A horas del trascendental partido contra Uruguay, la hinchada blanquirroja está poniendo todas sus fichas en la fe. Por ello, el periodista Emilio Camacho aprovechó para conversar con un personaje que ha sabido sacarle el jugo: Luis ‘Cuto’ Guadalupe. En este diálogo, el exfutbolista recuerda sus experiencias en el campo de juego, comenta su nueva faceta de entrevistador y se niega a aceptar que es la cábala que nos puede llevar a Qatar.
“Nunca encontrarán una foto mía en la que no esté sonriendo”, dice Luis Alberto Guadalupe Rivadeneyra, ‘Cuto’, para la mayoría de peruanos, ‘Halcón’, en la memoria de Christian Cueva, el diez de la selección, y ‘Tío’ para futbolistas jóvenes que lo recuerdan de su paso por León de Huánuco y Juan Aurich. El exfutbolista que aseguraba que podía hacer la bicicleta de Ronaldinho —esa jugada que es mitad ballet y mitad prueba de velocidad— también afirma que siempre tiene el gesto relajado y feliz del crack brasileño. Motivos no le faltan hoy. Es el exitoso presentador de un programa de entrevistas en las redes del diario Trome, ha sido llamado para ser imagen de algunas marcas, y los más jóvenes lo ven como el tipo que acuñó la frase que podríamos llevarnos a Qatar 2022. La fe, su fe, es el nuevo amuleto de los enamorados de la blanquirroja. Por eso no es extraño que hoy, en estas horas, a poco del partido decisivo con el Uruguay de Diego Alonso, ‘Cuto’ esté en Montevideo, listo para asistir al Centenario y regalarle a los de Gareca algo de su buena vibra. Días antes de su viaje, Sudor habló con él en Cuto 16, su restaurante y base de operaciones, ese lugar cálido en el que sirven su icónica sopa seca y que está rodeado de los recuerdos más memorables de la figura crema. ¿Cómo se convierte un espigado defensa, de casi dos metros, en el amable anfitrión de un programa de entrevistas que explota la nostalgia de los hinchas noventeros? ‘Cuto’, responde.
Ayer estaba viendo un meme…
Ya…
Era la foto del examen que le habían hecho a un niño…
Sí…
Y ahí le preguntaban por qué el protagonista del cuento que acababa de leer tenía éxito. Y él respondía: “Por su fe, porque la fe es lo más bonito de la vida”. Parece que ese niño no había leído el cuento, pero sí era hincha tuyo.
Sí, he visto el meme (sonríe). Bueno, te cuento esto. Hace poco, ayer, anteayer, mi mamá me dice. “Hijo, yo quiero hacerte una pregunta, pero quiero que me digas la verdad, ¿cómo salió esa frase?”. Y, bueno, nosotros somos una familia muy creyente, por nuestra propia experiencia de vida. Y lo que está pasando no puede ser casualidad, o sea, lo que está pasando es que Dios está obrando en mí. Así que yo le dije a mi mamá: “No, mamá, salió así, fue algo que viene de Dios”. Mira, normalmente uno dice “Debemos tener fe”, pero esa vez fue algo distinto. Y cuando yo dije esa frase era el capitán, el líder, tenía que transmitirle seguridad al equipo porque nos jugábamos la historia del Juan Aurich [en el torneo de 2011].
Era su primer campeonato nacional.
El primer campeonato, sí. Y todo el tema que se vivía: la previa al partido, ver que los de Alianza ya se sentían campeones en Matute, listos para festejar. Había situaciones extradeportivas que la gente de afuera no sabía, pero nosotros que estábamos adentro entendíamos que estaban saboteando el partido, querían alargar la cosa para recuperar a sus jugadores. Todas esas cosas yo las tenía acá (se señala el pecho). Entonces, salió esa frase, que la dije mirando al cielo: “La fe, la fe es lo más bonito de la vida”. Son palabras que yo nunca había dicho, ¿no? Y es una frase que la estoy patentando porque la gente me dice: “‘Cuto’, tienes que patentar esa frase que es tuya”. Y yo digo: “¿Es mía? No, es de Dios”. Pero la he dicho y tiene un propósito.
¿La vas a inscribir en Indecopi?
Sí, ya estoy en eso. Porque yo pensé que había otras personas que la habían dicho… Pero te das cuenta que Indecopi averigua, ¿no? Hasta el momento, por mis abogados, que me están hablando, todo va bien y va a llegar el momento que voy a…
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Vas a ser el dueño de esa frase.
