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Nadar en libertad

El 12 de febrero se celebró el Día de la Natación, una actividad que sirvió de escape para muchos deportistas que encontraban cerrados gimnasios y coliseos por la pandemia del Covid-19. La periodista Claudia Ortiz presenta un testimonio en el que cuenta cómo nadar en aguas abiertas le ayudó a superar sus miedos y le permitió integrarse a una comunidad de deportistas que completan rutas de decenas de kilómetros.

“¿Te vas a quedar en la arena?”, solían preguntarme cuando iba a la playa. “Sí” era mi respuesta habitual—. Siempre le tuve miedo al mar, pero ahora le tengo respeto. Ser amante del calor, el verano, los viajes, la playa y la piscina es frustrante cuando no sabes nadar. Antes del Covid estaba decidida a aprender a nadar en piscina, pero cuando ya tenía todos mis implementos para iniciar, llegó la pandemia. Esas ganas se quedaron congeladas hasta abril del 2021, cuando decidí vencer mis miedos.

De no saber ni flotar, en junio de ese año ya había logrado respirar de forma lateral y bracear. Para esas fechas, me habían comentado que se podía nadar en aguas abiertas de tres kilómetros a más. Eso me parecía imposible, así que solo lo vi como algo muy lejano, pero quedó en mí varias preguntas: ¿podré nadar en el mar? ¿será cierto lo que me contaron? ¿se puede nadar hasta cinco kilómetros? 

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En agosto de ese año, atravesé días de ansiedad y aburrimiento. Vi la necesidad de moverme de donde estaba, estar en otro mundo, donde nadie me conociera y pudiera ser más libre. Así que escribí al número que aparecía en el Facebook del Team Patas de Rana (PDR) y me dijeron que tenía que llenar dos formatos, agregar mi foto y hacer una donación de ingreso (no obligatoria). Así lo hice. Mandé por correo y esperé.

Claudia forma parte del Team Patas de Rana (PDR). Con ese equipo ha recorrido distancias de tres y cinco kilómetros. ARCHIVO PERSONAL.

Una noche sonó mi celular y era quien hoy es mi profesor: Jaime Flores ‘Comando Anfibio’. En la llamada me explicó de qué trataba con lujo de detalles. Me invitó a participar del grupo especial. Pese a que me había metido a un un curso de sábados, me dijo que si quería podía ir los días de semana. De inmediato compré mis implementos, que —valgan verdades— no son muy baratos. Conseguí el wetsuit más económico, la boya, lentes y gorra. Al final fue el mejor gasto que he podido hacer. 

VENCIENDO EL MIEDO

Mi primera clase fue el viernes 20 de agosto a las 6:30 a.m. en la playa Pescadores de Chorrillos. Allí, entre el muelle pesquero y el muelle del restaurante del Regatas. La playa es pequeña y por los muelles resulta idónea para aprender a nadar desde cero. En mi clase habían personas de todas las edades, hombres y mujeres, delgados y gorditos, altos y bajitos. Incluso, PDR tiene varios alumnos invidentes. Además, esta comunidad tiene profesores voluntarios que no solo te enseñan a nadar sino que te dan la seguridad de que tú puedes hacerlo y te hacen aprender que el verdadero reto es superarte. 

El profesor Jaime siempre recalca que “el team PDR es la comunidad de nadadores más grande en aguas abiertas. Son voluntarios y comparten la pasión de enseñar y practicar lo aprendido con los nuevos integrantes. El trabajo en equipo es lo mejor y, sobre todo, alegra y hace crecer la confianza para vencer el miedo y adaptarse al mar”.

Ser parte de PDR me ha permitido vivir aventuras maravillosas. He nadado hasta El Camotal, esa parte del Callao que quedó sumergida en el terremoto de 1746 y que cuando baja la marea deja ver pequeños montes de arena, que también llaman Lomo de Ballena. He ido de Pescadores a la playa Yuyos, ida y vuelta, unos tres kilómetros, donde los tumbos te abofetean el rostro y te retan a darle con todo al pataleo. He nadado de noche, en medio de la oscuridad y también he entrado al mar a las 5:30 de la mañana, justo antes que aclare el día, y he podido ver cómo el mar se va aclarando con los rayos del sol. He hecho la ruta Pescadores-La Herradura-Pescadores (cinco kilómetros), una travesía que sin buenos amigos como Mauricio, Jannet, Fidel, Naty y el profesor Freddy Bernardo no hubiera logrado. Igual de aventurera fue la travesía de 5 km Pescadores-Cala-Pescadores, en la que partí junto a Astrid, Diana y Martín.

