kong, la represión contra musulmanes en la región de Xinjiang, aderezado por sus amenazas a Taiwán, su tradicional represión en el Tíbet y al comentado caso de la tenista Peng Shuai, han provocado que el gigante asiático quede expuesto a la ofensiva diplomática de sus rivales.

En su lucha por la primacía mundial y la tensión económica y militar en el Indo Pacífico, Estados Unidos ha aprovechado la ocasión para ejercer un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos. Dicha acción consistirá en que no enviará ninguna delegación oficial al megevento aunque sí permitirá que vayan sus atletas y les brindará apoyo. Hasta el momento, la acción del país norteamericano ha sido secundada por Gran Bretaña, Australia y Canadá, lo que todavía hará más evidente para la opinión pública mundial de la inexistencia de los derechos humanos en China.

CORRUPCIÓN Y DISCRIMINACIÓN EN QATAR

Vamos con el último de los casos, el Mundial de Fútbol en Qatar 2022. Aquí ya el soft power empezó torcido al comprobarse que habían ganado la nominación del Mundial gracias al soborno a miembros de la FIFA. Además, el país nunca ha contado con libertad de expresión, igualdad de género o derechos para la comunidad LGTBI. Por si fuera poco, las condiciones de los trabajadores extranjeros para la construcción de los estadios ha sido lo más parecidas a la esclavitud que se pueda encontrar: jornadas de diecisiete horas, siete días a la semana, temperaturas de cincuenta grados, más un trabajador muerto al día por falta de seguridad laboral —se calcula entre 6.500 y 10.000 los trabajadores fallecidos—, trabajos forzados… el informe de Amnistía Internacional sobre las condiciones laborales es demoledor.

TAMBIÉN LEE: Con mis Mundiales no te metas, una columna de Majo Castro Bernardini

Por ello, los jugadores de algunas selecciones nacionales como las de Alemania, Países Bajos y Noruega han salido a denunciar la situación de los derechos humanos en el país árabe. A todo ello, la FIFA ha sido incapaz de reaccionar, más pendiente de sus beneficios que de rectificar ante una sede que no cumple con los valores que la institución suele pregonar en sus eventos.

En definitiva, tres grandes eventos del deporte mundial en tres países con gobiernos dictatoriales que intentan o intentaron conseguir una percepción atractiva entre la opinión pública mundial. A Beijing, Moscú y Doha les ha salido el tiro por la culata. La vitrina del deporte no solo ha mostrado sus avances económicos, sino también ha dejado a la luz su comportamiento autoritario. ~

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6 comments
  1. Coincido con el autor en que a los pinche gobernantes les importa un chingo el deporte.. tan solo quieren figurar. Buen artículo!

  2. Coincido con el autor en que a los pinche gobernantes les importa un chingo el deporte. Lo único que buscan es figurar. Excelente artículo!

  3. Muy acertado el articulo Jorge. Comparto los puntos de vista. Soy seguidor acerrimo del futbol y de otros muchos deportes pero con la información que nos compartes a veces se me quitan las ganas

  4. Buen articulo Jorge. Como bien dices, la política usa con frecuencia el deporte como canal de presión. Es una lástima que aquello que debería servir para unirnos, nos acabe separando.

  5. Artículo muy actual del desfase que hay en el deporte, se están perdiendo los grandes valores que siempre ha trasmitido las olimpiadas y el fútbol por ejemplo, como es posible que el PSG pueda tener tantas Estrellas ??? Dónde está el fair play??

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