Newsletter
Síguenos

Recibe las mejores historias del deporte peruano y mundial

Tan Bueno como su apellido

Con solo 18 años, es la actual sensación del tenis peruano. Dicen que es el futuro, pero más parece el presente. Gonzalo Bueno llegó a semifinales del Challenger de Lima, fue subcampeón del Roland Garros juniors en dobles y avanzó hasta semis en el US Open junto a Ignacio Buse. La periodista Valeria Vega perfila al joven trujillano que, alguna vez, dudó entre el golf y el tenis, y que ahora vive en Buenos Aires para llegar a lo más alto del ranking ATP.

Los aplausos no dejan de escucharse. Los gritos tampoco. Un joven —desconocido para algunos— acaba de voltear un duelo que le ha permitido clasificar a las semifinales del Challenger de Lima. Su nombre es Gonzalo Bueno y está llamado a ser una estrella emergente en el tenis peruano. Convocado para la serie de Copa Davis que se juega la próxima semana ante Chile en Lima, muchos especialistas piden que debute.

No solo le ganó a Gastao Elías, número 199 del mundo, sino que en el camino del Challenger derrotó a Juan Pablo Ficovich y a Román Andrés Burruchaga, quienes contaban con, al menos, 600 puestos por encima de él en el ranking ATP. Era una prueba, pero salió con nota sobresaliente. “Hace una semana, no me la hubiera creído”, confesó.

De ser un participante invitado con una wildcard, pasó a convertirse en el tenista peruano más joven en pisar las semifinales de un Challenger en los últimos 25 años. Además, se unió al récord de los nacidos en el 2004 capaces de alcanzar las etapas finales de un evento como este. Su nombre destacó junto al croata Mili Poljicak y el belga Luca Van Assche.

Bueno hizo historia en el Challenger de Lima.

A su corta edad, lleva prácticamente toda una vida en el tenis. Y aunque recién cumplió 18 años, sobre la cancha, ya va sorprendiendo a rivales que le doblan la edad. Muchos lo denominan ‘el presente y el futuro’ del tenis peruano, pero él prefiere vivir el ahora, porque es consciente del proceso en el que está envuelto. Todo es parte de una evolución. Ser tenista profesional ya no es un sueño, es una realidad que va construyendo punto a punto.

TAMBIÉN LEE: Sin puntos, pero de gala, columna de Fabrizio Tealdo

Gonzalo Bueno le hace honor a su apellido e incluso lo excede. Es de esos jugadores que te hacen creer que el tenis es fácil, que solo basta tocar la raqueta y moverse al ritmo del ataque rival. Pero todo éxito tiene una gran cuota de sacrificio que incluye decisiones difíciles y mucha disciplina, sumada al talento.

Inició su travesía en el ‘deporte blanco’ a una edad en la que muchos niños pisan por primera vez un jardín de infantes. A los tres años, en lugar de colores, tenía una raqueta en la mano. Probablemente, todavía no aprendía a leer con exactitud ni mucho menos escribir, pero la habilidad estaba en sus manos, en sus piernas y en su mentalidad competitiva.

El tenis despertó en él como una curiosidad más. Practicó todos los deportes, o al menos los que el club de su ciudad, ofrecía a los niños más pequeños. Hasta ese momento, él no identificaba diferencia entre uno y otro. Lo que más llamaba su atención era el grupo de amigos que encontraba en los talleres deportivos, le gustaba pasar el rato con ellos. Una vez dentro, con la diversión asegurada, solo desarrollaba todo lo que vino innato. Talento es lo que identificó uno de los profesores, Luis Pino. Al ver que el pequeño ‘Gonza’ tenía potencial y, sobre todo, un valor agregado que lo diferenciaba de los demás pequeños del taller conversó con sus padres para convencerles que su niño era todo un fenómeno.

¿GOLF O TENIS?

A los cinco años, Gonzalo ya estaba ascendiendo a grupos más competitivos en la academia del club al que pertenecía. Estudios y entrenamientos eran su rutina diaria y a medida que iba creciendo, se daba cuenta que aquello que inició como un pasatiempo se estaba convirtiendo en su vida entera. Como todo niño, curioso y difícil de satisfacer, a los nueve años sintió un ligero cansancio por el tenis. ¿Y si no es para mí?, se preguntó una vez y se lo repitió por algún tiempo más.

