La selección peruana de futsal Down hizo noticia por quedar sexta en el Mundial disputado en Lima. Pero también por las alusiones de dos streamers del programa Hablando Huevadas, repudiadas de inmediato por organizaciones y buena parte de la sociedad. Gissely Alvarado, activista por los derechos de las personas con síndrome de Down, explica por qué esta llamada “comicidad” debe ser desterrada.
Debo admitir que no sigo el programa HH. Me enteré de sus comentarios a raíz de que me compartieron un extracto de su programa en el que utilizan palabras como “diferentes” y “retrasados” para aludir, de forma “humorística”, a los integrantes de la selección peruana de futsal Down, que compitió con éxito en el reciente Mundial en el que fuimos anfitriones. Al ver el video completo, sin embargo, pude ver que no solo fueron esos dos comentarios, sino también otros con los que menosprecian a las personas con síndrome de Down (a nuestra selección). Un recurso muy bajo, impropio del humor.
De inmediato, decidimos emitir una nota de protesta. La situación no podía pasarse por alto. Y es que si bien hemos recibido muchos comentarios a través de las redes de Colectivo Down Perú diciéndonos que es “una bromita” y que no seamos “tan sensibles”, no podemos naturalizar estas faltas de respeto a una población históricamente relegada y constantemente restriginda en sus derechos. Todo ser humano merece respeto. Pero en el caso del colectivo de las personas con discapacidad, más precisamente de personas con síndrome de Down, consideramos que comentarios como los emitidos por los conductores de ese programa promueven la estigmatización y la discriminación, dos situaciones que constantemente intentamos combatir. El daño parece insignificante, pero, en realidad, es mayúsculo: se vulneran derechos, se lastiman personas y se atenta contra la dignidad de miles de seres humanos.
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Lastimosamente en menos de un dos semanas tuvimos que pasar de un final de campeonato con mucha expectativa e interés a nivel social a una situación incómoda, que nos recuerda lo arraigados que están ciertos prejuicios en la sociedad por falta de información y de una cultura de inclusión. A nivel deportivo, el mayor logro fue la participación de nuestra selección en la alta competencia. Es un orgullo para nosotros porque se vio reflejado en la victoria sobre Argentina, actual subcampeón del mundo. El resultado ayudó a convencernos de que podemos llegar más lejos. Es cierto, la falta de soporte emocional y el escaso presupuesto nos jugaron una mala pasada, pero son el recordatorio de que el talento existe y que solo hace falta mejorar las condiciones de trabajo de los deportistas con Síndrome de Down, así como de otros paradeportistas.
Ambas situaciones vividas las últimas dos semanas, la positiva y la negativa, han puesto en la agenda pública la necesidad de trabajar más por una sociedad informada, empática y respetuosa del valor humano. Además, ha puesto en evidencia que las personas con síndrome de Down y en general con algún tipo de discapacidad pueden desarrollar muchas capacidades y ser parte del desarrollo de nuestro país si se les ofrece oportunidades y se respetan sus derechos. El otro día, por ejemplo, leía algunos comentarios en redes sociales en los que se afirmaba que las personas con esta condición no entienden las bromas en su contra. ¿No entienden? Los chicos de la selección peruana de futsal Down entendieron perfectamente que se estaban burlando de ellos, y nos han preguntado por qué esos dos conductores decidieron hacerlo. Por supuesto, hay que explicarles con más detenimiento algunas situaciones, pero eso es algo que le ocurre no solo a ellos. Todos los seres humanos tenemos diferentes niveles de comprensión. La diversidad, por lo tanto, también se expresa de ese modo.
Miles de familias venimos esforzándonos a diario para generar espacios que permitan a las personas con esta condición desarrollarse plenamente a nivel social. Hemos tomado como una oportunidad esta situación para empoderarnos más y educar con más empuje a la sociedad. Es importante educar en valores, en empatía y, sobre todo, en un conocimiento desmitificador sobre el Síndrome de Down.