Dueño, sí, porque es una frase mía.
Estaba pensando en quiénes te quieren más. Y creo que a los que te quieren se les puede dividir en dos grupos. Uno, los hinchas del Aurich que te ven como el caudillo que los llevó al campeonato nacional de 2011. Y otro grupo deben ser estos jovencitos que se han enterado recién de tu frase y te ven como una cábala para llegar a Qatar.
Sí, sí. A mí, eso me sorprende, siento cierto nerviosismo, porque yo veo que hay chicos en el Instagram que me buscan y que me piden la bendición, son chicos de universidades…
¿En serio?
Yo no soy mucho de las redes, yo trato al menos de mandarles un saludo, pero es imposible atender a todos. Es más, hace poco salió el tema del cutismo. Me dicen: “‘Cuto’, nosotros somos del cutismo, somos una religión”. Entonces yo les digo: “No pues, yo soy una persona normal, soy una herramienta de Dios, alguien que dijo una frase, nada más”.
¿Quién fue el primero de la selección que usó tu frase?
Advíncula fue el primero que empezó con el tema de la parodia. Después viene Christian Cueva con Carrillo, Cartagena y Lapadula, en la Copa América.Y lo lindo es que Cueva estaba pasando un momento difícil cuando empezó con eso. Tenía cosas extradeportivas, la gente quería que lo saquen de la selección, y mira ahora quién es, la gente está esperanzada en él. Y después de eso hubo un punto de quiebre que ha sido magnífico para mí, ¿no? En lo personal, para el restaurante, para todo. Ya no me ven solo como un exfutbolista.
LA MARCA ‘CUTO’
Hablemos de eso, ¿cómo te defines actualmente? ¿Quién eres? ¿Eres un exfutbolista que está aprendiendo a ser entrevistador? ¿Eres un hombre que no quiere que lo definan como periodista? ¿O eres un hombre que ha hecho de su fe una marca?
Sí, esa es la palabra. Yo hecho de mi fe una marca, que es ‘Cuto’ Guadalupe. Y creo que cuando tú cuentas tu vida y tienes un programa en el que te dejan ser como eres, ‘Cuto’ Guadalupe, uno sigue con su esencia, por eso lo disfruto mucho.
¿No has tenido ninguna dificultad en eso de ser un entrevistador?
Al principio, sí, como todo, cuesta. Tienes temor. Es algo normal que tiene el ser humano. Pero de allí fluye. Tú sientes que el entrevistado no se guarda. Te dice: “Yo te voy a contar algo que nunca le he contado”, y lo saca. Les toco temas familiares y se quiebran. Aunque yo también soy muy sentimental, muy sensible.
Tienes lágrima fácil.
Así es. Cuando uno es futbolista, eso es algo mágico, lindo, pero cuando se acaba, eso es difícil. Mira, yo soy el último de siete hermanos de padre y madre. Veía a mi mamá que trabajaba en la casa de los familiares. Y yo la seguía, yo iba con ella, porque no tenía con quién dejarme. Entonces yo me sentaba en una silla y decía: “No quiero que mi mamá haga eso”, ¿me entiendes? Por eso le pedí a Dios ser un futbolista profesional. Y prometí no salir a fiestas, no tomar, no fumar. Y poco a poco fui avanzando en mi vida de futbolista, llegué a la selección sub 20. Primero jugué en Yo Calidad, que es un equipo del barrio. Llegué a Cantolao, con ellos pude viajar a Noruega, Estocolmo, Suecia, Finlandia; como becado. Y siempre me daba cuenta de que yo tenía algo especial, siempre fui el más grande de todos. Pero yo me sentía acomplejado por el tema de mi tamaño, no conseguía calzado, por ejemplo.
¿En serio no había zapatillas para ti?
No había, ya en esa época calzaba 40.
¿A qué edad?
Unos diez años. Y yo creo que crecieron así porque yo jugaba en la tierra, sin zapatos.
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Parece broma, pero era un problema.
Claro, era un problema, pero normalmente nosotros parábamos sin zapato, en el barrio, en Chincha, en el campo, en la playa, todo el tiempo estaba sin zapato.
¿Cuándo tuviste tus primeros chimpunes?
Cuando viajé a Argentina, por el Cantolao. Mis primeros chimpunes fueron Adidas. De ahí debuté en el 95, como delantero, en la U, yo era defensa, pero estaban seleccionando delanteros. Markarián me dice: “Wawa, ¿te gustaría jugar de delantero?”. Y le respondí que sí, que claro. Y mi primer sueldo, unos seiscientos dólares, se los di a mi mamá. Luego llegué acomprarle una casa, que es esta, y que curiosamente también es el restaurante.
