Diego Maradona hubo uno solo, pero dentro de él también habitaron varios Diegos. Para tratar de entenderlo, Bárbara Pistoia decidió darle vida al libro “Todo Diego es político”, que reúne once ensayos escritos solo por mujeres. En entrevista con María José Castro Bernardini, la editora del volumen responde a aquellos que creen que una mujer no pude reivindicar la figura del 10.
Sobre Maradona se ha escrito y dicho mucho, pero la mayoría de los que se han manifestado públicamente han sido hombres fundamentalmente desde una lectura deportiva. Su figura genera todo menos indiferencia, por ello en Sudor decidimos acercarnos al futbolista desde las voces diversas de mujeres. Esta vez conversamos con Bárbara Pistoia, editora de “Todo Diego es político”.
La comunicadora empezó a pensar el texto cuando Maradona regresa a Argentina para dirigir al club Gimnasia y Esgrima La Plata sin imaginar que sería el último libro que se publicaría con él vivo. La idea era editar un libro de ensayos interdisciplinarios lejanos del homenaje o la biografía, que exploraran en la mirada de las autoras. Este se compone de once ensayos y fue publicado en octubre del 2020.
¿Qué significa Diego Armando Maradona para ti?
Diego para mí es el gran poema nacional. Esto, más allá de lo romántico y de lo individual, significa que me es imposible pensar la Argentina y pensarlo a él como dos lecturas separadas. Soy argentina porque nacía ahí, pero si no lo fuera sería argentina por Diego, esa intimidad de representación genera su carácter en mí.
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¿Por qué te parecía necesario que once mujeres escriban sobre Maradona?, ¿qué se podía aportar desde la voz femenina?
Me parecía urgente una nueva forma de leer no solo a Maradona sino al fútbol y deporte en general. No era una necesidad de mujeres escribiendo de Diego, sino de una energía distinta, quizás, sí, una energía más femenina que nada tiene que ver con el ser mujer, sino con un soporte de sensibilidad y hasta de receptividad. Lo que pasa en particular con Diego es que hay una tensión clara en base a un mandato que agitan incluso otras mujeres: nosotras no podemos amarlo por el solo hecho de ser mujer. Lo cual es, a priori, sin meternos en los profundos entrelíneas, una estupidez inmensa. Yo tenía ganas de escribir sobre él, de hecho, el libro nace a partir de un artículo que yo hago para Revista Polvo hablando de la pretensión feminista de ordenarle a otras mujeres qué pueden hacer y qué no, a quién amar y a quién no, cómo amar, etcétera, así que todas estas inquietudes estaban ahí latentes.
Lo que me sucede es que rápidamente me doy cuenta que Diego es tan infinito que sola no iba a poder, que irremediablemente iba a terminar reduciéndolo a “mi” Diego, porque todos tenemos un Diego propio. Y ahí pensé que estaba bueno hacer un libro colectivo. No elegí a otras autoras por el solo hecho de ser mujeres, no era una condición ser mujer en un sentido fáctico, genital, contable como se utiliza ahora pedir “más mujeres” en todos lados sin importar ideologías, representaciones. Elegí autoras que me interesan por sus lecturas y sus posicionamientos políticos, culturales, sociales, tanto en lo macro como en lo cotidiano, autoras que leo, con las que comparto y difiero, pero siempre desde una hermosa y genuina concepción de la tensión. Sabía que, desde ahí, solo así, íbamos a poder armar un buen mapa de lo que Diego representa fuera de la cancha para todos. Porque es para todos, no es tampoco un libro que se hizo para que lean otras mujeres. Es un libro que se hizo siempre desde nuestra propia ubicación en la cultura popular y sabiéndolo a Diego el más popular de todos.
¿Qué te parece el término “feminismo maradoniano” ?, ¿cómo te sientes con él?
“Feminismo maradoniano” me parece un invento para justificar una reversión de opinión que dieron muchas a partir de la muerte de Diego y de la demanda de varios sectores por un feminismo que deje de juzgar, perseguir, moralizar la cultura popular. Dicho muy resumidamente, es como si se necesitara siempre una etiqueta que justifique lo que desde la pulsión acontece. Leo esas etiquetas como un placer culposo, otro flagelo cultural con el que muchos exponen sus gustos desde la idea tonta de que no encajan en un estándar determinado. En general, me siento muy lejos del feminismo que no se desarrolla en términos intersecciones, y básicamente es la gran mayoría. Y digo desarrolla porque pronunciar hoy nos podemos pronunciar todos y autodefinirnos como se nos antoje. Hay referentes de extrema derecha hablando de justicia social, sin ir más lejos. En una época seducida por la enunciación, la realidad siempre termina comiéndose esas etiquetas y mostrando muy fácilmente la fragilidad discursiva a partir de hechos concretos. Me siento maradoniana a secas, no tengo contradicciones ni necesito explicar nada al respecto. Soy maradoniana, como soy justicialista, antirracista, interseccional, argentina, y demás.
