A pesar de que su leyenda ha perdido algo de resonancia, Daniel Carpio ‘Carpayo’ es uno de los deportistas más legendarios que ha nacido en nuestro país. El historiador y escritor peruano Fabrizio Tealdo Zazzali rescata la historia del nadador que logró hazañas como cruzar el Canal de la Mancha, el Estrecho de Gibraltar y el Río de la Plata.
Todos hemos escuchado que el fútbol llega al Perú primero al Callao y luego al resto del país, importado por marineros ingleses. Aunque el dato es cierto, la forma de contarlo da una idea escueta de lo que era el Callao. Tráfico comercial suele ir acompañado de intercambio cultural. Por eso casi todos (sino todos) los deportes fueron introducidos en el Callao por marineros extranjeros; ya en los 1840s el tenis y el críquet se practicaron en el puerto, en 1867 se registra un match de béisbol y en esos años se vieron las primeras regatas entre embarcaciones extranjeras. La natación y el waterpolo también estuvieron entre los deportes donde el Callao fue pionero, ya entrado el siglo XX.
Este es un panorama más certero y amplio para entender el lugar donde se formó el mejor nadador peruano de todos los tiempos, y me arriesgo a decir que el mayor deportista del país: Daniel Carpio, o simplemente ‘Carpayo’ (Sicuani, Cusco, 10 de marzo de 1910-Buenos Aires, 19 de agosto del 2009). Llegó a los diez años al Callao, poco antes de la fundación del primer club de natación del Perú, el desaparecido Old Boys (fundado el 15 de marzo de 1921), nombre que inspiró a los jóvenes maristas que fundaron el Sport Boys, con miras de emular al club como a un hermano mayor. “Ganar un campeonato de natación por esos años era como ser estrella de cine. Regresaba al Callao con banda de músicos y era recibido con algarabía por la hinchada del Old Boys”, recordaba ‘Carpayo’ en un artículo publicado por “El Peruano”.
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Que la llegada de ‘Carpayo’ al Primer Puerto coincidiera con la aparición de clubes de natación potenció al joven, que se volvió la figura de los ‘mojarillas’ del Old Boys, como se llamaba a sus nadadores. En ningún otro lugar podría haberse entrenado como lo hizo en el Callao, pues entonces se remaba y nadaba en el muelle y dársena, en las orillas de la rada, o en las playas sin olas de Chucuito como los Baños de la Salud. Los años de oro de la natación peruana coinciden con este momento: muestra de ello es el subcampeonato en el sudamericano de waterpolo de 1938, equipo que entrenó Carpio, además de los títulos y récords sudamericanos en varias competencias. En los torneos de los veinte y treinta primaron los nadadores chalacos.
La trascendencia de ‘Carpayo’ se oficializó en el 2015, cuando la Asociación Mundial de Aguas Abiertas lo consideró entre los 50 grandes nadadores en la historia de esta disciplina; es uno de los tres latinoamericanos en la lista, junto a un dominicano y un brasileño. El homenaje fue póstumo pero Carpio sabía que formaba parte de esa lista. Era consciente que él era una leyenda viva.
Su especialidad en competencias de velocidad fue el estilo espalda. Participó nada menos que en cuatro Juegos Olímpicos representando al Perú: Ámsterdam 1928, Los Ángeles 1932, Berlín 1936 y Londres 1948, es decir, veinte años en la élite mundial. También fue multicampeón nacional de 100, 200 y 400 metros espalda, las primeras veces cuando tenía doce, trece y catorce años, respectivamente, muestra de su precoz dominio en dicho estilo; y obtuvo títulos sudamericanos en varias ocasiones hasta los años treinta, imponiendo récords continentales en 100 y 200 metros espalda.
