Cinco breves historias sobre Freddy Rincón, el colombiano que marcó época en el fútbol sudamericano, pero que, más allá de su origen, logró que millones de peruanos se identificaran con la Colombia de Maturana. A propósito de su reciente fallecimiento, el periodista Kike La Hoz desempolva algunos pasajes del “Coloso de Buenaventura” vinculados al fútbol peruano.
Nos guste o no, cuando nuestros ídolos de infancia empiezan a morir, es señal inequívoca de que el mundo en el que crecimos ha comenzado a desaparecer. Es una de las leyes de la vida. El dictamen cruel de un relojero todopoderoso. El juego perverso de la existencia. Pero lo realmente desolador es cuando ese ciclo natural se trastoca por algún capricho del destino. Y entonces solo nos queda resignarnos a la noticia cruda del noticiero anunciada con voz lúgubre. Como la ocurrida hace una semana: “A sus 55 años, Freddy Rincón ha muerto”.
A los que nacimos antes del fin del siglo pasado nos ha tocado compartir con los millennials a Messi, Cristiano y esa interminable disputa por los Balones de Oro. Debemos estar viviendo una de las épocas más prolíficas de la historia del fútbol mundial. La más fantástica, incluso mucho más que la que instauraron los galácticos madridistas y Ronaldinho, ese extraterrestre que nació con piel de brasileño. Pero quizá los ojos y la memoria más emotiva estén diseñados para encandilarse con lo primero que uno ve. Con lo primero que uno conoce, y por eso las querencias más recónditas, para los que bordemos los cuarenta, estén reservadas para las vivencias iniciáticas. El descubrimiento de la pasión. Y en el caso del fútbol, el gol de Freddy Rincón a Alemania, las melenas de Valderrama e Higuita, la Colombia de Maturana, la Camerún de Roger Milla y el Mundial de Italia (por más desacreditado que esté) habitan siempre vivos en los recuerdos. Como un bucle infinito, como un loop que se reproduce sin control. Nostalgia automática.
Si la muerte es un lugar común; los recuerdos, como nuestra única propiedad intransferible, también lo son. Pero no importa. Freddy Rincón ha muerto y seguimos sin entender cómo un accidente automovilístico acabó con la vida de alguien que era el encargado de llegar siempre de atropellada. “Colombia ha perdido un héroe, pero ha ganado una leyenda”, se apuró en decir entre sollozos Óscar Córdoba, uno de los arqueros de la selección Colombia que pudo compartir camerino con él. Qué envidia y qué frase tan certera.
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Una leyenda. Eso es Freddy Rincón. Y las leyendas como la suya están construidas sobre un cúmulo de historias entrañables. Historias grandiosas e historia mínimas. Las cuatro que incluimos aquí son una selección arbitraria. La delimitación tendenciosa de alguien que siente, quizá como otros peruanos, que el “Coloso de Buenaventura” nos representaba. Poco importaba si vestía de rojo o amarillo o que sus goles sumaran a favor de Colombia o el América de Cali. Indefectiblemente, cada vez que Rincón pisaba el área nos hacía sentir de la misma patria.
1. Un grito nacional (1990 / Alemania 1-1 Colombia)
No exagero si digo que el gol que Freddy Rincón le marcó a Alemania Federal en el Mundial de Italia 90 fue celebrado como un gol peruano. Preservo ese recuerdo colectivo con mis hermanos. En nuestra casa de La Victoria, el gol sobre la hora se gritó en coro con el resto del barrio. Colombia había debutado con un triunfo sobre Emiratos Árabes Unidos (2-0), pero la derrota ante Yugoslavia (0-1) le exigía rescatar puntos ante uno de los favoritos para llevarse la Copa del Mundo, Alemania.
En el último partido del Grupo D, pocos daban chances de que Colombia lograra siquiera despeinar a la selección dirigida por Franz Beckenbauer en el estadio Giuseppe Meazza en Milán. Luego de casi 90 minutos, sin embargo, el empate reflejaba lo visto en el campo: un partido áspero con pocas chances de gol. Sobre el final, un descuido del mediocampo colombiano permitió que Pierre Littbarski se filtrara por el sector izquierdo y adelantara para Alemania. El gol a los 88’ sabía a injusticia. Pero un milagro estaba reservado para el final. En realidad, más que un milagro, una obra maestra de la construcción, que empezó con un combazo de Leonel Álvarez y que Valderrama transformó en un callejón con una salida secreta, que solo Rincón estaba destinado a recorrer hasta la inmortalidad.
