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El subcampeonato según ‘Cachito’

Hace cincuenta años, Universitario se convirtió en el primer club peruano en alcanzar la final de la Copa Libertadores de América. En conversación con nuestro columnista Pedro Ortiz Bisso, Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez uno de los grandes goleadores que ha tenido el fútbol peruano rememora esa campaña brillante, repleta de momentos épicos, parte de la cual los cremas tuvieron que enfrentarla con varios suplentes.

Había terminado el partido en Avellaneda. Ochenta y ocho días después de la primera noche de Libertadores —cuando treinta mil almas vieron en el Nacional cómo se reponían de un madrugador gol de Rivero para vencer a Alianza Lima 2 a 1— Roberto Scarone y Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez conversaban a solas. Unidos por un café y la nostalgia de tantas jornadas vividas, los hombres más importantes de Universitario de Deportes se reunían lejos de la congoja que recorría el hotel que los albergaba esa jornada de derrota. El uruguayo necesitaba decirle algo a su goleador, sin testigos. Y no quería que pasara mucho tiempo.

“TENÍA RAZÓN, ‘CACHITO’”

Días atrás, el delantero zurdo que moldeaba su cabellera con Glostora y el país conocía también como ‘El verdugo’, se había acercado a Scarone para hacerle una sugerencia: “Juéguesela por este equipo, don Roberto, todos suben y bajan”. Esa crema de hierro, —dueña de un plantel que miraba sin complejos a cualquier club del continente— había llegado a la instancia suprema de la Copa de 1972 sin cinco de sus principales jugadores: el mejor defensor de su historia, Héctor Chumpitaz; su marcapunta Félix Salinas y Héctor Bailetti, Juan José Muñante y Percy Rojas, tres aviones que metían miedo a cualquier defensa del mundo. La selección nacional se iba de gira al exterior y el técnico Lajos Barotti puso a los cinco en su lista. Pese a jugar sin ellos, la ‘U’ eliminó al Nacional uruguayo, campeón vigente de la Intercontinental, y al histórico Peñarol. Scarone se las había arreglado con Carlos Carbonell, Julio Luna, un trujillano de patillas de mariscal llamado Percy Vílchez y un flaquito mollendino, que descuadraba cinturas por la punta izquierda, un tal Juan Carlos Oblitas.

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Antes de la gira, el presidente de la ‘U’, Rafael Quirós, había enviado una carta a la federación pidiendo que sus jugadores no sean tomados en consideración. La respuesta fue negativa. Barotti, incluso, quiso llevarse a ‘Cachito’. De inmediato, los dirigentes merengues hicieron uso de todas sus influencias para impedirlo. Uno de ellos, Miguel Pellny, habló con el húngaro para que le dejara al menos un delantero. Al principio este ofreció a Bailetti, pero Scarone pidió que sea Ramírez.

Cincuenta años después, Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez rememora a través del teléfono esos momentos sin tristeza, contento por lo que el fútbol le deparó durante dieciséis años de carrera en la que logró jugar un Mundial, ganar una Copa América y ser finalista de la Copa Libertadores.

Scarone, recuerda, no aceptó su consejo. La prensa, los hinchas, los dirigentes pedían que los seleccionados jugaran los dos partidos finales a pesar del campañón encarrilado por los suplentes. El equipo de Barotti venía de una gira extenuante, cargado de derrotas y un escándalo a cuestas —un miembro del equipo fue acusado de robar un caset en una tienda en Feyernoord—, pero el experimentado técnico prefirió apostar por lo que parecía seguro.

LA ESTRATEGIA DEL CAOS

‘Cachito’ recuerda que el equipo que enfrentó a los uruguayos en semifinales jugaba “al caos”. “Luego del 2-3 en Lima ante Peñarol, Scarone me llamó para preguntarme qué había pasado. Esa noche había armado la delantera con Percy Vílchez por la derecha, Oblitas por la izquierda y yo por el centro. Le dije que el puesto de Vílchez era centrodelantero, así que para el partido siguiente, ante Nacional, decidió cambiar. Pero como seguía preocupado, le dije: don Roberto, ¿y por qué no jugamos al caos?. ‘¿Al caos, y cómo es eso?’, me dijo. Un desbarajuste, todos suben y todos bajan, le respondí. ‘Bueno, pues, juguemos al caos’. Y así jugamos. Esa noche le ganamos 3-0 a Nacional, que era campeón del mundo, con dos goles de Vílchez y uno mío”. Fue cuando Percy hizo ‘arar’ al golero Manga sobre el césped del José Díaz antes de marcar uno de sus goles. “Luego del partido, Manga declaró que había enfrentado mil veces a Pelé, el mejor jugador del mundo, pero nunca lo había dejado tan mal como Vílchez aquella vez”, dice como si volviera a ver esa jugada.

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En Montevideo, nuevamente emplearon la estrategia del caos y consiguieron dos valiosos empates: 3-3 con Nacional (con 3 tantos de ‘Cachito’) y 1-1 con Peñarol (gol de Vílchez), lo que les valió clasificar a la final ante Independiente. “Juguémosle al caos”, insistía el delantero, pero Scarone no le hizo caso. En Lima, el 17 de mayo, Oblitas y Vílchez no salieron a la cancha y la delantera crema estuvo integrada por Bailetti, Percy Rojas y ‘Cachito’. Más de 45.000 personas contuvieron el aliento cuando un disparo de ‘El Verdugo’ pegó en un palo en los últimos instantes del partido. El 0-0 obligaba a una hazaña en Avellaneda, siete días después. Scarone hizo un cambio: puso a Muñante en lugar de Bailetti. Los rojos se pusieron 2-0 y faltando once minutos el ‘Trucha’ puso el descuento. No alcanzó para más. ‘Cachito’ fue el goleador del torneo con seis anotaciones.

Tres años más tarde, la crema volvería estar cerca de otra final de Libertadores. Con Juan Eduardo Hohberg en el banco, ganó el Descentralizado con 71 puntos en 47 partidos y 101 goles a favor. Mantuvo una racha aún imbatible de 36 partidos sin perder. En la fase de grupos despachó a Peñarol y Wanderers de Uruguay (ganándoles a los dos en el Centenario) y a Unión Huaral. ‘Cachito’ volvió a ser el ‘pichichi’ de la Libertadores con ocho anotaciones. Pero un inesperado empate (1-1) con Unión Española, en Lima, privó a los merengues de volver a enfrentar a Independiente.

Haber estado tan cerca de la gloria interclubes no es una mochila pesada en la carrera de Ramírez, quien a lo largo de su carrera marcó 242 goles y ganó también la Copa Concacaf en 1976, con Atlético Español de México, la misma que acaba de obtener Raúl Ruidíaz con los Seattle Sounders. “Yo me quedo tranquilo. No tengo nada que envidiarle a nadie”. ~

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  1. Buena crónica Pedro. Solo una precisión. En esa campaña de 1972 fue derrota en Lima con Peñarol 2-3. Han pasado 50 años y la memoria seguramente traicionó al buen Cachito. Yo fui un niño feliz gritando sus goles. Larga vida para el verdugo.

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