En 1947 cruza el Canal de la Mancha. La hazaña lo llevó a la fama. No era para menos: unió la isla de Inglaterra con Europa en 14 horas y 46 minutos, un gran tiempo hasta la actualidad. Fue el primer sudamericano en conseguirlo. Su nombre dio la vuelta al mundo y el Gobierno Peruano lo condecoró con la Orden del Sol, además de otorgarle los laureles deportivos, motivo por el cual su nombre figura en el frontis del Estadio Nacional.
Longevo, falleció a los 99 años y cinco meses, aunque ‘Carpayo’, según cuenta un amigo cercano, medía la vida a su estilo. “Los que nacimos en la sierra no cumplimos años sino tiempo”, solía decir. Murió en Buenos Aires, Argentina, país donde su carrera de nadador se transformó al saltar de la piscina al mar.
POBREZA Y SUPERACIÓN
De acuerdo con el relato de Monterrat Tresserras Dou —legendaria nadadora de aguas abiertas española e historiadora de las aguas abiertas en el estrecho de Gibraltar—: “Era alto, moreno y dotado de extraordinaria vitalidad”. Pasó una infancia con muchas carencias. “Con un padre casi siempre ausente, tuvo que trasladarse [de Sicuani, Cusco] a Mollendo”. En la provincia costera, “por fuerza y por hambre”, como confesó, “aprendió a nadar a los cinco años en la poza La aguadita cerca del puerto, donde empezó a ganarse la vida limpiando barcos”. Le pagaban con pescados”.
Ya en el Callao, al introvertido niño lo enviaban del colegio a buscar frutas al puerto. “Entonces, Chucuito fue escenario de mis prácticas de natación. Allí nadaba hasta los barcos sin pensar en la distancia, lo que más me interesaba era regresar con las alforjas llenas de frutas”, afirmó en una entrevista.
La aparición del Old Boys, como ya dijimos, permitió que su talento tuviera donde exhibirse. Además, comía y dormía en el club, y al estar a orillas del puerto podía nadar a tiempo completo. Su primera competencia fue a los doce años. “Desde entonces, con disciplina y esfuerzo, su carrera fue imparable. (…) En su club lo bautizaron para siempre con el sobrenombre de ‘Carpayo'”, indica Tresserras.
A pesar de su profundo amor por el Perú, se embarcó rumbo a Chile el 28 de julio de 1932 en busca de nuevos horizontes. Llegó a Valparaíso con quince soles en el bolsillo, pero cargado de sueños de gloria. Quería destacar internacionalmente.
Su primer gran triunfo llegaría en 1933, cuando batió el récord sudamericano de doscientos metros estilo espalda con un tiempo de 2 minutos 50 segundos. Después de los Juegos Olímpicos del 36, “representó al Perú en el Sudamericano de 1937 y un año después se hizo cargo del seleccionado de waterpolo, pero los éxitos no lo acompañaron. Ya con 29 años y sin progresos económicos, tomó la decisión de marcharse definitivamente a Argentina”, señala . Ahí fue instructor en clubes de la talla de River Plate, “hasta que el famoso periodista Ricardo Lorenzo Rodríguez ‘Borocotó’, de la revista El Gráfico, lo sacó de la pileta. ‘De no haberse cruzado en mi vida, no hubiera pasado de ser un buen nadador de piscina y todos mis logros no existirían'”, publicó “El Peruano”.
EL SALTO DE LA PISCINA AL MAR
“Daniel Carpio realizó su última competición en piscina en el año 1941. Se proclamó campeón argentino en 200 metros espalda. Así terminaba un brillantísimo capítulo de su vida deportiva, para iniciar otro no menos importante: la larga distancia”, viraje en el que influyó el “inolvidable Pedro Candiotti (…), una figura mítica en la natación sudamericana”, quien consiguió unir a nado Rosario y Buenos Aires, consiguiéndolo en 75 horas y 18 minutos, es decir, más de tres días a nado sin ser vencido por el sueño. “El ejemplo de Candiotti le hizo soñar con una hazaña que muy pocas personas habían conseguido: el cruce del Río de la Plata”, relata Tresserras.
