Las cifras muestran que desde la década del noventa, Sporting Cristal es el equipo más ganador del Perú. El escritor y curador de arte Miguel Sánchez Flores vincula dicho éxito deportivo con los ritmos urbanos que surgieron a finales del siglo pasado y que ayudaron a la popularización del club celeste.
La del noventa no solo es la década del rap y de la antipolítica fujimorista en el Perú, también coincide con la etapa dorada del Sporting Cristal. El tricampeonato (1994-1996), la final de la Libertadores (1997) y la casi clasificación de la selección peruana al Mundial de Francia 98 con la base del equipo celeste pusieron al cuadro del Rímac en el primer plano de los medios de comunicación. Los noventa fueron los años en los que se forjó el estilo del cuadro celeste y lo hizo a tono con los ritmos urbanos. Desde entonces los hits musicales que pegan en el fútbol peruano son los de Cristal.
Si la década del ochenta cerró con el campeonato de Unión Huaral y con la melodía pegajosa de llorando se fue de la lambada, la del noventa empezó con dos canciones que nos pusieron a saltar a muchos. Ice Ice Baby de Vanilla Ice y U Can’t Touch This de Mc Hammer irrumpieron violentamente en los medios de comunicación peruanos con un nuevo ritmo y estilo e inauguraron —al menos en los medios masivos— otra tradición (que podríamos incluso actualmente rastrear hasta el reggaetón). El estilo suponía una nueva alternativa a los ritmos más latinos como la salsa y el merengue y también una vía distinta a la tradición del pop y del rock internacional. No por nada el famoso ice ice baby se fundaba en y, a la vez, negaba la famosa tonada de “Under Pressure” de Queen. La nueva propuesta musical proponía continuidad y ruptura. No solo nos exigía otros movimientos y actitud, sino que además suponía la conquista del territorio hegemónico de la radio y de la televisión por parte de un estilo que surgió décadas antes en las calles del Bronx como un alegato de denuncia y contracultura y que incluía a otros grandes como Run DMC o Public Enemy.
Del mismo modo, en el fútbol la década significó la consolidación final de un nuevo estilo deportivo y dirigencial para el fútbol peruano surgido en el barrio de La Florida en el Rímac. Como el rap, el cuadro celeste también irrumpió entre la vieja dicotomía del corazón o de la garra, a partir de un cuadro que combinaba aquella tradición en retirada (la “Pepa” Baldessari, Franco Navarro, Julio César Antón, Leo Rojas, entre otros) con el nuevo estilo de jóvenes talentosos (El “Chorri”, Maestri, Percy Olivares y Pablo Zegarra) que nos pondrían a saltar y mover a los hinchas como lo sugería la misma música del Dr. Dre. Los éxitos aparecieron pronto. 1994, 1995, 1996 en el fútbol local con la hazaña del tricampeonato. Y en 1997 en el fútbol internacional con el subcampeonato en la Libertadores que rozó la gloria. Por poco, en 1998, la misma estructura de ese equipo (Balerio, Rebosio, Solano, el “Chorri”, Soto, Julinho, Maestri y Oblitas) logra la clasificación al mundial. Pese al contexto al que fuimos arrastrados por la crisis moral e institucional de la clase política (que paradójicamente llegó al poder con la promesa de un cambio y una ruptura a la vieja tradición), la propuesta del Cristal y aquella nueva actitud (positiva) lograron lo imposible: poner al Perú nuevamente en la primera fila del fútbol sudamericano.
REVOLUCIÓN EN LAS RADIOS Y EN LAS CANCHAS
Como ya dije la propuesta del rap revolucionó la programación de la televisión y de la FMs peruanas. Del mismo modo, el fútbol peruano —que aún aguardaba por las nuevas tecnologías e Internet— instaba por reformularse para convertirse en un espectáculo vendible. Bajo esta nueva concepción del mundo, que ya predecía la aparición de Internet, aparecieron, por ejemplo, algunos medios especializados esa década (El Gigante, El Bocón, Todo Sport, entre otros). También se estrenaron programas como “Goles en Acción”, y las transmisiones de los partidos extendieron su programación. Recuerdo haber visto, por ejemplo, muchos de los partidos de Italia 90 en mi viejo televisor y seguir los partidos del Cristal en el campeonato local con el fervor de un hincha.
Es por esas fechas que también se consolida el estilo del Sporting Cristal. No solo crece exponencialmente su hinchada. Además, el club se presenta como una institución seria y responsable que acompaña este nuevo estilo con resultados deportivos sin precedentes. El gol de los 17 toques, el del Camello frente a Chilavert en Avellaneda, la remontada heroica a Racing, los goles del “Chorri” contra Sao Paulo o Caracas en la Libertadores, el 11 a 1 contra Defensor Lima son solo algunos de los instantes felices de ese Cristal que los medios pronto denominaron la “máquina celeste”.
Evidentemente, este nuevo estilo exigía un nuevo ritmo. En ese contexto, aparece también el rap del Cristal, creado y producido por Miguel Ángel Tapia, líder del grupo peruano Dudó, pero aún más hincha del Cristal. El rap, grabado con las voces de los jugadores más icónicos del Cristal, celebraba el campeonato de 1991 —aquel que se definió con un tapadón de Miguel Miranda frente al “Chany” Cáceda en la definición por penales—, pero también funcionaba como un canto reivindicativo frente a las críticas. Y profetizaba lo que serían los años venideros y exitosos de trabajo planificado y organizado. Es decir, anunciaba el cambio de guardia, que ponía fin a algunos ritmos y, al mismo tiempo, daba inicio a uno nuevo, de color celeste, que se ha convertido en el ritmo más importante que suena en el fútbol peruano.