Ayúdame a entender algunas frases tuyas. ¿Qué es el aguadito?
El aguadito es el chisme. Es un plato típico, en la casa de mi mamá se hacían las polladas. Y luego le sacaban al pollo el corazón, el hígado, el cuellito …
La menudencia.
La menudencia, claro. Y a quién no le gusta. Y así salió en mi programa, espontáneamente. No es que yo estuviera pensando: “Voy a decir eso”. Y ahora todo el mundo está con el aguadito.
¿Y cuál ha sido el mejor chisme que te han contado en todos los programas que has tenido? ¿Cuál es el dato que no conocías y que te ha sorprendido?
Bueno, ‘Puchungo’ (Yañez) ha contado la anécdota esa de que el capitán de su club, en Arabia, lo agarró de la mano para presentarlo a sus compañeros, es una tradición allá. Pero el tipo era grandote como yo, imagínate, y fue incómodo. La de ‘Balán’ está muy buena también. Él tenía una cábala, iba a un estilista. Se fue a cortar una vez e hizo dos goles. Y ya lo agarró de cábala. Es que los futbolistas somos así, somos cabaleros. El ‘Cóndor’ Mendoza contó también de una anécdota en una playa nudista. Apostó con un empresario que la hacía, que entraba y no pasaba nada. Entonces se puso su toalla y tuvo un accidente con el “muchacho”, tú me entiendes. Y yo me mataba de risa. Cada entrevistado tiene algo especial. Los entrevistados se siente tan cómodos que, por ejemplo, Julio César Uribe habló de su mamita y se quebró.
Ahora, hay un relato común en algunas entrevistas tuyas, que siempre empiezan con un niño con ilusiones que ha nacido en la pobreza…
Sí.
Y este niño piensa que cuando llegué a primera división va a recompensar a su familia por el esfuerzo que hace por ayudarlo. ¿Tú sientes que esa pobreza forma a los cracks?
Yo creo que sí. Si analizamos al fútbol, que es el deporte rey, uno se pregunta por qué Cristiano Ronaldo es como es, por qué Pelé tenía esa magia. Y todos han salido de abajo. Todos los cracks a nivel mundial, todos han salido con hambre.
“TENGO HAMBRE”
Hambre, es una buena palabra para definirlo.
Esa frase la dije en un partido por el León de Huánuco. Franco Navarro también la decía y es verdad, para lo que uno haga tiene que tener hambre. Hambre de gloria, hambre de querer trascender, cuando yo jugaba no quería ser uno más. Por eso fui liderando, dentro y fuera de la cancha, a los más chicos. Por eso es que a mí me llaman algunos muchachos y yo ni me acuerdo. Me dicen: “Tío, usted me ayudo bastante, gracias por sus consejos”.
Revisemos algunos datos de las entrevistas que has hecho. A Jayo le dijiste: “Soy vende humo y teatrero”. Lo que te quiero preguntar es si fingiste la lesión en el clásico del 95.
No, no, él me impacta, pero cuando lo hace, yo giro, porque si yo me quedaba parado me rompía. Jayo iba con agresividad. O sea, él venía a reventarme, porque Roberto Martínez me mandó una pelota todo cachoso. Y Jayo era uno de los que te agarraban y te agarraban. Sí me pateó, por eso cuando lo entrevisto al doctor Alberto Tejada [el árbitro que estuvo a cargo de ese partido]…
Él te dice que solo debió ponerte la amarilla y no expulsarte.
Claro, porque él estaba a distancia.
Pero te incorporaste tan rápido, ‘Cuto’, parecía que no tenías nada.
Claro, imagínate, estaba jugando un clásico, nos jugábamos la vida, porque era para salir subcampeón, para ir a la Copa Libertadores, y Alianza nos había tenido de hijos todo el año. Y entonces yo me levanto porque yo ya estaba con toda la euforia. Imagínate jugar un clásico, con dieciocho años. Son cosas que han quedado, que yo ni me imaginaba, que esos videos estuvieran por allí. Por ejemplo, está el de Ronaldinho, frases como esa…
¿Y en verdad te salía la del Ronaldinho?