Para Mauricio Mardonio, “cada travesía es una experiencia nueva, por más que sea la misma ruta o la misma distancia, termina siendo distinta una de la otra. Cada vez es más hermoso ese vínculo con el mar”. Mauricio es conocido como ‘El brigadier’ y revela que “PDR hizo que él descubriera capacidades que no conocía de sí mismo”. 

“Es una comunidad en la que compartimos las mismas pasiones, esa relación de naturaleza, disciplina y deporte. PDR y el mar me han dado muy buenos amigos, todo se complementa. Amo este deporte porque no hay límite, no hay una meta ni tiempo, el mar es tan extenso como hermoso. La natación me da vitalidad física, mental y espiritual”, señala.

Por mi parte, en cada unos de estos recorridos he podido oír el mar, porque allí, donde sólo hay océano, cuando tu cara y oídos están sumergidos, se escucha un canto, que muchos dicen son delfines o ballenas. Además, sientes la temperatura de cada corriente mientras vas avanzando. En un momento el mar está helado y dos metros más allá está tibio. Y así entiendes que estás en medio de corrientes marinas que viajan por el océano de todo el mundo. Es muy común ver a las gaviotas de cerca o los pelícanos planeando con sus enormes alas al ras del mar, he logrado ver a los amistosos lobos marinos, que adoran a los nadadores y se van ahí, cerquita de ti, como enseñándote a nadar. Hace muy poco también logré ver a dos delfines saltando en el mar. Imágenes únicas que están impregnadas en mi mente y corazón. 

Jannet Chachi es una gran amiga que me ha regalado PDR. Ella confiesa que jamás imaginó que a sus 46 años aprendería a nadar en el mar. “Gracias a PDR conocí esta linda experiencia, venciendo mis temores y poder compartir con todos los compañeros guías e instructores travesías, venciendo tumbos, olas y llegando a nadar 500, 1000, 1500 hasta 5000 metros mar adentro. Pasar de tener miedo de no sentir el piso a disfrutar de lo hermoso que es estar mar adentro, viendo el azul de sus aguas. Es un sueño que me ayudó a cambiar mi estado de ánimo, a quitar lo estresante que uno ve el día a día, a ver mejor la vida. Gracias PDR, gracias Dios”, afirma.

Es por todo esto que lo ocurrido en el mar de Ventanilla ha dolido tanto. Ver tantas vidas hermosas e inocentes morir por el derrame de petróleo, que mueran a causa de la existencia del ser humano, me indigna, frustra y llena de rabia. Y el mar también expresa su dolor, pues en esa semana el mar estaba sucio, turbio, sin color verde en el fondo, solo marrón. Pero lo entiendo, está molesto y con justa razón.

NUEVA VIDA

El mar no solo me permite nadar y compartir risas con buenos amigos. También me ha impulsado a ordenar mi alimentación, comer balanceado y rico, cuidar mis horas de descanso para dar lo mejor de mí en cada aventura. Este deporte se ha convertido en una parte de mí, es lo que me llena de felicidad y energía, me quita el estrés y la pereza, me brinda amistades y aventuras, me regala salud y me ayuda a superar mis miedos.

Así también es para Jessica Soto. Ella es una vencedora del cáncer, que aprendió a nadar desde cero y ha transmitido este amor por el mar y la natación a su hijo Adriano, que apenas tiene diez años y hoy ya es el integrante más joven de PDR.

“Desde muy niña me gusta el mar, siempre he ido pero solo me quedaba en la orilla, nunca me imaginé que se podía entrar a nadar y hacer travesías. Al principio fue muy difícil para mí, tenía mucho miedo al no encontrar piso en el mar, yo no podía flotar y eso me tuvo más de un mes en la orilla. Veía a todos mis compañeros ingresar mar adentro, mientras me quedaba en la orilla practicando cómo flotar. Un día me armé de valor e ingresé hasta el ‘restaurante’ (250 metros desde la orilla), agarrada de mi boya y allí perdí el miedo, gracias al profesor Jaime, que me dio confianza y me hizo entender que todo está en la mente, que si tú quieres puedes hacerlo”.

