La ciudad amarilla de los puentes colapsados y de la histórica falta de planificación solo cuenta con 170 kilómetros de los aproximadamente 600 que necesita. Diez distritos no contemplan, siquiera, un kilómetro para los ciclistas. Lo más dramático: la inexistencia de proyectos en carpeta. ¿Cómo una capital de 11 millones de habitantes puede ser viable sin un plan a futuro?
En 2014, Christiam Pardavé, un muchacho de 27 años de edad, se dirigía en su bicicleta desde San Borja hasta Jesús María para dar un examen de alemán. Inició su recorrido con tranquilidad por la calle posterior del Museo de la Nación, cuando a lo lejos divisó un vehículo mal estacionado. Decidió pasarlo sin mayor apuro, cuando de pronto el conductor abrió su puerta e impactó a Christiam. Lo hizo volar varios metros.
El estudiante cayó de espaldas sobre la pista de la calle Comercio. Por suerte, la mochila que llevaba puesta amortiguó la caída y evitó que se golpeara la cabeza. De inmediato, el conductor del auto salió y le increpó haber aparecido de la nada. Minutos después llegaron los efectivos de serenazgo y llevaron a Christiam a la comisaría de San Borja a contar lo sucedido. El conductor huyó.
Hasta el lugar llegaron los papás del accidentado muchacho y, horas después, lo hizo el conductor del auto, quien se sometió a una prueba de orina. Debido a la adrenalina que le produjo el accidente, Christiam no sentía ningún dolor, ninguna molestia, hasta que vio uno de sus codos hinchados y tuvo que ser llevado una clínica donde lo atendieron y le detectaron una lesión en el cuello. Terminó con un collarín.
“En este país el ciclista siempre tendrá la culpa en un accidente. Es una ciudad donde el auto está primero, es nuestra idiosincrasia”, lamenta Christiam. Su padre terminó pidiéndole disculpas al tipo que hizo volar a su hijo.
Pero el caso de Christiam Pardavé es uno de muchos. Y evidencia un problema de fondo: no existe una red interconectada de ciclovías, y por eso los ciclistas se exponen, diariamente, a la jungla vehicular que identifica a nuestra capital.
“Apenas contamos con 170 kilómetros de ciclovías de los casi 600 que necesitamos. No tenemos una red de ciclorrutas segura en Lima, porque a la bicicleta se le ve como un vehículo menor. El auto sigue siendo el modelo aspiracional, el que da estatus. Es un tema cultural, pero también de voluntad política”, señala Alfonso Flórez, de la Fundación Transitemos.
Pero, ¿dónde están repartidos esos 170 kilómetros de ciclovías? A simple vista, en San Isidro, Miraflores, Surco, Surquillo, San Borja, La Molina y Pueblo Libre. Según la subgerente de Transporte No Motorizado de la Municipalidad de Lima, Jenny Samanez, estos municipios son los únicos que se han preocupado por darle espacio a los ciclistas y con quienes la comuna limeña trabaja de la mano.
“Estos siete distritos nos mandan constantemente sus proyectos de ciclovías. A los demás habrá que cambiarles el chip, porque siguen pensando que la bicicleta es un vehículo meramente recreativo”, cuenta Samanez. Algo paradójico si se tiene en cuenta que el cierre del Centro Cívico y de la avenida Arequipa, por parte de la comuna limeña, para que circulen solo los ciclistas, responde a una actividad netamente recreativa.
Pero los esfuerzos de estos siete distritos no son suficientes. En muchos casos, las ciclovías no fueron bien diseñadas, como el cruce de la avenida Larco con 28 de Julio, en Miraflores, que incluso no contó con la venia de la Municipalidad de Lima, el ente rector que recoge estos proyectos para aprobarlos o desaprobarlos.
“Nosotros le observamos esa ciclovía a Miraflores –explica Samanez–. Yo fui una de las primeras que la criticó. Pero no la modificaron porque esa vía es un éxito, hasta yo la uso. Creo que transitan cerca de 150 ciclistas por ahora”.
Otro caso que evidencia que cada distrito diseña y construye sus ciclovías a su manera es San Isidro, donde las pintan de color verde –a diferencia de Miraflores que las tiene de color rojo–, una pintura que, incluso, ha sido catalogada como peligrosa.
