27 de junio, 9 de la mañana. Mi esposa alemana mira nuestras dos laptops con incredulidad. Yo la abrazo y le digo que lo siento, que es una pena, que nadie se esperaba este sorpresón. En una pantalla, jugadores con camisetas amarillas se abrazan y celebran mientras fanáticos con camisetas verdes observan sus celulares con frenesí.
En la otra pantalla, hinchas con sombreros negro-amarillo-rojos y camisetas blancas que tienen cuatro estrellas sobre el corazón se cubren el rostro mientras que un grupo de jugadores con camisetas rojas se abrazan como si hubieran conseguido ganar la Copa del Mundo.
Alemania ya no podrá defender su corona; acaba de ser eliminada del Mundial por primera vez en la historia desde que se instauró la fase de grupos. “La maldición del campeón” le llaman: cuatro de los últimos cinco campeones del mundo de fútbol masculino han terminado “con el rabo entre las piernas” cuando intentaron defender sus títulos. Francia, en 2002; Italia, en 2010; España, en 2014; y ahora Alemania: todas llegaron al Mundial como reyes del fútbol, pero fueron eliminados en la fase de grupo.
—No estoy triste ni enojada, solo decepcionada por la falta de un plan —me dice mi esposa.
“Faltó un plan”, es el peor insulto que una persona alemana te puede dirigir.
El plan A (si lo hubo) de Joachim Löw se basó en dos aspectos: darle la pelota al centrocampista Toni Kroos (acaso el mejor mediocentro del mundo en estos momentos) y abrir el juego por las bandas para lanzar un centro al área en busca de un rematador. Un plan que estaba destinado al fracaso por varios motivos, y al que Löw no supo agregar uno de contingencia en ningún momento.
En primer lugar, quizás agotado tras una larga temporada que concluyó con la obtención de su tercera Champions League consecutiva, Kroos nunca pudo sentirse cómodo en el campo (no es de extrañar que su majestuoso gol contra Suecia se haya producido con una jugada a balón parado y no tras una combinación en ataque).
México, Suecia y Corea del Sur, los tres equipos a los que se enfrentó Alemania en este Mundial, sabían que provocar un corto circuito entre el centrocampista del Real Madrid y los delanteros debilitaba tremendamente el ataque alemán y, además, les ofrecía oportunidades claras para el contragolpe (el gol de Hirving Lozano se produce tras una pérdida de balón del 8 alemán, por poner un ejemplo). Kroos, por otra parte, nunca tuvo un compañero con quien asociarse para generar fútbol en Rusia (un ya decadente Mesut Özil no puede compararse con el genial Luca Modric; Khedira es un buen destructor de juego pero es nulo para la construcción; y Gundogan apenas jugó unos minutos entrando como suplente en el partido contra los suecos).
Por otra parte, Timo Werner, el joven delantero del RB Leipzig, no es el típico atacante alemán que se regocija con el bombardeo aéreo. Al contrario, es un atacante que necesita espacio para correr y generar desequilibrio por la banda como lo demostró en el gol del empate que marcó Marco Reus contra Suecia. En tal sentido, no ofrece las mismas opciones ofensivas que el grandulón Mario Gómez. Sin embargo, cuando Gómez jugó, quedó claro que el corpulento aunque ya veterano centrodelantero no es tan infalible como Miroslav Klose.
La crisis alemana se remonta a los días anteriores al inicio del torneo: ciertas decisiones de Löw (incluir a Manuel Neuer pese a la lesión que lo apartó de las canchas desde septiembre de 2017; descartar al talentoso Leroy Sané del Manchester City) crearon tensión entre los jóvenes que ganaron la Copa Confederaciones 2017 y la vieja guardia que conquistó el Mundial en Brasil 2014. Pero ahora, Alemania busca superar el cataclismo y ya mira hacia el futuro, por lo que se rumorea que “Yogi” no continuará al mando de la Mannschaft.
Mi esposa me comenta que la prensa de su país ya especula acerca de quién será el sucesor: Jürgen Klopp, entrenador del Liverpool; Stefan Kuntz, entrenador de la sub-21 alemana; Arsène Wenger, ex técnico del Arsenal… Ahora bien, si los alemanes están listos para una revolución tanto dentro de la cancha (es probable que ya no veamos a los Neuer, Khedira, Özil y Müller con la selección europea) como en el banquillo, creo que deberían apostar por Julian Nagelsmann, a quien el propio Löw bendijo como su sucesor este año y quien a sus 30 años ha hecho milagros con el humilde Hoffenheim llevándolo a jugar la ronda previa de la Champions el año pasado y a clasificarlo directamente para la presente edición.
En cuanto al hasta ahora técnico del seleccionado alemán, Estados Unidos, tal como lo hizo en su día con Jürgen Klinsmann, lo recibiría con los brazos abiertos. La necesidad de renacer futbolísticamente y su conocimiento de la Bundesliga, en la cual brillan jóvenes promesas estadounidenses como Christian Pulisic, Fabian Johnson y Weston McKennie, lo avalan para dirigir al Team USA. ©