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Tapia, el monarca discreto

No son pocos los que han destacado la gran performance de Renato Tapia en la victoria sobre Venezuela. Para el periodista y escritor Leonardo Ledesma Watson, el volante central, que cumplió en Caracas 70 partidos con la selección, mantiene una regularidad que ha sido clave para que la Blanquirroja pueda depender, y sin miedo, de sí misma.

Antes de aquellos espasmos de taquicardia sufridos por cualquiera que estuviese delante de la televisión viendo el Venezuela-Perú, la conversación —hoy vía Whatsapp, Messenger o cualquiera de sus variantes comunicacionales— se centraba en los rendimientos individuales más que en el sistema. “Lo bien que está Cueva”, “Ramos, sin ruborizarse, de punta y para arriba”, “Gracias, San Pedro (Gallese)”. Sin embargo, cualquier calificativo respondía a momentos específicos: una gambeta, el tiro libre, un rechazo o el penal. Ahora, con lo que coincidimos todos desde el comienzo fue en lo concentrado que estuvo Renato Tapia: Pa-re-ji-to.

¿Se descubre algo nuevo al hablar del volante central de la selección peruana además de señalar su entrega, las estadísticas elevadísimas de quites de balón, la capacidad de cobertura que tiene jugando como ancla en el medio y recogiéndose entre los centrales cuando el ataque del rival es apremiante? Pues la verdad, no mucho. Además de los apuntes anecdóticos de la historia de este jugador que hoy tiene 26 años y que nunca jugó profesionalmente en el Perú porque se fue a Países Bajos para firmar por Twente, cabe resaltar los más de setenta partidos que ya tiene con el equipo nacional en un aparente abrir y cerrar de ojos.

Contra Venezuela, incluso para un obsesivo estadístico, los números hablarían por él: seis despejes, dos bloqueos de disparo, cuatro interrupciones de pase, siete de doce duelos ganados y siete pases largos acertados. Por supuesto, mirar antojadizamente los números sería una necedad o un despropósito; sin embargo, al repasarlos, uno puede entender cómo es que Tapia llegó casi siempre limpio a las coberturas tanto de Peña y Yotún (los interiores) y se metió entre Ramos y Abram (los centrales) para soportar el embate vinotinto.

Otro punto importante, que tiene más que ver con la observación que con la tableta de medición, es la relevancia de Tapia para recibir perfilado (derecha o izquierda) y ganar un tiempo. Algo muy común en la formación de jugadores en Europa y que asimiló desde bastante joven al haber pasado pruebas en Tottenham y Liverpool de Inglaterra para luego desarrollarse futbolísticamente en la escuela neerlandesa.

UNA ANOMALÍA POSITIVA

Titularísimo mientras Ricardo Gareca ha estado en el banquillo, Tapia ha pasado por el imaginario nacional como una especie de anomalía positiva a la que tan poco acostumbrado está el hincha de a pie que suele ver cómo se desmoronan las carreras de las promesas y las jóvenes figuras, entre firuletes y rumbas de medianoche. Con Tapia ha habido, desde sus inicios, una relación horizontal en la que la opinión pública no sentía el deber de cuidarlo sino de respetarlo.

Durante la campaña mundialista, Tapia ha acumulado números que lo han vuelto incuestionable. ANDINA.

A pesar de ciertas dudas a la luz de la evidencia de Pedro Aquino como otro gran volante al que le tocó responder cada vez que estuvo, Gareca es claro: Tapia es titular. Y quizá el Tigre ve lo que los mortales no vemos. Tapia es ese líder de la regularidad y posee la cualidad de la confianza, como aquel vecino al que le dices que por favor le eche un ojo a tu casa cuando vas de salida.

La diferencia, es cierto, resulta mínima: la frialdad de las cifras de cuánto recorre, cuánto quita, cuánto entrega y cuánto se impone uno u otro es ínfima. A veces, me atrevería a decir, la ventaja es para el volante del América de México. Por ejemplo, hasta antes de la última fecha doble, Tapia acumulaba 649 minutos jugados, mientras que Aquino 608. En ese tiempo, el exvolante de Sporting Cristal promediaba un 85% de pases acertados contra un 81% del jugador del Celta, al igual que 28 quites sobre 25 a favor. Tapia, por su lado, se imponía en los números de duelos ganados inclinando la balanza hacia él: 50% contra 47%. Además, saca ventaja en el número de goles anotados: dos para Tapia (Brasil y Uruguay) y ninguno para Aquino. Ahí pegaditos en casi todo.

Finalmente, otra cosa que se apuntaba en esas conversaciones virtuales de collera era lo cubierto que está el mediocampo (Tapia, Aquino, Cartagena, los que siguen). A diferencia de otras generaciones, es allí donde podemos, a partir de un convencimiento y una regularidad soñada, hoy más que nunca, pronunciar sin titubeos ni sarcasmo que ahora dependemos única y exclusivamente de nosotros. ~

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