“Nunca te rindas”, fue lo que sus padres le dijeron a Nilla Fischer cuando decidió que quería ser futbolista. Si bien ya jugaba al fútbol desde niña con su hermano gemelo, fue recién entrando a la adolescencia que el deseo por convertirse en profesional y jugar por la selección sueca se instaló en su cabeza.
Sabía que no sería un camino fácil, pero estaba dispuesta a luchar con convicción por su sueño. Lo que en ese entonces aún no sabía era que, además de ser una de las jugadoras más exitosas de Suecia, dejaría huella al alzar su voz por la igualdad y los derechos LGTB.
Con 16 años y como mediocampista, hizo su debut en primera división con el Kristianstads DFF, pero con el paso de los años encontró que su posición era la de defensa central. Gracias a su habilidad, no tardó en convertirse en el eje defensivo tanto de su selección como de los clubes por los que desfiló. Lleva más de 150 partidos internacionales con Suecia, una plata olímpica y un bronce mundialista. Y con su club, el Wolfsburgo, su palmarés continúa aumentando: suma dos Liga de Alemania, tres Copa alemanas y una Liga de Campeones.
Más allá de títulos y medallas, uno de sus logros más importantes quizá sucedió en un partido contra el Bayern Munich en 2017 cuando llevó una cinta de capitán con los colores del arcoíris, símbolo de la diversidad sexual que representan el orgullo, la diversidad y el respeto. Nilla nunca ocultó ser lesbiana y los comentarios despectivos que ha recibido a lo largo de su carrera la han hecho más fuerte. Hoy, que lleva cuatro años casada con Mariah Michaela y acaba de tener un hijo, confía en ser un ejemplo para los que tienen miedo de expresarse libremente. Porque, para ella, la voz de todos cuenta.
Y ese mensaje es el que también lleva a las canchas en busca de mejoras. Si le concedieran un deseo, Nilla pediría que el salario sea igual para hombres y mujeres. La realidad dista mucho de ese sueño, pero ella está en pie de lucha.
El año pasado, junto a otras jugadoras de todo el mundo, negoció con las asociaciones de fútbol un trato más justo para las futbolistas. Suecia llegó a un nuevo acuerdo con la selección femenina que ahora tiene salarios y condiciones más cercanas a las de la selección masculina.
Aunque sea una pelea constante e incluso frustrante, Nilla, a sus 33 años, sabe que hay mucho por hacer y, así como le dijeron sus padres cuando recién empezó a jugar al fútbol, rendirse no está permitido. Así deje de jugar, a ella nadie la silenciará. ©