Gracias a la natación, Claudia y sus compañeros han cambiado sus rutinas. El deporte los ha estimulado a tener una alimentación más sana. ARCHIVO PERSONAL.

“Ahora voy tres veces por semana a nadar, me levanto 4:50 a.m. para llegar 6:30 a.m. porque vivo en San Martín de Porres. Soy una persona que venció al cáncer hace tres años y religiosamente llevo un control cada seis meses. Gracias a Dios todo va bien y pienso que influye mucho este deporte”, relata. “Tengo un hijo de diez años que me acompaña a nadar, él siempre va con aletas, ya ha hecho 2 kilómetros y hoy ya está inscrito en PDR. Está muy contento, entusiasmado, recibiendo sus clases. Espero pronto se gradúe”, añade.

En PDR hay muchos nadadores que se han convertido en ídolos al hacer tremendas travesías, como la competencia de la ruta Olaya, de 22 kilómetros de natación, desde Pescadores, en Chorrillos, hasta La Punta, Callao, en la que Christian Mendoza, integrante y profesor voluntario de PDR, ha participado dos veces. 

Sin duda, cada uno de mis amigos y amigas son una inspiración y aunque yo no sea la nadadora más rápida o la mejor, soy feliz cada vez que estoy en el mar y eso, estoy segura, es lo más importante. Por eso hoy puedo decir que me siento lista para más aventuras y travesías con PDR. Pronto también será mi graduación y, junto con esta, se viene el salto desde el muelle. Una caída de 3 metros aproximadamente, que me atemoriza, pero que al mismo tiempo me da ganas de hacer, así, con miedo, porque todo se logra, todo se puede, porque tal como dice el lema de esta familia, de esta maravillosa comunidad, ¡Nada, no hay límite! ~

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  1. Me encantó la historia!, Las experiencias aprendidas en aguas abiertas fue lo mejor que pudo sucederme, comparto tu experiencia y la aplaudo.
    En mi caso, hoy vamos en familia y práctica este maravilloso deporte mi hija, mis sobrinos y se que pronto seguirá sumándose más personas.

  2. Ha sido una relato extraordinario, lleno de emoción, por que cada palabra que mencionas siento como si fueran las mías, todos los que hemos aprendido a nadar en PDR hemos vivido la misma experiencia y con el tiempo hemos crecido en todos los sentidos, Feliz de conocerte Clau por que tu también inspiras a seguir adelante.

  3. Excelente articulo, tan bueno, que me gustaría estar nadando a estas horas de la noche junto a mis compañeros de Océano V PDR. He compartido varias travesías con Claudia, he visto de cerca su inicio y su progreso, la admiro así como admiro a varias amigas de PDR que comenzaron como ella y hoy hacen travesías de 5 kilómetros.

    Felicitaciones Claudita por este articulo, eres lo máximo… PDR, Nada, no hay limite…

  4. Hola Claudia muy bonita e inspiradora tu historia que sigas adelante en éste bonito deporte, cada nadador tiene una linda historia y es un orgullo ser parte del Team PDR.
    Saludos y éxitos.

  5. Que lindo relato Claudia, no sabia que eres periodista. Que alegría compartir momentos en el mar como el sábado pasado que solo pudimos ir hasta el restaurante para no cruzarnos con las Malaguas. Un abrazo, nos veremos en línea de agua o en alguna travesía ?‍♀️?‍♀️?‍♀️. PDR Nada No Hay Límite!!!

  6. Felicitaciones Claudita, me encantó tu publicación, llena de sensaciones y sentimientos. Yo también soy un sobreviviente de muchas cosas terribles, hasta de la muerte, adicionalmente ví milagros y mi fe en Dios es muy sólida, doy testimonio de lo vivido, también me uni a PDR en marzo del año pasado y como dices nos cambió la vida para bien y amig@s super chéveres. Gracias por compartir tu publicación, un abrazo

    1. Excelente relato de las experiencias que se vive una vez pisando el mar, y que mejor que en la comunidad más grande de aguas abiertas que es PDR. Me alegro por ti Clau, por tales avances que has tenido, por los miedos vencidos, y los kilómetros ganados, pero más, por tan excelente relato de lo que vivimos todos al llegar a PDR. Muchos éxitos y más travesías y kilómetros para ti. Nos vemos en línea de agua.

  7. Linda historia personal de como se puede aprender algo sin el impedimento de la edad, solo enfrentando el miedo.

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