En el Perú de los apagones, la leche Enci y los bolsillos agujereados por la inflación, el gol de Rincón se gritó como un desquite. Colombia, heredera de una legendaria tradición de futbolistas peruanos como Uribe, Cueto, Sotil y más atrás Ismael Soria, Barbadillo y ‘Vides’ Mosquera, por citar solo algunos, nos hizo olvidar nuestras propias penurias. Al menos por unos minutos. Colombia, ese primo hermano histórico, ese vecino que puede entrar a casa sin tocar, era nuestra bandera en Italia 90. Por muchos años pensé que mi memoria, producto de la nostalgia, había magnificado lo que nos tocó vivir aquel 19 de junio de 1990. Pero hace unos días me crucé con este texto del peruano Óscar Contreras, publicado en el diario El Tiempo de Bogotá: “El grito emocionado de Freddy Rincón, anotando a Alemania, en las postrimerías del match, fue el grito de Colombia y sus regiones. Y el grito del Perú. Que escuchaba la radio y miraba los partidos en diferido. En aquel tiempo de vacas flacas, el Perú vivió el mundial interpósita persona”. No me quedan dudas: aquel gol educó a toda una generación.
Incluso el propio Rincón, un par de años antes de morir, descubrió que el partido se seguía jugando en otro plano. Treinta años después recién pudo ver el encuentro completo gracias a una retransmisión de la cadena Caracol. “Yo solo había visto el gol (…) Fue interesante, casi la mitad de los colombianos de hoy en día no habían visto el partido, y hubo mucha emoción”, explicó. Y es que la emoción sigue ahí, como estacionada en el tiempo. Porque uno, cada tanto, se siente empujado a reproducir el último tramo de aquel partido en Milán, a chasquear los labios con el gol de Littbarski, a desilusionarse con los escasos minutos que restan, a apretar el puño cuando Leonel la recupera, a pegar la cabeza a la pantalla en el instante en el que el Pibe la filtra entre varios alemanes y a sentir que Rincón sigue vivo en esa corrida fantasmal que uno ya intuye, imagina y fantasea cómo acabará.
2. Diablo y copero (1993 / Sporting Cristal 2-3 América de Cali)
El recuerdo de Freddy Rincón para los peruanos de mi generación también está vinculado a la Copa Libertadores. En 1992, la fase de grupos permitió que los representantes peruanos y colombianos se enfrentaran entre sí. Eran las reglas de entonces: campeones y subcampeones formaban parte de la misma serie. América de Cali, con el ‘Coloso’ entre sus figuras, derrotó en casa a Sport Boys (2-0) y Sporting Cristal (1-0), y luego, en Lima, sorprendió al cuadro rosado (1-2), pero no pudo ante los celestes (1-3). Aquel América llegó hasta las semifinales del certamen continental.
En la edición de 1993, el equipo caleño volvió a cruzarse con Cristal, pero esta vez por los cuartos de final del torneo. El sorpresivo 2-2 en el Pascual Guerrero, con dos goles del Bimbo Ávila para los celestes, ilusionó a muchos. En Lima, sin embargo, América de Cali hizo sentir todo su poderío. No en vano tenía en sus filas a Leonel Álvarez, Harold Lozano, Wilmer Cabrera, Antony de Ávila, Francisco Maturana, como entrenador, y, por supuesto, a Freddy Rincón. Los Diablos Rojos se pusieron adelante 3-0, y aunque Cristal descontó a los 32 y 35 del segundo tiempo con goles de Julinho, no le alcanzó para eliminar a uno de los clubes más temidos de aquel momento. Rincón, con la legendaria 14 en la espalda, se despidió satisfecho del Estadio Nacional.
Por cierto, cabe anotar que en esta época empezaría a germinar una amistad con Roberto ‘El Chorri’ Palacios, rival en ambas ediciones. Más adelante, se cruzarían en los duelos por eliminatorias, en el fútbol brasileño; y, ya retirados, como comentaristas deportivos en un programa llamado “El Rincón del fútbol”. Para eso, sin embargo, aún faltaban algunos años.
3. Nuestro verdugo noventero (1993 / Perú 0-1 Colombia)
Cuatro meses después de eliminar a Sporting Cristal de la Copa Libertadores, Freddy Rincón volvió a Lima. Las eliminatorias al Mundial de Estados Unidos 1994 exigían que Colombia y Perú se enfrentaran. Segunda fecha del grupo A. Agosto limeño. La selección peruana había debutado con derrota en casa ante Argentina. Debía levantarse. En tiempos de Vladimiro Montesinos en la sombra, el serbio Vladimir Popovic sería incapaz de sacar de la penumbra futbolística a un equipo que intentaba ser el recambio histórico de una generación gloriosa que terminó por agotarse en 1985.
