Aunque en los últimos tiempos pareciera habérsele acabado el cemento a sus paredes, el estilo de Alianza Lima se ha asociado siempre al juego alegre y jaranero de quimba y toque. ¿Desde cuándo el club de la Victoria cuenta con esa marca distintiva? El historiador José Carlos Rojas Medrano nos lo cuenta con un viaje al pasado en su libro El fútbol de los íntimos (Mesa Redonda, 2021), del cual compartimos un breve fragmento.
En 1927 se completa el plantel de Alianza Lima e inmediatamente logra progresos significativos en su juego de conjunto. Con esta temprana madurez, el equipo estaba listo para dar el salto a competencias internacionales fuera del país. A fines de ese año el club llevó a cabo su primera gira, siendo Centroamérica su destino. Realizó grandes actuaciones en países como Costa Rica, México y Cuba. Estos encuentros van a poner de relieve, a los ojos de los periodistas deportivos de esos países, el estilo de juego que practicaban los peruanos.
En los primeros partidos que disputaron en el país “tico”, se puede observar que la ejecución de su fútbol se afianza en lo colectivo, a base de pases precisos, cortos y por bajo. Son estos elementos los que le daban al Alianza una superioridad respecto a los otros conjuntos.
En el intermedio se comenta de modo favorable, con admiración, la bella actuación del Alianza, que sin disputa alguna es el equipo más formidable que ha llegado a Costa Rica. Todos y cada uno son verdaderas “estrellas”, y su juego de conjunto es preciso, matemático, desarrollando en todo momento una combinación a pase raso, corto, capaz de producir desconcierto en cualquier defensa. (Opiniones de la prensa de Costa Rica, reproducido en el diario El Sol, 20 de enero de 1928)
La prensa costarricense realizó un análisis de las individualidades del conjunto peruano. Destacó a todo el equipo, pero sobre todo a José María Lavalle y Alejandro Villanueva. Siempre las características de ellos están relacionadas a su gran destreza técnica y a su juego colectivo.
Villanueva es delantero del Alianza, un completo jugador. Domina el balón a la perfección, distribuye juego constantemente, y sus pases siempre son bien colocados, precisos. Y si a esto sumamos sus condiciones físicas de admirable constitución, gran altura, gran juego de cabeza y potente shot tenemos que es el mejor delantero centro que ha actuado en nuestros campos. (Opiniones de la prensa de Costa Rica, reproducido en el diario El Sol, 21 de enero de 1928)
La gira de Alianza continuó por México, donde el club también desarrolló buenas actuaciones con equipos importantes como el América, al cual lo goleó en dos oportunidades. El conjunto peruano dejaba claramente establecida su superioridad en tierras aztecas. La prensa mexicana hacía hincapié en la táctica particular del Alianza Lima, que consistía en pases bajos y cortos por las zonas de progresión y de finalización.
Esto permitía mover de un lado a otro al equipo contrario, generando espacios para los avances en conjunto o la resolución de jugadas de uno contra uno, donde los aliancistas superaban ampliamente a sus rivales, debido a su superioridad técnica individual y colectiva. Tan grata impresión dejó en los gramados mexicanos, que fue considerado como uno de los grandes y mejores equipos que habían pisado suelo azteca.
La táctica aliancista de pases bajos y cortos superó a la mexicana de juego largo y alto. Los pases cortos y precisos de los peruanos se multiplican y marean a sus opositores, los cuales ven repetirse los tiros a su valla. (…). Con la victoria de ayer, el Alianza ha confirmado ser un gran cuadro, siendo considerado aquí como muy superior al equipo chileno del Colo Colo, que nos visitara hace un año y que las actuaciones realizadas son comparadas a la labor desarrollada en nuestro field por el Real Madrid y por los uruguayos del Nacional. (Opiniones de la prensa mexicana, reproducido por el diario El Tiempo, 28 de febrero de 1928)
El auge del juego asociado
Los próximos años confirmarían el juego eficiente y de conjunto del cuadro aliancista, que se fue convirtiendo en un equipo hegemónico a nivel nacional. Logra un nuevo título en el campeonato de 1928 y continúa sosteniendo una regularidad inédita en las escuadras del medio. Después de un castigo de varios meses por la FPF, que lo excluyó del campeonato de 1929, Alianza Lima regresaría a las canchas a principios de 1930 enfrentando al Atlético Tucumán de Argentina.
