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El fútbol, una trinchera común

Cumplidos ya 66 días de la guerra entre Rusia y Ucrania, las consecuencias no solo han sido visibles en el plano político, económico y social. En el terreno futbolístico, también: Rusia fue excluida del repechaje europeo y Ucrania podría quedarse sin el clásico más importante de su liga. El periodista ecuatoriano Andrés Luna Montalvo hace un repaso minucioso por una historia común, convertida ahora en rivalidad.

La guerra puede estar enfrentando en estos momentos a Rusia y Ucrania en las trincheras; pero en otro terreno, el fútbol, ambas naciones formaron parte, alguna vez, de una misma historia y tradición. La conformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a partir de la década del veinte del siglo pasado, facilitó una simbiosis deportiva. Así como la influencia rusa permitió el desarrollo de los clubes de fútbol en Ucrania, el talento ucraniano fue la principal despensa de una selección soviética temida durante la Guerra Fría.

Son cuatro los clubes de fútbol de Moscú que conforman la Liga Premier de Rusia. Todos con un historial y un origen distinto, que los convierte en ídolos y villanos. El más popular es el Spartak, sin ninguna vinculación con la institucionalidad rusa ni soviética. Es el equipo “del pueblo”, de los trabajadores, de los sindicatos. Su clásico rival, con quien protagoniza “El Gran Derbi de Moscú”, es el CSKA, Club Central de Deportes del Ejército, que, como su nombre lo indica, tiene su fundación vinculada a las milicias soviéticas, del que simpatizan muchos jóvenes que quieren formar parte del ejército o ya lo conforman.

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Los trabajadores de la red de ferrocarriles estatales fundaron el Lokomotiv y otro de los cuatro grandes es el Dinamo, nombre que se repetía en todas las ciudades donde la policía secreta del Kremlin (KGB) había fundado un club para recreación y entrenamiento de sus agentes: Dinamo de Moscú, de Berlín, Tiflis, Bucarest, Dresde y, por supuesto, el Dinamo de Kiev. Este último es el equipo más poderoso de la extinta Unión Soviética, potencia mundial cuya mejor cantera futbolística provino siempre de Ucrania. Cabe decir que durante muchos años casi la totalidad de la selección nacional de la URSS se vio nutrida por jugadores ucranianos. “El Dinamo de Kiev ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976”, era el lamento en las calles soviéticas de la época tras ganarle 2 a 0 a Brasil. “Merecíamos el oro”. Alemania del Este terminó celebrando el título.

La selección de la URSS, subcampeona en la Eurocopa de 1988, estuvo integrada por varios futbolistas de origen ucraniano. TRIBUNA.COM

Ucrania, irónicamente, ha participado una sola vez en el Campeonato del Mundo de la FIFA y fue en Alemania 2006 cuando quedó eliminado en cuartos de final ante Italia, que acabaría siendo el campeón de esa edición. Su condición de cantera futbolística soviética le hubiera permitido ser merecedora de participar en Estados Unidos 1994, pero para ese certamen se determinó que solo uno de los países que conformaron la recientemente desintegrada URSS tendría cupo para el certamen. La FIFA se decantó por Rusia, abonando las ya marcadas rivalidades deportivas entre ambos países.

El fútbol es el primer deporte de Ucrania. Kiev es la capital y la sede del Dinamo, el club más ganador del país y uno de los mejores de Europa hasta la década de los ochentas. El segundo más laureado y su clásico rival es el Shakhtar de Donetsk, ciudad ucraniana de población mayoritariamente pro-rusa, cuyos últimos referéndums por su independencia han sumado el 90% de adhesiones. Quizás una de las bajas simbólicas que se desprenda de la guerra sea la muerte de este clásico, ahora que la emancipación de Donetsk y Luhansk forman parte de la agenda en las conversaciones de paz.

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El Dinamo de Kiev fue el primer club profesional de la Unión Soviética (1989) y la marca más posicionada de la naciente Ucrania —independizada en 1992— tras la disolución de la URSS a inicios de los noventas. Al tratarse de una entidad deportiva, podía mercadear cantidades ingentes de dólares en una región empobrecida y no solo lo hacía con futbolistas, pues tenía licencia para comercializar oro, propiedades inmobiliarias y hasta misiles nucleares, como lo cuenta en detalle el periodista Simon Kuper en la obra “Fútbol contra el enemigo”.

El hockey sobre hielo, el baloncesto o la gimnasia rítmica superan en popularidad al fútbol en Rusia. Sin embargo, la Sbornaya (“El Equipo Nacional”), como se le conoce a la selección, disputó como anfitrión la pasada edición del Mundial y estuvo en carrera por llegar a Qatar 2022. La ratificación del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) de excluir a la Unión del Fútbol de Rusia, tras la invasión a Ucrania, significó la eliminación de la competencia sin poder disputar su repechaje contra Polonia. Ucrania jugará, tal vez, el próximo 1 de junio su repechaje contra Escocia; y, de ganar, cuatro días después buscaría el cupo definitivo a Qatar enfrentando a Gales. Todo es incierto, como decía Cervantes, “las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza”. ~

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