Yo dije en ese momento que era la de Ronaldinho, no sé si salió o no, pero en ese momento fue algo espontáneo. Son esas cosas que uno valora, ahora yo estoy a la puerta de cumplir 46 años, le doy gracias a Dios porque me considero muy bendecido. Yo aconsejo mucho a los futbolistas en mi programa, que guarden su dinero, que no se crean guapos, porque todo tiene su final, y cuando se acabe el fútbol, los únicos que van a estar con ellos son sus familias.
Una cosa interesante de tu programa es que te has reunido con tus viejos rivales de Alianza, como Jayo o Waldir Sáenz. El mensaje allí es que no hay rivalidades eternas.
Lo que pasa es que yo he aprendido en la vida, porque cuando estaba en la actividad tus frejoles eran tus frejoles. La camiseta la sentías de otra forma, con mucha intensidad.
¿Te gustaba retar a la gente a los golpes?
Me gustaba. Siempre me gustó. Siempre he tenido yo eso, en el barrio, yo he tenido esa vaina siempre. Me gustaba siempre retar, hablar en el campo.
Te gustaba picar a la gente.
Me gustaba picar.
¿Qué es lo más feo que le dijiste a alguien?
No, las cosas que yo te decía: “Si te agarro, te voy a arrancar la pierna” o “vas a ver cuando te agarre fuera de la cancha”, “a mí no me digas h…”. Son cosas que utilizas, es la boquilla, porque te has criado en el barrio. Pero en mi programa, La fe de Cuto, yo trato de transmitir otra cosa. Antes venían los hinchas de Alianza al restaurante y no querían tomarse foto conmigo.
Caray.
Claro, o sea, me decían: “No, no, hermano, la foto con mi familia nomás, porque yo soy de Alianza”. Por qué, porque si tu subes una foto como esa en las redes les iban a decir “oe, puta, cómo vas a estar con ese”. Tenían ese concepto, ¿no? Pero cuando me ven en una entrevista con Waldir y con Jayo, la gente entiende que solo es un deporte, que no tienes que estar matándote, haciendo actos de violencia. El estadio es para ir con la familia, para disfrutar, si ganan bien, y si no, tranquilos, como los colombianos que nos dieron una enseñanza cuando jugamos en Barranquilla.
¿Con quiénes te has agarrado a golpes?
Con todos, con todos.
Creo que uno de ellos es ‘el Loco’ Vargas. Lo maltraste en tres rounds.
Lo que pasa es que ‘el Loco’ siempre me molestaba, me decía: “Eres grande por las puras”. Entonces yo le digo: “‘Loco’, yo me he criado en el barrio, yo he sabido pelearme con chatos”. Él qué pensaría, pero siempre quería…
Llegar al choque.
Llegar, probar. Entonces yo lo estuve aguantando por muchos años, hasta que un día se dio en su casa.
¿En su propia casa?
En su propia casa, sí. Pero fue una tumbadita. Le dije: “Bueno, vamos a agarrarnos”. Me alisté. Le digo: “Ya, ven”. Bum, búm. Lo tumbé tres veces.
Con testigos.
Con testigos, estaba ahí Galliquio, Paolo Maldonado y el amigo Eddie Linares.
‘Cuto’, ¿sientes que te portaste mal con Fano, que dijiste cosas indebidas (en un partido entre León de Huánuco y Garcilaso del campeonato de 2013)?
Sí. Creo que me excedí, me excedí. ¿Pero sabes por qué me excedí?, ¿por qué me puse así con Fano? Porque para mí el valor más importante de la vida en el ser humano es la gratitud. Y cuando él llegó a la U, yo era el capitán.
Así que tú tenías una historia previa con él.
Hay una historia, hay una historia pendiente. Es el único futbolista con el que tengo algo pendiente que no he podido conversar…
Quizás lo resuelvas en tu programa.
Lógico, sería lo más lindo, ¿no? Porque creo que cuando en la vida uno comete un error, uno tiene que asumirlo.
¿Te da bronca que digan que te vendieron a Europa con videos de Eduardo Esidio?
Me encanta, ¿sabes por qué? Porque sé que no hay forma de que eso pasara. ¿No es cierto? Yo sé que, para la gente, futbolísticamente, “‘Cuto’ era así, o era asá”, sé que lo dicen. Aquí todos quieren quitarte…
Mérito.
Mérito, sí. Eso pasa en el Perú. Yo cuando empecé mi carrera como futbolista, sabía que debía ser fuerte de acá (se toca la sien). ¿Tú sabes lo que era que todo un estadio te haga bullying? Salía todo el equipo y yo era el único al que pifeaban. Yo tuve que convivir toda mi carrera con eso, 22 años de carrera, cuando iba a Huancayo, al Cusco, a Ayacucho, cuando jugaba en Matute. Era siempre el punto, por eso digo que yo siempre me consideraba diferente.