“San Isidro tiene iniciativas para los ciclistas, pero tenemos que aceptar que algunas son discutibles. Esa pintura verde, por ejemplo, es riesgosa, porque la bicicleta resbala y uno puede accidentarse”, explica Alfonso Flórez, de Transitemos.
A todo esto se suma que la Municipalidad de Lima no puede realizar una sanción efectiva contra los distritos que diseñen mal sus ciclovías –como por ejemplo una multa–, debido a que la ordenanza 1851, que regula este tema, solo contempla una llamada de atención a quienes incurran en este tipo de errores.
Diez distritos que no saben que existen ciclistas
Entonces, si los distritos antes mencionados son los que más incluyen a los ciclistas en sus rutas, pese a las fallas en los diseños, ¿cuáles son los que se olvidaron por completo de ellos? Son diez: Ate, Breña, Comas, El Agustino, Independencia, Puente Piedra, Rímac, San Juan de Miraflores, San Luis y Villa María del Triunfo.
En estos distritos no existe ni un solo kilómetro de ciclovía, y en sus portales web se puede apreciar, más o menos, su visión. Allí enfatizan la construcción de más pistas para que transiten los autos, pero la bicicleta no es mencionada ni de casualidad.
Se intentó entablar comunicación con estos municipios para saber a fondo el porqué de la falta de ciclovías. Sin embargo, se consiguieron escasas y repetitivas respuestas: “No, no tenemos ciclovías porque en el distrito tiene otras necesidades”. Y lo más trágico es que no tienen proyectos para cambiar este panorama.
Para el arquitecto Javier Flores es inconcebible que Lima no tenga las ciclovías que necesita o que en muchas zonas no existan, pues considera que es hasta mucho más económico que otros proyectos y con menor tiempo de ejecución. Señala que, en 2005, la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) hizo un estudio y determinó que Lima necesitaba ocho líneas de metro. Entonces Flores hizo números.
“La primera línea de metro tardó 25 años en hacerse y la segunda finalizará en 2021. Entonces faltarían seis más –explica Flores–. Si se saca la cuenta, son siete años por cada línea, en total son 42 años. Mientras que por un kilómetro del Metro de Lima se pueden hacer 100 kilómetros de ciclovía. Podemos hacer una red potente si lo queremos”.
Una gran ciclovía frustrada por un baipás
Otro ejemplo de la falta de voluntad política, para incluir a la bicicleta como un verdadero transporte en Lima, fue la frustración de un gran proyecto de ciclovía que pretendía conectar al Centro Histórico con Miraflores y Barranco. El baipás del alcalde Luis Castañeda Lossio truncó el proyecto en abril de 2016.
La Fundación Transitemos consiguió donaciones para construir una ciclovía que pasaría por las avenidas Miguel Grau (Barranco), Larco (Miraflores), Salaverry (Jesús María, Lince y San Isidro), Arequipa (Miraflores y Lince), por el jirón Washington y que finalmente llegaría a la Plaza de Armas. Una ciclovía de 1.4 kilómetros, pero no se contó con la construcción del baipás.
“Lo del baipás fue como si nos sacaran un as bajo la manga. El problema con los alcaldes es que como su periodo dura cuatro años, entonces quieren hacer muchas obras para ser recordados –comenta un indignado Flórez–. Con decir que con la mitad de la inversión de ese baipás se pudo haber arreglado el problema de la semaforización inteligente en toda Lima”.
Entonces, con la improvisación de construcciones en pro de los vehículos motorizados, se evidencia algo más: la ciudad sigue creciendo sin ninguna planificación y, por ende, la bicicleta no tiene el espacio que merece.
Para la arquitecta Liliana Collado, a Lima le urge un reordenamiento urbano que permita incluir, en este caso, a las bicicletas como un vehículo más sobre las calles.
“Hubo un plan urbano, pero no se implementó por falta de voluntad política. Entonces, las pocas ciclovías que existen, en muchos casos, están improvisadas. Estas requieren un espacio normativo”, apunta la arquitecta.
Collado menciona que se está desaprovechando una oportunidad valiosa al negar el desarrollo de la actividad ciclística urbana, debido a que, según otro estudio de JICA, muchas personas en Lima se trasladan en taxi en rutas cortas, y ese es un público potencial para el uso de bicicletas.