Nadó los sesenta kilómetros de recorrido en tres ocasiones, en 1945, 1977 y 1982. Su primera proeza en Argentina, uniendo Colonia, en Uruguay, con Buenos Aires, dio la vuelta al mundo: cruzó el inmenso trecho en 22 horas y 52 minutos.
“Para tal fin se preparó concienzudamente alternando la piscina con el río. Acomodó su estilo y su mente para resistir muchas horas en el agua. (…) Había triunfado plenamente pero, como todo nadador de larga distancia, le faltaba algo más: el Canal de la Mancha (…)”, expone Tresserras.
“Acompañado por su entrenador Carlos Yelmini y con el apoyo económico de la Comisión Nacional de Deportes del Perú, el 8 de julio de 1947 emprendió viaje hacia Inglaterra donde el 4 y 5 de setiembre consiguió cruzar el Canal con un tiempo de 14 horas y 46 minutos. (…) En la República del Perú se le recibió como héroe nacional (…). Carlos Yelmini le aconsejó que no dejara el deporte y le propuso cruzar a nado el estrecho de Gibraltar, que solamente había sido vencido por una persona: nada menos que por la famosa inglesa Mercedes Gleitze, que lo había cruzado hacía veinte años”, cuenta Tresserras. Lo consiguió en 9 horas 20 minutos.
El gran vencedor del estrecho en 1948 no se durmió sobre sus laureles. Entre otras pruebas, cruzó de nuevo el río de la Plata, tomó parte en la Maratón Internacional del Canal de la Mancha que en el año 1951 organizó el periódico londinense “Daily Mail”, clasificándose en el onceavo lugar, y en el año 1977, como si el tiempo no transcurriera para él, se presentó de nuevo en Tarifa con el proyecto de cruzar de nuevo el Estrecho. Tenía 67 años.
Su potencia física entraba en declinación. A pesar de ello, siguió participando en grandes faenas en mar abierto en Europa y América. De hecho, cruzó de nuevo el río de la Plata en 1982. En 1987, tras varios intentos fallidos, consigue cruzar el estrecho por tercera vez.
Intentó una última hazaña el 19 de julio de 1993, “con 83 años, cubierto por una capa de grasa para protegerse del frío, Daniel inició su cuarto intento. (…) La travesía se desarrolla sin dificultad pero un fuerte calambre abdominal le obligó a suspender la prueba a las 12:50. (…) Podía haber sido y no fue (…) Daniel Carpio Maccioti, nadador, peruano, argentino y también un poco nuestro”, sostiene una emocionada Tresseras.
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En 1995 volvió por última vez al Perú para ser homenajeado por el IPD y la Municipalidad del Callao, que le entregó la medalla de la ciudad y un diploma de honor. “Mi nombre es Daniel Carpio, mi otro nombre es ‘Carpayo’. Estoy por última vez en mi país. Ya el cartel de mi vida está terminando”, declaró en aquella oportunidad al diario “ABC”, algo decepcionado por el paso del tiempo.
Fue uno de los nadadores que fundaron la ruta que muchos aficionados tienen entre sus favoritas hoy en día: unir los siete kilómetros de la isla San Lorenzo hacia La Punta. Lo que muchos especialistas consideran un reto, para ‘Carpayo’ era un mero entrenamiento, cuestión de esparcimiento. En 1975 unió por última vez San Lorenzo con La Punta como una exhibición. La “ruta de Olaya”, de Chorrillos al Callao, tampoco significaba un reto para Carpio. Si debe existir un ‘Aquaman Peruano’, su nombre es Daniel Carpio Maccioti, simplemente ‘Carpayo’. ~
(*) Este artículo es una versión ampliada del que aparece en la Enciclopedia General del Callao Digital. Se puede acceder a dicha obra a través del siguiente enlace: https://www.gob.pe/institucion/regioncallao/informes-publicaciones/2546081-enciclopedia-general-del-callao-digital
Lo vi una vez por La Punta, era muy famoso.
Muy sencillo y amable. Un grande!!!