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Nayeli, el rostro de la rebeldía mexicana

Verde. Blanco. Rojo. México. Rangel. Nayeli Rangel. Ese es su nombre. Mujer y futbolista. Mexicana y mediocampista de la selección femenina. Voraz en la cancha e invulnerable cuando recibe comentarios machistas. “Eres mujer, deberías estar barriendo”, “ándate a jugar con tus muñecas”. Nayeli pone cara dura cuando oye esas frases.

A sus veintiséis años resguarda a su equipo desde el centro del campo. Jugó en España en 2017, pero un año después volvió a México, a los Tigres de la UANL, con el que logró el título de la Liga MX Femenil. Su amor patriota y el cariño por su camiseta la obligaron a retornar a las canchas mexicanas. Dejó a un lado el prestigio español y regresó donde sus sentimientos la guiaron para establecerse como una de las mejores futbolistas del país.

Nayeli nació en Monterrey, en Nuevo León, y empezó su carrera en 2008. Ha disputado tres Copas del Mundo Sub 20 (Chile 2008, Alemania 2010 y Japón 2012), además de dos Mundiales con la Selección Mayor (Alemania 2011 y Canadá 2015), siendo capitana en ambas ocasiones.

¿México, el país de las doce mil violaciones sexuales por año y los doce mil casos de feminicidios, podría estar encaminando su tolerancia con respecto a las mujeres hacia un sentido más igualitario? A Nayeli le entusiasma imaginar que su país tiene el medicamento para esta enfermedad que va, en exclusiva, contra la mujer y que, al crear una liga femenina, la esperanza aún tiene vigencia. ¿Podría ser cierto? Ojalá sea así, Nayeli: que el fútbol, por más trivial que pueda parecer, le inserte a las mujeres ese incentivo de valor y de ilusión.

Esa es su manera de hablar. No cede a ninguna posibilidad derrotista y si dice que el nacimiento de una liga femenina es un paso adelante hacia la igualdad de género. Puede que sea cierto, puede que signifique el empoderamiento de las mujeres en el oscuro mundo del machismo que retrata el deporte y puede que sí simbolice una nueva grieta en el sistema impregnado de ideologías limitantes que posponen o imposibilitan el ascenso de la mujer.

Ella lo comprende.

“Te enfrentas a muchas cosas (…), pero todo lo tomé como un impulso”, le dijo en cierto momento al diario El País de España. No es fácil ser mujer y querer hacer algo de “hombres”. No es fácil hacerle oídos sordos a esos comentarios y serle fiel a tus metas. No es fácil.

En el fútbol no solo la sudan los varones, sino también las mujeres: las que saben qué es vivir con un sueldo menor al resto por una razón injustificable, las que dan a luz a sus hijos y los aman hasta el final incluso cuando ellas son abandonadas, las que aprendieron a luchar solas en nuestra sociedad que es una sociedad “de hombres”.

En la cancha, las mujeres son igual que en su día a día: combatientes, emprendedoras y apasionadas. Como Nayeli Rangel, como su grito de euforia que truena en el estadio tras meter un gol, como su grandeza deportiva –que también es femenina–, como cuando pone en cuestión la fuerza y dureza de los movimientos como rasgo enteramente varonil al agredir al balón con sus musculosas piernas –con músculos que son también de mujer.

Nayeli Rangel, como el Chicharito Hernández, el mejor futbolista mexicano, también la suda. Y, aunque gane dieciséis millones de pesos menos que el delantero del Bayer Leverkusen de Alemania, Nayeli no defrauda ni deja duda sobre su destreza como jugadora. Rangel. Nayeli Rangel. Pasión. Fortaleza. Fútbol. Mujer. ©

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