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Los chicos de la tele

¿De qué viven los clubes peruanos? Tras casi dos años de partidos a puertas cerradas queda claro que no de las taquillas. Nuestro columnista Pedro Ortiz Bisso muestra cifras que indican la dependencia que tienen los equipos nacionales del dinero que reciben de los derechos televisivos. Sin embargo —a pesar de haber sido un salvavidas para los tiempos de pandemia— dicha tendencia termina obstaculizando el desarrollo del fútbol peruano.

La proverbial informalidad del fútbol peruano —reafirmada por el reciente fallo del TAS que ha vuelto a poner de cabeza la Liga 1— puede medirse también por su dependencia extrema de la televisión. Para algunos clubes puede representar el 90 o 95% de sus ingresos anuales, según ha revelado Giuliana Valverde, administradora general del Consorcio Fútbol Perú. Aunque el factor pandemia ha sido determinante, antes la situación tampoco era halagüeña. “Históricamente los derechos televisivos de algunos clubes representan entre 70 y 80% de sus ingresos”, declaró el miércoles pasado a “Gestión”.

El manejo que la televisión ejerce sobre el fútbol mundial es innegable. Pero beber de un solo caño es veneno para la salud financiera de cualquier institución. Para el Real Madrid, la tele representó unos 224 millones de euros en el 2020 (el 31% de sus ingresos), de acuerdo con un informe de la consultora Deloitte. En el caso del Bayern fue el 32% (203 millones). Los porcentajes no deben haber variado mucho en el presente ejercicio.

No solo en el mundo desarrollado prima la diversidad. El año pasado, los US$ 5’400,000 que Peñarol estimaba recibir por televisión y mercadeo significaban el 31% de su presupuesto. Y en Argentina, antes de la pandemia, la tele solo aportaba un 5% del dinero que entraba a las arcas de River Plate.

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En mayo del 2018, cuando la clasificación a Rusia nos mantenía en estado de ensoñación, la Federación Peruana de Fútbol y El Comercio organizaron un foro internacional que contó entre sus invitados con el presidente del Atlético Nacional de Medellín, Juan David Pérez. Para espanto de los presentes, Pérez contó que su club —que un año y pico antes había ganado la Copa Libertadores— recibía lo mismo que el resto que sus pares por derechos de televisión, compleja situación que los obligaba a ser ingeniosos en la obtención de recursos. En esa línea, formar excelentes futbolistas con gran capacidad de venta era una obligación. Para ello construyeron un centro de alto rendimiento en la zona del Guarne, con comodidades y equipamiento de primer orden. Recuerdo que mientras pasaba las diapositivas en el salón de conferencias del hotel Los Delfines, no faltó quién comentara que tamaña maravilla hacía que nuestra humilde Videna pareciera el patio trasero de un jardín de infantes.

EN LA ZONA DE CONFORT

La coyuntura mundialista fue el acicate para la formación de un comité de expertos con el objetivo de que nuestro balompié diera un salto de calidad. Pese a la proeza de Gareca y sus muchachos, el diagnóstico era aterrador. En el caso de la televisión, mientras en Colombia representaba el 17% de los ingresos y en Chile el 35%, en nuestro país llegaba a 51% (el porcentaje crecía a 68% si se exceptuaba a los clubes grandes). Las transferencias de jugadores apenas significaban el 3%.

El plan presentado por los expertos establecía una serie de parámetros para el fortalecimiento de los clubes, lo que implicaba diversificar las fuentes de los recursos y mejorar los mecanismos de transparencia, recuerda el expresidente de Sporting Cristal Felipe Cantuarias, integrante de ese comité. El estallido del Caso Oviedo echó por los suelos el intento de reforma y la asunción de Agustín Lozano le dio la estocada final.

https://twitter.com/ovacionweb/status/1461457929337507840

Sin mayor incentivo para dejar de ser instituciones de cartón, el caño abierto que entrega la televisión impide que los clubes abandonen su zona de confort. Las iniciativas de mercadeo son escasas, la opacidad aleja a marcas poderosas de sus camisetas y el estreno de jugadores jóvenes solo es posible por las obligaciones que impone la bolsa de minutos.

A todo ello se le suma otro aspecto clave: nuestro fútbol está sobrevalorado. “Solo recibimos un millón de dólares por derechos de televisión, los peruanos reciben cinco o seis millones”, se quejaba hace dos años Fuad Char, accionista principal del Junior de Barranquilla. ¿Tanto así? Cantuarias responde afirmativamente. “Salvo Boca, River y el fútbol brasileño que es otro mundo, acá los clubes reciben más dinero que en otros países”, indica. Diversas fuentes confirmaron lo mismo. Los equipos mejores pagados, según trascendió, reciben alrededor de US$6 millones anuales cada uno. Barcelona de Guayaquil, semifinalista de la última edición de la Libertadores, obtuvo US$2,5 millones; Colo Colo de Chile unos US$ 5 millones.

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“Así como hay jugadores que ganan 18.000 dólares mensuales, hay otros que apenas reciben 900 soles”, señala otro conocedor de nuestro mundillo futbolístico. ¿Y qué hacen los clubes con la plata que manejan? Una fuente recuerda una situación ocurrida años atrás durante una reunión entre un antiguo presidente de la FPF y los representantes de los clubes. “Un directivo le preguntó al presidente delante de todos: ‘¿Cuándo nos van a dar la plata por la Copa América? Ya me toca cambiar de camioneta’. El presidente, avergonzado, me miró y dijo: ‘Bienvenido al fútbol peruano’”.

LA GUERRA DE LOS DERECHOS TELEVISIVOS

Existen clubes que tratan de ser equilibrados. Para este año, los derechos de televisión representarán el 36% de los ingresos de Sporting Cristal, otro 30% vendrá de la Conmebol y 24% de operaciones comerciales. En San Martín reconocen que dependen en casi un 90% de las transmisiones. Para no caer en el ‘factoring’, manido recurso que utilizan los clubes para tapar huecos presupuestales, se cubren con pequeños sponsors y alguna transferencia. La más relevante fue la del marfileño Ake Loba al fútbol mexicano: les hizo ganar US$500 mil. Universitario espera que la televisión represente el 50% de sus ingresos, 7% menos que el año pasado, señala Daniel Amador, gerente de márketing y comercial del club.

El empresario uruguayo Paco Casal (izquierda) tiene los derechos de transmisión de varias ligas sudamericanas. ECUAGOL.

¿Por qué el consorcio paga tanto entonces? Los conocedores del tema creen que el Perú forma parte de una estrategia mayor de Paco Casal, uno de los dueños de la televisión futbolística sudamericana. Ya tiene derechos sobre las ligas de Ecuador, Venezuela y Uruguay, además de la nuestra.

La guerrita que sostienen la federación y un puñado de clubes tiene su raíz en los derechos de televisión. En la Videna quieren negociarlos en bloque con una nueva licitación. Sus opositores dicen que no hay quién pague más de los US$60 millones que abona el consorcio por las ligas 1 y 2. Las posiciones son encontradas. A días del inicio del campeonato profesional, tres clubes aún no tienen acuerdos de transmisión porque la FPF está en medio de la negociación.

El dinero es importante, pero lo es más que se fortalezca la institucionalidad, mejore la calidad de los torneos y se activen mecanismos de transparencia que hagan atractivos a los clubes y el campeonato. De nada servirá que reciban millones de dólares, si estos siguen manejándose entre nubarrones, sin invertirlos en sentar las bases del nuevo fútbol peruano. La frase cliché cae a pelo: la plata no lo es todo. ~

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