Desde muy pequeño se caracterizó por las decisiones firmes. En esa línea, optó por probarse en el golf. Esta experiencia fue clandestina. A veces iba al club con la excusa de entrenar sobre el polvo de ladrillo, pero tomaba una ruta secreta, para que no lo vieran en las canchas de tenis, e iba a los campos de golf.

La razón, hasta la actualidad, sigue siendo difusa. Pero Gonzalo resalta que fue parte de crecer y ‘sacarse el bichito’. Es sincero, le gustaban los buggies (carritos de golf), la indumentaria y hasta la forma de ejecutar los tiros. Quedarse con las ganas no es una opción para Bueno, así que lo intentó por un par de meses. La competitividad la lleva en la sangre y por eso participó de dos torneos internos de golf. Al no ganarlos, se retiró prematuramente y volvió a donde siempre perteneció: el tenis.

Desde muy chico, Gonzalo estuvo siempre con una raqueta. ARCHIVO PERSONAL.

DE LA PROVINCIA A LA CAPITAL

Existen muchas razones para migrar. La de Gonzalo fue el tenis. Iba a cursar el cuarto año de secundaria cuando consideró mudarse a Lima. En Trujillo, todo marchaba bien con su familia y amigos. Sin embargo, las ganas de seguir creciendo en el deporte lo empujaron a salir de la zona de confort. La idea de ser tenista profesional dejó de ser un sueño de niño, estaba siendo una realidad y todo dependería de él.

En el club donde se formó, ya no había más compañeros para entrenar e intensificar su juego. La mayoría, por no decir todos, optaron por el tenis universitario y dejaron la provincia por Estados Unidos. Bueno también rozó la opción de representar a alguna institución educativa superior en la nación del ‘tío Sam’, pero no la tomó. El objetivo estaba en la profesionalización de su talento.

Con el apoyo de su familia, hicieron todo como un primer saque que termina siendo un ace. Buscó el colegio adecuado y realizó su traslado a la capital. Lima lo recibió de manera caótica por naturaleza. Pistas y calles abarrotadas por vehículos y tumultos, lo que no se ve en su natal Trujillo.

La esfera del tenis ya lo conocía, pero en el colegio no tanto. Compañeros, profesores, horarios y hasta uniforme nuevo. Hubo suerte, mucha suerte. En solo dos años, los últimos de la etapa escolar, logró consolidar un grupo de amigos sincero y leal. Tanto así que la tribuna occidente del último Challenger de Lima 2022 estuvo compuesta, en la parte central, por aproximadamente 25 amigos de Bueno. Aunque no todos juegan tenis, estuvieron dispuestos a llenar de apoyo, aliento y ovaciones a su amigo.

Los amigos de su colegio fueron a verlo al Jockey Club.

Cada vez que puede, Gonzalo vuelve a Trujillo. No solo porque extraña a su familia y amigos, también por la comida. El cabrito o el sanguche de pollo y el jugo surtido del San Agustín, cafetería tradicional e histórica, también figura como una de sus paradas obligatorias cuando pisa nuevamente el norte del Perú.

EN MUY BUENOS AIRES

En 2020, Gonzalo volvió a plantearse un nuevo cambio. Otro paso necesario en la evolución. Argentina sería su siguiente parada permanente. No solo iría como parte de su gira deportiva, sino que ahora entrenaría y viviría ahí. Una gran decisión.

La emergencia sanitaria de la COVID-19 paralizó los planes de todo habitante del mundo, incluido Gonzalo. Si bien, no viajó ni se instaló en Buenos Aires, sí sacó provecho de su tentativa decisión: contactar directamente a Juan Pablo Varillas por primera vez.

TAMBIÉN LEE: Varillas al alza, entrevista de Ornella Palumbo

La primera raqueta nacional, y actual top 100 del ranking ATP, vive en la ‘Ciudad de la Furia’ desde hace algún tiempo y Bueno consideró que sería una buena fuente de información. Anteriormente, solo se habían saludado en algunos eventos de la Federación. Sin embargo, entre charla y charla, bajo la intención de mudanza, se fue formando una amistad. Ahora, se ven casi todos los días, almuerzan y cenan muchas veces ya que ambos residen en la capital argentina. Coinciden en sus entrenamientos físicos y se dispersan cuando tienen que hacer sus respectivas giras internacionales. Aún así, siempre mantienen contacto, estando cerca o lejos.