¿Cómo respondes a quiénes dicen que no se puede admirar a Maradona siendo feminista?
Como no soy feminista y viendo cómo replican mandatos machistas, no aspiro a serlo en lo más mínimo, entonces, puedo ser maradoniana tranquilamente (risas). Nadie puede decirme lo que puedo hacer o no por el solo hecho de ser mujer, el día que las feministas se enteren voy a creerles y respetarles, quizás, un poco más su sentido de liberación.
El libro es pensado y ve la luz poco antes del fallecimiento de Diego, ¿cómo se siente que sea el último libro que se publica con él vivo?
Todavía no lo asimilo mucho esto y no me llena en lo más mínimo, quisiera que esté vivo, así que diría que hasta me incomoda, pero sí, dado que los hechos son los que son, me emociona mucho que el último libro sea de mujeres festejándolo con tanto amor, admiración, gratitud y respeto sin caer en condescendencias con nadie, sin golpes bajos o emotividad barata, ni anécdotas ni literatura del yo. Todas escribimos en la más absoluta libertad y salió así.
Durante el trabajo sentimos una conexión muy especial, justo nos tocó una cuarentena estricta así que fue un trabajo que se pudo dar de lleno. Yo conviví con Diego los últimos dos años, de los cuales los últimos diez meses de ese tiempo fueron ya sabiendo que el libro sería colectivo, y los 6 meses previos a su muerte fue estar 24/7 con diez autoras trabajando. Pero en esa conexión de profunda intimidad y misticismo jamás imaginé que estábamos preparando una especie de despedida. Los textos fueron todos escritos y publicados antes, pero funcionan perfecto, incluso mejor, después de su fallecimiento. Es loquísimo. Lo que se me ocurre decir es que definitivamente fue una llamada de Dios, o de D10s, y había que hacerlo en ese momento y de esa forma.
En varias entrevistas y notas planteas que la consigna del libro fue el título y que cada una explore en su Diego más allá de lo personal o sociológico, ¿por qué lo pensaste así?
Dejando de lado su fuerza popular, y esto más allá de Argentina, su potencia popular da la vuelta al mundo literal, su muerte nos mostró que hasta en los puntos geográficos más ajenos a nosotros había multitudes llorándolo y agradeciéndole. Cuando yo intenté hacer el libro, que todavía no lo había pensado como proyecto colectivo, algo que me frustraba mucho era que había tantos Diegos que yo no quería reducirlo a lo que a mí me tocaba, a mi Diego, porque lo sentía como una falta de respeto a él, ante todo, pero también a los lectores. Esa revelación de que cada uno tiene su propio Diego me parecía fascinante para poder explorar su dimensión de representatividad a nivel mundial, no reducirlo a nada más allá de algunas cuestiones inevitables que son lo que para mí hacen de Diego una ciudadanía propia: siempre en contra de las derechas, de los poderosos, ligado a ciertos nombres políticos, siempre “mejor persona que jugador” para ciertos sectores sociales y “mejor jugador que persona” para otros. La idea era hacer un mapa lo más amplio de Diego sin que dejemos de lado nuestro Diego predilecto o aquel que nos interpela, pero nunca desde el “yo”, siempre desde ese “nosotros” que él tan bien representa.
Si bien el título del libro sale de una conversación de WhatsApp con un amigo tuyo, ¿qué significado tiene para ti?
Es la definición perfecta de Diego, para mí. Porque cuando escuchas a los que lo aman y a los que lo odian, a los que se quedan en el gris tibio de las contradicciones o del “lo que hace de su vida no me importa”, todas las entrelíneas están cargadas de connotaciones políticas, la mayoría sostenida en la tensión raza y clase.
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¿Qué otros Diegos quedan por explorar?
Para mí hay tantos Diegos como humanos en el mundo, como épocas, como momentos. Hay algo en él, en su catálogo de frases, que todo el tiempo se reinventa y reutiliza, hay algo reciclable en sus expresiones. Así que creo que nunca va a ser explorado del todo, nunca vamos a saber exactamente quién fue y su alcance, siempre nos vamos a quedar cortos, y a medida que pase el tiempo hasta incrédulos. Como un Jesús.
¿Cómo se explora la mirada de raza y clase en los ensayos?