“No tenemos una red de ciclovías, sino tramos cortos y fragmentados. Estas deberían llegar hasta el Metro y El Metropolitano y estacionar las bicicletas en las estaciones. Pero no tenemos infraestructura y eso genera un problema de seguridad que desanima a las personas”, agrega.
Debido a ese problema de seguridad, que acusa la arquitecta Collado, las personas piensan dos veces antes de salir a hacer sus rutinas en bicicleta. Incluso, señala, que en un estudio que realizó el Consejo Nacional del Ambiente (CONAM) en 2005, solo el 0.5% de la población limeña se trasladaba en bicicleta, pero que en los últimos años esa cifra bajó a 0.3%.
“Las autoridades son las llamadas a incluir a los ciclistas en sus planes. Pero, por ejemplo, lo que hace el alcalde Castañeda Lossio es aumentar carriles para los autos, arrinconar al peatón y al ciclista en las veredas, que de por sí son insuficientes”, enfatiza la arquitecta.
¿Y existe algún plan vigente?
Existe un plan que se concibió hacia el final de la gestión de Susana Villarán como alcaldesa de Lima, y se le llamó Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano Lima y Callao al 2035 (PLAM al 2035), el cual contempla, además de un reordenamiento urbano, una red de ciclovías. Sin embargo, si la mayoría adecuada, no se aprobó en el pleno del Concejo.
“Lo que nosotros queremos que se sepa es que existe un plan. Pero no sabemos por qué no lo ejecutan. El plan puede ser malo o bueno, pero es un plan, entonces la autoridad actual tiene la oportunidad de revisarlo, corregirlo y lanzarlo nuevamente”, exige Alfonso Flórez.
La Municipalidad de Lima ha destacado que la actualización del PLAM al 2035 acaba de ser culminada por el Banco Mundial y que pronto se ejecutará. Contempla la uniformidad de colores en las ciclovías, así como las medidas reglamentarias. Las que no se ajusten a estos lineamientos tendrán que ser reformuladas.
Nos intentamos comunicar con la subgerente de Transporte No Motorizado, Jenny Samanez, para que precise cuándo se pondrá en marcha este plan y cómo se hará con los distritos que deban cambiar las ciclovías mal diseñadas. Sin embargo, no tuvimos éxito.
La necesidad ha quedado expuesta. A nuestra capital le urge tener una verdadera red de ciclovías, y no hay excusas. Tenemos las condiciones favorables porque es una ciudad plana, sin lluvia y la población es mayoritariamente joven. La última palabra la tienen sus autoridades.
Mientras tanto, y hasta que ese momento llegue, a Christiam Pardavé y a todos los ciclistas no les quedará más que encomendarse cuando salgan a las calles a seguir pedaleando.
Puro rojete tratando de echar barro a Castañeda y elevar a los altares a la delincuente presa Villarán. Justifican cualquier estupidez mal diseñada y no han tenido en cuenta que somos una ciudad de 11 millones que ya no da más. Lo que se necesita es diseñar nuevas ciudades en todo el Perú y no paliativos estúpidos en Lima. Rojos descerebrados.
Estimados, yo estoy de acuerdo con el uso de la bicicleta y que se hagan ciclovias, pero estas tienen que ser sostenibles, porque quitar área de uso a las vías para hacerlas ciclovías es un abuso de autoridad por parte de nuestra clase política territorial, demostrando una falta de planeamiento, y demostrando su ineficiencia. Primero, que las vías fueron creadas para medio de transporte vehicular (autos, buses, motos, camiones, entre otros), y para acceder a su uso (en el caso particular), se tiene que pagar para ello, desde que sacas tu licencia, pasando por un seguro, ahora obligatorio, y un impuesto que el Estado de cobra con la finalidad de emplear sus vías. Al momento que quitan área a las vías para volverlas ciclovías, vulneran nuestro derecho de uso y acceso, pues una bicicleta o scooter electrico no pagan por licencia, ni seguro, ni impuesto. Cada decisión que toma la clase política que nos gobierna genera un gasto, y ese gasto sale de nosotros (impacto), y en vez de hacer un bien vulnera nuestro acceso a derecho de uso de vías.
Saludos!