Es nuestra capitana, nuestra guía y líder. Ahora, en medio del dolor de la eliminación, cuando todos aplauden a un equipo que lo dejó todo, toca hablar sobre ella.
Ya nos complacimos adulando a nuestra selección masculina: la campeona, la insurgente, la honorífica. Pero es hora de eludir la testosterona cultural y ver qué es lo que está ocurriendo en la selección femenina de fútbol peruano.
Toca hablar de Sandra Arévalo. Sandra da el pase. Sandra evita el gol del rival. Sandra maniobra el balón frente a las piernas de su oponente.
Sandra Arévalo sabe cómo burlar los movimientos de sus adversarias: piernas ensambladas con fibra, chimpunes acelerados sobre el césped hasta que consiguen la pelota, embustes en sus movimientos de mediocampista que aprovechan la inocencia de sus rivales.
Diecinueve años, capitana de JC Sport Girls, campeona y representante femenina del fútbol en el Perú. Sandra Arévalo, ‘Sandy’ en confianza, es la imagen de la fuerza y el emprendimiento de las mujeres que aman el deporte, pero que siguen siendo un frágil fantasma dentro de una institución masculina.
En abril de este año –jugando en la Copa Americana Femenina, como la última competencia a nivel Latinoamérica–, nuestras chicas de la Blanquirroja pelearon contra Chile, Uruguay, Paraguay y Colombia. ¿Su barra?: cuatro gradas medio llenas por el público alrededor de un campo de dimensiones reducidas como lo es el Estadio la Portada de Chile que es casi la cuarta parte del Santiago Bernabéu de Real Madrid.
Las peruanas tienen corazón, tienen fiereza y mucha motivación. Pero el mercado no las apoya ni auspicia. Ni siquiera las mira. ¿Dónde quedó, entonces, la unión tan patriota que se escucha en cada rincón? ©