Siempre está atravesado desde una perspectiva interseccional. Aunque en Argentina acontece algo muy particular, como es el racismo cuando lo miramos con lupa en cada país, más allá de su concepción universal: los argentinos racializan la clase social y a la raza la extranjerizan. Los negros siempre son los pobres y los no blancos siempre son de otros países, pero nunca argentinos. Eso tiene que ver con esa narrativa nociva de que los argentinos, todos, bajamos de los barcos de las migraciones de principio de siglo XX, los que venían, casualmente, con sectores racializados de España y de Italia. Lo cual, en términos nacionales, leer a Diego, lo que provoca y lo que se le demanda en términos sociales y culturales, ni hablar morales, parte de ese supremacismo espantoso y tan arraigado que hay en mi país y la lectura fácil y arcaica de lo civilizado versus lo brutalizado.
En una entrevista sobre el libro planteabas que “como toda fascinación, habla más del que la porta que del depositario”, ¿cómo se vincula con ser maradoniano?
Como se vincula con todo lo que se parte desde un estado de fascinación: entre ese otro y yo siempre interfiere mi idea de ese otro y mi idea de lo que soy yo. Entonces se lo sobrecarga de pretensiones, expectativas, demandas que al otro no le corresponden y que tampoco responden a lo que verdaderamente somos, porque el “yo soy” siempre es una ficción, la ficción más grande de todas y, principalmente, la más peligrosa.
A lo largo de varios ensayos se hace referencia a la consecuencia y la contradicción, la alegría y la tristeza, la fuerza y vulnerabilidad, la crítica al sistema siendo admirado en el mundo ¿todo eso encarna su figura?
Sí, creo que todos encarnamos un catálogo de contradicciones y que es saludable. Porque también muchas de esas contradicciones responden a nuestro propio crecimiento o desarrollo personal. Pensar igual a los 15 y a los 45 es, como dicen ahora, un “bandera roja” total. Pero, además, hay contradicciones propias del ritmo del tiempo, otras que emergen de la interacción cultural, social, y Diego unió literalmente todos los mundos posibles que conviven dentro de todas las sociedades y ámbitos, creo que por eso se expone aún más esos choques de extremos que terminan siempre siendo uno: su cuerpo.
En unos de los ensayos se explora esta idea: “Diego en tercera persona, el de la donación más absoluta y generosa”. ¿Lo ves así?
Sí, y no lo reduzco a la tercera persona, creo que Diego donó su tranquilidad a fin de no ser solo el mejor jugador de fútbol de la historia del mundo, sino que siempre se hizo cargo de las lecturas políticas que caían sobre él alrededor del mundo, pero sobre todo en Argentina e Italia, podemos sumar también el de Sinaloa. Siempre se hizo cargo de una manera muy lúcida y nunca esquivó esas tensiones ideológicas, ni las de raza y clase, al contrario. Mayormente acertando, a veces errático, otras veces divertido, provocador, de miles de maneras. Diego se hizo cargo de su peso social y eso es una donación absolutamente generosa. La mayoría de los jugadores latinos tienen un origen similar al de Diego y no todos logran leerlo ni mucho menos tienen el carácter para sobrellevarlo. En Argentina hay casos idénticos al origen y desarrollo de Diego pero que se fueron alineando a ideas de derecha y lo de “jugador del pueblo” lo llevan como fachada, pero no como acontecimiento político radical. Y eso les permite llevar una vida totalmente alejada de los juicios mediáticos y el manoseo constante de la opinión pública, por ejemplo. Mantienen cierto statuo quo y privacidad. Diego donó todo a cambio de ser siempre el Pelusa de Villa Fiorito, esté donde esté.
Finalmente, sobre Maradona se ha dicho y escrito mucho, ¿por qué leer un libro como este?, ¿qué mirada aporta a lo ya planteado?
Porque inaugura una manera de leer tanto a Diego como a escenarios que por lo general son leídos de manera masculina: midiéndose o con datos estadísticos que no terminan de dimensionar los impactos sentimentales y las fuerzas que el deporte puede generar. En un tipo como Diego, reducirlo a “deportista” es no leer la historia que construye en paralelo, una que está siempre ligada a la justicia poética y las representaciones de sectores sociales por lo general estigmatizados, olvidados, burlados, espectacularizados, romantizados, y tanto más. Es un libro que festeja nuestra contemporaneidad a Diego y utiliza esa contemporaneidad para leer a nuestras sociedades.
“Todo Diego es político” acaba de llegar al Perú y puede comprarse en la tienda de Sudor, es hoy un documento que nos permite entender más lo que significa ser maradodiana. ~