Para mala fortuna, nos tocó cruzarnos con la mejor generación colombiana de la historia: Valderrama, Álvarez, Asprilla, Rincón. La tarde del 8 de agosto de 1993, el ‘Coloso’ fue la figura. El gol de la victoria (1-0) lo anotó él, y estuvo cerca de marcar el segundo sobre el final del partido. En la revancha, por la quinta jornada de las eliminatorias, Rincón volvería a dejar su sello ante Perú. El duelo en El Metropolitano de Barranquilla acabó 4-0, y el segundo tanto salió de los pies de Freddy. Una semana después, Colombia lograría lo inimaginable: clasificar tras golear 5-0 a Argentina en Buenos Aires y dejarla al borde de la eliminación. Por suerte, Paraguay empató en Lima ante Perú y así los albiceleste pudieron arañar el repechaje mundialista. Dos goles de Asprilla, uno del Tren Valencia y dos de Rincón. La figura del ‘Coloso’ no paraba de crecer.
4. Un merengue en Lima (1996, Alianza 0-1 Real Madrid)
Luego de su paso por América de Cali, Palmeiras, con el que ganó un par de títulos, terminó de ser su catapulta al fútbol europeo. En el Napoli su nombre alcanzó resonancia mundial, y por eso Jorge Valdano, director técnico del Real Madrid por aquel entonces, decidió llevarlo al Real Madrid en 1995. Junto a los argentinos Fernando Redondo y Juan Esnáider, y el chileno Iván Zamorano, formó parte de la legión sudamericana en uno de los clubes más poderosos de Europa.
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Las expectativas sobre el colombiano, sin embargo, no pudieron cumplirse. Pese a llegar precedido de una transferencia millonaria (se pagó cuatro millones de euros por su pase) y de convertirse en el primer futbolista colombiano en jugar en Real Madrid y (posteriormente) la Champions League, Rincón solo alcanzó a jugar trece partidos como titular, en los que apenas completó cuatro veces los noventa minutos. La salida de Valdano de la dirección técnica del Madrid le jugaría en contra. Y es que con el reemplazante Arsenio Iglesias en el banco sus opciones se redujeron hasta ser considerado transferible. No obstante, antes de marcharse pudo despedirse como titular, pero muy lejos del Bernabéu. Al final de la temporada 1995-1996, una invitación llegada desde el Perú le permitió volver a pisar un estadio al que conocía muy bien. El 12 de junio de 1996, por decisión del entrenador interino Mariano García Remón, Rincón saltó al campo del Nacional entre los once que se medirían ante Alianza Lima en un amistoso histórico. En la cancha, pudo enfrentar a César Cueto, uno de sus ídolos de infancia, que con 44 años y ya retirado, volvió a calzarse los chimpunes y la número 10 para reforzar al club victoriano.
El único gol del partido lo anotaría el argentino Esnáider, y Rincón completaría 60 minutos en el campo. Cueto, en cambio, jugaría hasta el minuto 26 del segundo tiempo. Antes de salir, se daría maña para levantar a todos de sus asientos con un pase milimétrico a Waldir Sáenz. El empate parecía un hecho, pero el remate de derecha del zurdo se perdería a un lado del poste del arquero Buyo.
5. Con la bendición de San Martín (2013, América 1-0 San Martín)
Si Cueto decidió volver a los 44 años, por qué Rincón no podía hacerlo a los 46. A finales de la temporada 2012, América de Cali había perdido las definiciones para regresar a Primera División. La decepción e impaciencia de los hinchas caleños se hacía sentir. Un año más en la promoción no era el destino para un grande del fútbol colombiano. En medio de la crisis, el anuncio de Rincón sorprendió a todos: “Voy a volver a jugar”. Nueve años después de retirarse con el Corinthians (2004), el ‘Coloso’ era noticia.
La falta de ritmo competitivo y preparación física hicieron que la incorporación de Rincón terminara siendo solo simbólica. Un viejo conocido suyo, Diego Umaña, otrora entrenador del América de Cali en 1992, decidió incluirlo en el partido de presentación del plantel para la temporada 2013 ante la Universidad San Martín de Lima. El 26 de enero de aquel año, los Diablos Rojos pudieron rendirle homenaje a una de sus más grandes figuras. El equipo caleño se impuso 1-0 a los santos, con Montaño, Farro, Corzo y Balbin en sus filas. Al minuto 29 del segundo tiempo, Rincón ingresó al campo para completar la fiesta y ser ovacionado por más de 15 mil espectadores presentes en el Pascual Guerrero. La inactividad y los años encima fueron evidentes de inmediato.
El ‘Coloso’ que alguna vez le arruinó los planes a Alemania, hizo temblar a Argentina en su propia casa y fue la pesadilla de Perú se despidió del fútbol dando unos pasitos cortos e indecisos, como si ya no estuviera dispuesto a aterrorizar a los rivales. Un gesto para extrañarlo más. Un adiós poético. ~