Es cierto que en los últimos años, como colectivo, hemos logrado cierta visibilidad a nivel social, pero desde un enfoque muchas veces erróneo. Considerar “angelitos”, “niños eternos”, “pobrecitos” o “seres llenos de puro amor” a las personas con síndrome de Down es inadecuado porque invisibiliza otros aspectos de la vida de estas personas, que también sufren, reniegan y se frustran como el resto. Ojo, tampoco son sujetos de segunda clase. Son, personas con derechos, que necesitan oportunidades para poder desarrollarse. Bajo esa premisa, desde el 2018, los jóvenes integrantes de la selección peruana de futsal Down y de nuestra escuela deportiva han ido reforzando su autoestima y autonomía a través de la práctica deportiva. Además, están muy orgullosos de haber representado a su país. Y lo han hecho con una pasión increíble. Muy identificados con sus colores. Y esto es algo que debemos reconocer, valorar y potenciar: una participación más efectiva de la población con Síndrome de Down. Algo que ha sido posible a través de oportunidades concretas, como la del Mundial.
Se dice que son unas 40 mil personas las que forman parte de la comunidad peruana de síndrome de Down. Mi hijo Joaquín es una de ellas. Cuando nació en 2008, yo no tenía conocimiento alguno de lo que era el síndrome de Down. Nunca me había interesado en aprender sobre algún tipo discapacidad. Tras dar a luz, tuve varios problemas por la falta de aceptación de la familia paterna. Fue un proceso muy difícil emocionalmente tanto para mi hijo como para mi. El rechazo y el maltrato también lo sufrí con el personal médico a cargo de sus consultas. Cuando Joaquín cumplió un año y medio decidí separarme e irme a vivir con mis padres. A la par, empecé a hacer voluntariado en la Sociedad Peruana de Síndrome de Down. Formé parte de la junta directiva y también de otras organizaciones. Hace cinco años, con un grupo de mamás, decidimos fundar el Colectivo Down Perú como consecuencia de la falta de espacios y oportunidades de desarrollo para nuestros hijos. Ahora, no solo impulsamos el desarrollo del deporte para personas con síndrome de Down, sino que lo articulamos con otros temas como salud, familia, trabajo y educación.
Desde entonces hemos crecido mucho como. El Mundial es uno de nuestros hitos. Además, hemos logrado ser miembros de siete federaciones internacionales vinculadas al deporte: en baloncesto, fútbol, natación, atletismo, gimnasia, tenis de mesa y judo. Pero, más allá del fomento de la práctica deportiva, lo que buscamos es promover la empatía y el respeto por la diversidad. Sabemos bien que instalar este mensaje cuesta mucho. Dicen que cuando no te toca, no te mueve. Pero no debemos esperar a que nos toque a nivel personal para poder entender cómo se siente la indiferencia, la discriminación. Yo las he vivido con mi hijo. Estamos en una sociedad muy individualista que se olvida del resto, y que solo por unos días pone de moda a las personas con síndrome de Down ante cualquier eventualidad y luego sigue con sus vidas. Por eso, ante situaciones como la ocurrida con el programa en cuestión es necesario marcar la línea entre lo que es la ofensa y el humor. Por supuesto, nosotros también nos reímos y disfrutamos de un buen chiste, pero tenemos claro que nunca puede ser a costa de la condición de otra persona.
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En ese sentido, tenemos que ser firmes como sociedad y exigir acciones concretas de parte de las autoridades. Eso nos ha llevado, como integrantes del Colectivo Down Perú, a solicitar a la Fiscalía de la Nación, junto a la Defensoría del Pueblo y la Sociedad Peruana de Síndrome de Down, que se intervenga conforme a ley. El mismo pedido se ha realizado a la Municipalidad de Miraflores para que también imponga las sanciones necesarias. Las que correspondan. Y es que un espacio que promueve la violencia (porque sí es violencia lo que se ejerció en ese programa emitido desde un teatro en Miraflores) no debería seguir operando. Lo triste es que hay gente que lo respalda bajo el argumento de “humor negro” o “libertad de expresión”. Nosotros, sin embargo, seguiremos trabajando por una sociedad realmente respetuosa de los derechos y con oportunidades para todos.
No buscábamos tener los reflectores sobre nosotros. Menos por un incidente de este tipo. Pero si algo queremos que todos recuerden a raíz de esta inesperada cobertura que ha recibido el colectivo en estos días, son tres cuestiones: 1) El Síndrome de Down no es una enfermedad; es una condición genética, una condición de vida. 2) Las personas con Síndrome de Down al igual que el resto de personas pueden aportar al desarrollo del país; simplemente debemos respetar sus tiempos y brindarles las oportunidades adecuadas para desarrollarse. Y 3) No son seres de segunda clase. Son seres humanos con derechos y también merecen y necesitan una vida digna. Si logramos recordar estos tres puntos, habremos aprendido sobre el valor y el respeto de las diferencias. ~