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Sara Ghomi, la revolucionaria de la pelota

En un país donde el deporte está restringido para las mujeres y cuyo ingreso a los estadios está prohibido y se castiga con la cárcel, Sara Ghomi, más que una valiente, se ha convertido en el símbolo de la desobediencia bien entendida –en busca de justicia– y el desafío a la brutalidad de la ley impuesta en 1979 tras la Revolución Islámica en Irán.

Mujer y futbolista, Sara fue la primera en ser convocada para ser parte del joven equipo de fútbol femenino iraní. Esta selección, que con tan solo seis años de formada ha sido motivo de crítica desde el inicio por los ciudadanos más ortodoxos del país, significó el ascenso de la carrera de Sara.

Mientras el equipo femenino de futsal de Irán estaba formado por ocho hombres y tres mujeres, Sara Ghomi trataba de hacerse un lugar en el seleccionado femenino de fútbol desde 2012. Entre el verde y el blanco del uniforme, la cabellera y el resto del cuerpo de Sara estaban cubiertos con un velo sintético. Para ella, así como para todas las mujeres de esta región, su uso es una obligación y de infringir con esta norma, dos veces, iría a la cárcel.

Irán está en crisis o, mejor dicho, en una revolución: las mujeres están cansadas de vivir restringidas. Por eso, han empezado a alzarse en contra del velo y en contra de la segregación sexual en los espacios públicos. El gobierno ya ha detenido a casi treinta mujeres por quitarse el velo en son de rebeldía y a treinta y cinco por asistir a un partido de fútbol.

Sara juega con la 99 en la espalda y es hincha del Barcelona y de Lionel Messi. Aunque hoy está por cumplir treinta años, empezó a jugar al fútbol en 2005 en el club Malavar Bandar, al que perteneció hasta 2015. Si bien mide solo un metro cincuenta y ocho centímetros, la mejor jugadora de Irán es una inspiración para miles de niñas que ven en ella un modelo de alguien que alguna vez quiso ser profesora deportiva –pues hasta a eso podía aspirar una mujer– y prefirió convertirse en una futbolista de verdad.

A pesar del país en el que vive y de haber tenido que llevar velo por obligación incluso cuando tenía que jugar, tuvo un destacado rendimiento siendo goleadora en cuatro temporadas de la Premier League de Irán y convirtiéndose en la mejor jugadora en cinco ocasiones. Aunque alguna vez declaró que la disolución de su primer equipo le rompió el corazón, Sara sigue luchando por las mujeres futbolistas de Medio Oriente. ©

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