“Es como tener un ídolo cerca”, revela Bueno. Un ídolo y amigo, alguien que, con su presente y ocho años de ventaja, le marca los pasos para llegar a ser lo que quiere ser: un grande en su país. Lo que Juan Pablo Varillas representa en él es un ‘sí se puede’.

EL SUEÑO NUNCA ACABA

A sus 18, Gonzalo es un chico lleno de sueños. Pero se identifica como uno muy simple de satisfacer pues es capaz de lograr todo lo que se propone. Desde lo referido al tenis hasta en el espacio de entretenimiento, es de ‘gustos fáciles’ como dice él.

Si mañana le concedieran un sueño a cumplir, él elegiría jugar en la Philippe Chatrier con Rafael Nadal, su máximo ídolo. “Es como un extraterrestre, es irreal”, admite sobre su ídolo. De él aprendió a tener garra y pasión. De la misma manera, a preferir la tierra batida antes que la cancha dura. Gonzalo considera que el verdadero tenis se ve encima del polvo de ladrillo, donde la pelota va más lento y hay más posibilidad de mostrar la técnica y la elegancia que cada disparo involucra.

Si se le pregunta por otro sueño, Gonzalo duda un poco. No descarta asistir a un Gran Premio de Fórmula 1, intercambiar algunas palabras con Hamilton y Verstappen o de disfrutar del recital en vivo de Coldplay, pues es lo que le apetece hoy. Es consciente que mañana, sus gustos pueden cambiar. El único que permanece firme e indudable es su amor por el tenis.

LAS METAS NO CAMBIAN

Su primer gran objetivo, en el radar de metas, es ubicarse dentro del Top 100. Pero eso lo ganará con tiempo y mucho esfuerzo. A corto plazo, antes de acabar el año 2022, anhela concluir su campaña lo más alto posible en el ranking y evitar las lesiones. Acaba de ser semifinalista en dobles del US Open y llegó a octavos de final en singles, algo que no lograba un peruano en un Grand Slam Junior desde el 2013.

Tiene pendientes unos Challengers en Sudamérica. Pero eso sí, en la primera posibilidad de ascenso, se ve dentro del ATP Tour batiéndose a duelo con los mejores del mundo en la categoría masculina. Con Perú ya está con la camiseta puesta. Ha sido convocado para la Copa Davis y espera debutar.

Gonzalo tiene 18 años y 15 de ellos, dedicados al tenis. Su apellido es fácil de recordar y parece una característica de su juego: Bueno. El trujillano es parte de la camada de jugadores como Ignacio Buse y Gianluca Ballota que están llamados a brillar en poco tiempo. Perú lo necesita. ~

Total
0
Shares
1 comment
  1. Hola conocí a Gonzalo en el Challenger que jugó en Lima, sé que lo entrena el Pato Reynoso, me gustaría una entrevista con él

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas
Leer más

Escala en París

Juan Pablo Varillas estuvo por primera vez en su carrera en el cuadro principal de un Grand Slam. Tuvo contra las cuerdas al 9 del mundo y estuvo cerca de la hazaña en el Roland Garros, pero al final sucumbió. ¿Qué falta para dar el paso definitivo al top 100 de la ATP? El periodista Angelo Torres Zevallos intenta responder esta interrogante mientras describe el complicado viaje que es ser un tenista profesional.
Leer más

Lo que callamos de Gareca

Ricardo Gareca es un orador que conectó con el pueblo peruano pero que también, como los políticos, está lleno de contradicciones. “Hay que dejar a la gente hacer su vida”, decía el ‘Tigre’ consultado sobre la fiesta de cumpleaños de Paolo Guerrero en plena pandemia. Miró a un lado cuando su club fue tomado por un cartel colombiano, apoyó una marcha contra el aborto y respaldó a presidentes de la FPF cuestionados. ¿Un técnico exitoso también puede ser políticamente incorrecto?
Total
0
Share