Flamengo y Atlético Paranaense han llegado a la final de la Copa Libertadores tras regalarnos actuaciones excelsas en la eliminatoria previa. El literato Tomás Cortez repasa las actuaciones de los clubes brasileños que, a punta de buen juego, garra y goles, se han ganado con justicia un lugar en la gran final del fútbol sudamericano que se celebrará en Guayaquil
UNO
Jogue no meu peito, exclama el, veinteañero, crack.
Y se golpeó el pecho. El compañero lo entiende. Entonces, hace efectivo el tiro libre, cerca del área del campeón argentino, Racing Club, era 1961. El balón vuela en dirección al Rey, quien, rodeado de rivales, cerca del área chica (donde reinan los codazos, golpes, escupitajos y forcejeos) tratan de sujetarlo. Imposible. Toca, la numero cinco, con el pecho; la cual, desafiando la gravedad, levita aún más. Entonces sucede lo inexplicable: el Rey contornea el cuerpo, en forma increíble, alcanza a dar una media vuelta y golpea la de cuero con su pie derecho. Clavando —es el termino exacto— la pelota en el ángulo, imposible para el arquero Negri. Todo sin que el balón tocara el piso. Así, Pele convertía el cuarto gol, en ese memorable partido de futbol. Dícese que Santos demostró aquella tarde —en el estadio Duco— porque era el mejor equipo del mundo. Para muchos es el mejor partido que se jugó en Argentina, en aquella década. El partido acabó 4-2, a favor de los brasileños. Más adelante, se jugó la revancha y Racing Club de Avellaneda volvió a perder por un inapelable 8-3.
Sesentaiún años después, el Flamengo ofreció una actuación memorable, tal como lo hizo el Santos de Pelé. Ahora en el Amalfitani. Goleando y superando a su rival, en forma inapelable. Nunca antes, un equipo brasileño había sido tan superior a otro argentino, en una semifinal de Libertadores. Fue un dominio aplastante. Salieron a relucir la técnica e inventiva de jugadores como Pedro, GabiGol, Arrascaeta, Everton Ribeiro, entre otros.
El segundo gol fue una muestra de cómo jugar en una cancha en pésimo estado. Así también, como desmarcarse y amagar. Estos compadritos juegan Piki vóley en las playas de Copacabana, desde siempre; por ende, no necesitan jugar al ras del piso. La sucia táctica, a los argentinos, les jugó en contra. Como sus players no son tan dotados técnicamente, erraban en los pases.
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El tercer gol es una muestra de cómo definir ante la salida del arquero, que le tapaba el ángulo de remate. Pedro, que es un crack, la picó como si estuviera jugando en la canchita de barrio. Déjame de joder. Incluso Filipe Luiz –defensa- estuvo involucrado en la jugada.
Ambos goles, eran una obra de arte.
Todo el Mengao era toque, toque y más toque, de primera, eh. En un ataque, llegaron a juntarse cinco camisetas rubronegras –parecía rugby- y le cedieron la pelota al 9. Y Gabi Gol —el otro Ídolo— se perdió un gol increíble. Si hubiera estado fino, el partido hubiera acabado 7-0.
Otrosí digo, minuto 82, el pequeño gran volante, Everton Ribeiro, recibió de Pulgar y levantó el balón con una categoría enorme. Se acercó el defensor velezano, la tocó de pecho y luego, incomodado por el rival, con la rodilla levanta la bola, dándole el efecto deseado y el pase preciso. Segundos más tarde, Pedro completó el hattrick.
Como lidiar ante un rival, que pasa al ataque en una ráfaga, que la toca de primera. Ni siquiera paran el balón, la tocan suavemente al compañero o buscando el vacío. Imposible.
Luego de esta exhibición, ¿Alguien dudaba que el equipo carioca jugaría la final?
En el partido de vuelta, las cosas no cambiaron. Fue como si los brasileños, sabidos de su superioridad, jugaron tranquilamente, sin mayores contratiempos. El gol de Pratto no los incómodo.
¿Ahora, piensan que el Clube de Regatas do Flamengo es el mejor equipo de Sudamérica?
DOS
A los dos minutos de juego, Ze Rafael le ganó la pulseada a Fernandinho. Escapó y cimentó la apertura del marcador. Scarpa definió como los Dioses.
En el primer cuarto de hora, Palmeiras desperdició cuatro ocasiones de gol.
Murilo debe reprocharse, por largo tiempo, lo que hizo. Imposible, pensar que no lo iban a expulsar. No estamos en los años sesenta o setenta. Al principio, el Verdao no sintió la falta de un hombre. Menos todavía, cuando ese portento de capitán, llamado Gómez, anotó el segundo gol. La mayoría pensó —me incluyo— que el partido estaba liquidado. El resultado era justo.
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Hagamos un acápite. Cuando se dice que el Brasileirao es el torneo más importante y difícil del Continente, pues no se está mintiendo. Los clubes, ahora, con el soporte y el dinero de los inversores están trayendo figuras de primer nivel. Y el Paranaense, no es la excepción, tiene en su plantel jugadores argentinos, uruguayos, colombianos y ecuatorianos. Ahí está Canobbio, ídolo del Peñarol y con solo 23 años.
Otro, paisano del rubio delantero, de un metro setentaiún centímetros, era suplente. Pero era considerado por el DT.
—Acuérdate, que solo eres suplente por el planteo táctico que uso, le confesó el técnico.
En pleno entretiempo, vinieron los cambios.
—Vas a entrar —le dijo el Paulo Turra —y le indicó lo que pretendían de él.
David Terans entró fresco. Minutos después lo hizo Pablo y Cardoso Da Cruz. Junto a Vitor Roque comenzaron a inquietar a la defensa verde. Se juntaron los delanteros jóvenes y hambrientos de gloria. Toda una declaración de principio del técnico: Atacar o morir con las botas puestas. Era otro Felipao.
A partir de ese momento, el equipo de Scolari nos mostró otra faceta.
Vitor Roque debe ser lo más cercano, a un clon de Ronaldo Fenómeno. Y tiene solo diecisiete años. El foul que le cometió Murilo no lo amedrentó. Jamás.
Y el futbol da revancha. Minuto 63, Fernandinho demostró porque Guardiola aun lo quería en su equipo, recibió el balón cerca de la medialuna y con suficiencia y enorme calidad técnica, lanzó un centro preciso a la izquierda. Como lo hacia Cueto, en los años setenta y ochenta. La jugada maestra desarmó a la defensa rival.
El partido se hizo de ida y vuelta. El hincha lo miraba con la mano en el corazón. Los neutrales observaban fascinados.
Bento impidió el tercer gol del rival. Increíble que Brasil tenga ahora los mejores arqueros del continente y del mundo. Pensar que antes no se distinguían en ese rubro.
Minuto 84, Fernandinho se vestía de 8 y hacia jugar a su equipo, Sucesión de pases para que aparezca el uruguayo. Aquel suplente, que buscaba su oportunidad y la aprovechó. Sentenció un partidazo. Y si, el futbol muchas veces es impredecible, pero debemos constar que el Atlético Paranaense atacó sin resquemores. Y lo más importante, tenía con qué. Cuenta con jugadores de gran nivel. Una defensa fortísima, una delantera que se dio a conocer y el imprescindible: Fernando Luiz Rosa.
Eliminó al Líder del Brasileirao y Bi Campeón de América. Sudó sangre, de otra forma no iba a poder.
La final será inolvidable. ~