En ese partido Alianza vuelve a demostrar su calidad individual y de conjunto ganando por un contundente «3-0». El análisis realizado por los periodistas de la época nos muestra un equipo que también sabe regular el despliegue físico y los tiempos en la posesión de la pelota y en los ataques, de acuerdo a las capacidades y desempeño del rival. No juegan todo el tiempo de manera automática yendo a buscar el gol, pues eso implicaría una merma peligrosa de sus fuerzas, sino que identifican perfectamente en qué momento del partido avasallar al oponente. Esta fue una característica constante de Alianza Lima en sus partidos internacionales o ante rivales importantes en el medio local. Había que dosificar al máximo las fuerza para mantener el control del juego.
En este sentido, en aquella época eran muy conocidos los famosos «segundos tiempos» de Alianza, donde ponía el pie en el acelerador y sometía a sus rivales. Con el Tucumán se llevó acabo esa estrategia con buenos resultados, pues en el complemento el conjunto de La Victoria logró rendimientos sobresalientes, no solo en el ataque sino también en la defensa. Tanto los backs como los mediocampistas sostuvieron el partido de manera notable, logrando neutralizar las arremetidas de los forwards argentinos.
No obstante, las mayores palmas se las llevó Alejandro Villanueva, considerado como el director de su ataque, pues sirvió siempre con pases precisos a los que mejor ubicados estaban, logrando con ello los tres goles. Villanueva hacía jugar al equipo; era el que ensamblaba las piezas de manera brillante. Además, estaba claro para todos que Alianza jugaba fútbol y no otra cosa.
«El Alianza demostró lo que es y lo que vale en nuestras canchas. Vimos el segundo tiempo, segundo tiempo ya clásico de Alianza, en el cual siempre ha logrado no solo imponerse definitivamente, sino hacer demostraciones plenas de belleza y de técnica. Esos 45 minutos finales de ayer fueron de buen juego, de excelente lección de buen fútbol, por la forma que dominaron los delanteros; y de mejor juego todavía, la que estuvo a cargo de los defensores, por su tino, su admirable colocación y sus estupendos arrestos, para contener la furia de Fassora y el torbellino de Díaz. Y brillando por encima de todos, pese a la estupenda performance de Lavalle, que estuvo sencillamente admirable, el gran Villanueva que, afirmándose en el segundo periodo, logró servir con la precisión única que posee, dos bolas que fueron convertidas en tantos por Montellanos y Sarmiento, conforme habían servido a Lavalle en el primer tiempo. Es el director que juega con su equipo cosa que no todos saben ni quieren hacer» (El Tiempo, 11 de febrero de 1930)
Pocos meses después llegaría el enfrentamiento con la Federación Universitaria —hoy Universitario de Deportes—, que, ante la ausencia de Alianza por un castigo dirigencial, lograron hacerse del título de 1929. Era una oportunidad para los aliancistas de mostrar que eran superiores en el juego. Llegado el día, los victorianos derrotaron por dos goles a cero en un estupendo partido. Alianza nuevamente demostró que jugaba mejor en el segundo periodo. Mantuvo el cero en el primero, y en el complemento salió a liquidar a los estudiantiles. Dejó que se desgasten y se acerquen al arco, aunque sin mucho peligro. Las crónicas son claras al señalar el gran dominio de su juego y la comprensión de todas sus líneas —defensores, mediocentros y delanteros. ~