¿Por qué?
Porque me agarraban por mi color. Y siempre fui consciente de que debía ser fuerte, porque siempre quisieron minimizarme por el color de la piel, porque solamente era futbolista, me decían que no sabía hacer otra cosa, en el Perú pasa eso. Y siempre fui fuerte. Eso es lo que me ha ayudado a estar donde estoy. He tenido que reinventarme. He tenido que hacer cosas que nunca pensé hacer, como ahora, un programa de entrevistas, ser imagen de marcas, y ahora la gente se pregunta por qué yo.
¿Cuál es el momento más memorable de tu paso por Bélgica?
Yo recuerdo estar en Bélgica y no saber el idioma, porque estaba en la zona donde hablan flemish. Menos mal que tenía amigos allá.
Siempre hay un peruano.
Siempre hay un peruano. Y por cosas del destino yo ya había ido a Bélgica, a los dieciséis años. Y esos mismos peruanos me sirvieron de conexión, me enseñaron ciertas cosas. El clima fue duro, la alimentación, aprendí a cocinar, llamando a mi mamá para que me diga qué cosa tenía que hacer.
¿Ah sí? Pensé que ya tenías ciertos conocimientos de cocina, por el restaurante.
No, no, si yo soy el último. A mí siempre me han engreído, hasta ahorita me engríen.
¿En el restaurante no entras a la cocina?
No, a mí hasta ahorita mi hermana y mi mamá me preguntan qué cosa quiero comer. Entonces, en Bélgica tengo buenos recuerdos. Fueron tres años de mi vida. Tengo a mi hijo allá, me marcó mucho.
¿Has llorado alguna vez por un resultado futbolístico?
Sí, ya te dije que lloro por todo, lo que pasa es que en el campo la gente veía a un Cuto Guadalupe agresivo, grande, pero yo era…
…muy sentimental.
…una gelatina con flan.
¿Cuál es el partido por el que más has llorado?
Bueno, cuando perdimos ese partido con Cristal, que nos roban el título en el 96, con un arbitraje terrible de ‘Pellejo’ Torres. En ese partido lloré, porque creo que nos metieron la mano.
LA CÁBALA DE LA BLANQUIRROJA
Tú jugaste para la selección dieciséis veces, entre el 96 y 2005, fueron campañas para tres mundiales.
Estuvimos cerca.
¿Cuál fue la campaña más frustrante?
La de Oblitas [para Francia 98], esa fue la que estuvimos más cerca.
La que más duele también.
La que más duele. Porque nos quedamos ahí nomás a las puertas, por goles.
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¿Cuál es el gol más bonito que le has visto al equipo de Gareca, el que más te gusta?
Bueno, yo me quedo con ese juego en que le ganamos a Paraguay [en la clasificatoria para Rusia 2018], que creo que fue allá.
En Asunción
Ajá, partidazo, con taco, toque, definición de Cueva.
Cuatro goles.
Cuatro goles, eso fue por primera vez en la historia. Pero si me dices ahorita, se me viene a la mente lo de Barranquilla.
Tú estuviste allí.
Es la primera vez que yo voy a un estadio a ver a la selección en el extranjero.
La primera vez como espectador.
Como espectador y por mi programa. Es una experiencia totalmente diferente.
Y ahora vuelves. Vas a Montevideo.
Y ahora, gracias a Dios, voy a Montevideo.
Eres un hombre cábala.
Yo no sé si cábala, yo creo que las cosas se dieron así. Lo del viaje a Barranquilla no estaba planificado. Se dio así, gracias a un auspiciador que llegó a mi programa, Fritz Sport. Que se le propuso ir y dijo: “Ya, vamos”. Y ahora también se da igual. Yo creo que el mensaje que uno tiene que transmitir es que tienes que estar con tu selección más en las malas que en las buenas. En las buenas están todos.
El mensaje no es optimista.
Es duro. Yo creo que ese es el mensaje, porque mira, el país se está cayendo a pedazos. Y el fútbol nos está uniendo y todos estamos con esa ilusión de que la selección vaya al Mundial. Entonces, yo creo que los chicos saben eso, son conscientes y es una responsabilidad grande. Pero creo que también hay que ayudarlos a cargar la procesión. ~