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Serena siempre tuvo razón

En febrero pasado, el tenista Alexander Zverev protagonizó un hecho vergonzoso al agredir a un árbitro en el torneo de Acapulco. Sin embargo, pese la violencia de su acto, no sufrió una dura sanción por parte de la ATP. La filósofa Brenda Galagarza Alfaro hace mención al hecho y lo compara con el protagonizado por Serena Williams en el US Open. La diferente forma como se abordaron sucesos tan similares pone en evidencia las desigualdades que viven hombres y mujeres en los circuitos del deporte blanco.

Lo más revelador de las desigualdades que podemos ver entre mujeres y hombres, en cualquier ámbito de la vida, es el poder que ejercen las instituciones para que ello siga ocurriendo. El tenis no es la excepción. El 23 de febrero último, Alexander Zverev, el tenista alemán más importante del momento y número 3 del ranking de la Asociación del Tenis masculino Profesional (ATP) golpeó a Alessandro Germani, árbitro principal del partido de dobles que acababa de perder en el ATP 500 de Acapulco. La ausencia de sanción por parte de la ATP es vergonzosa.

Además de golpear a Germani, lo que claramente fue su primera intención, rompió su raqueta enroscándola en la silla del árbitro, solo para proseguir con el vandalismo e intentar golpearlo nuevamente. Antes de eso, por supuesto, lo insultó enfáticamente. Cuatro años antes, pero en la final del US Open, Serena Williams insultó a Carlos Ramos, el árbitro del partido, lo que le costó un punto, primero, un game después. Lo llamó “ladrón”. Terminaría perdiendo el partido, pero tras ello, fue sancionada por la Internacional Tennis Federation (ITF), organizadora de los Grand Slams, y auscultada con ávida ferocidad por la prensa internacional. Caricaturas, documentales, entrevistas. Ensañamiento.

“Si lo que hizo él [Alexander Zverev] lo hubiese hecho yo, estaría en la cárcel. No lo digo en broma” comentó este 4 de marzo Serena Williams, la 23 veces ganadora de Grand Slams, en conversación con Cristiane Amanpour vía CNN. En cambio, de Sascha —como se le suele decir a Alexander pese a que el nombre no le gusta porque lo infantiliza—, se habla muy poco. Curiosamente, el foco se dirige discretamente hacia la ATP y muy tenuemente hacia el alemán. Si consideramos que esto mismo viene ocurriendo desde 2020 tras la denuncia pública realizada por su exnovia Olga Sharypova por abuso físico y psicológico, la sorpresa es mínima.

HISTORIAL DE AGRESIONES DE GÉNERO

Alexander era el abanderado de una generación de tenistas bautizados como ‘The Next Gen’. De hecho, Team8, la agencia de representación que tienen Roger Federer y Tony Godsick, sumó a Zverev en sus filas promocionándolo en la gira latinoamericana que el suizo hiciera en el 2018. Esto también aseguraba su presencia en las Laver Cup. El joven talentoso que Federer había escogido para sus viajes, con un futuro prometedor. Sin embargo, hasta la fecha no ha podido dar el salto. Más allá de Daniil Medvedev quien ya logró ganar un Grand Slam en el US Open del 2021, ninguno de los miembros de esta supuesta generación dorada, ha podido cometer el parricidio que se espera: superar al Big Three (Federer, Nadal y Djokovic).

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Desde sus inicios Sascha destacaba por su saque potente y su mal temperamento. La ausencia de control podía deberse a que en efecto era un chico en formación, pero ya con 21 años, cuando empezó a brillar en algunos torneos y alcanza el top 20, ese descontrol deja de ser anecdótico. Instalado entre los veinte mejores del mundo le gustaba romper raquetas y referirse a los árbitros como “idiotas de mierda”, insulto que por cierto actualiza el 23 de febrero en el ATP de Acapulco.

En 2017 logra entrar al top 3 y las expectativas empiezan a crecer. Proveniente de una familia de tenistas (su hermano también jugó en la ATP con relativos buenos resultados), se esperaba que Sascha se convirtiera en Alexander, el hombre. Pero, en 2019 empezaron los problemas con su novia Olga Sharypova, una extenista rusa. La organización de la Laver Cup de ese año se vio involucrada en un incidente entre Alexander, ya de 22 años, y Olga. Tuvieron que proporcionarles una tableta de glucosa para contrarrestar la insulina que ella se había inyectado en el cuerpo sin ser diabética. Alexander le había puesto una almohada en la cara ocasionándole asfixia. Tras la agresión, le pidió disculpas como si hubira sido un simple juego. Desde esa fecha, hasta octubre del 2020, se dieron una serie de incidentes protagonizada por la pareja que involucran al padre de Zverev, a una amiga de ambos, a la mejor amiga de Olga y a la prensa de los torneos en los que acontecieron estos abusos. Una cadena de eventos fue exhaustivamente investigada por Ben Rothenberg en agosto de 2021, para Slate.

Todos los altercados relatados por Sharypova suceden en habitaciones de hoteles en donde Alexander y ella sostuvieron fuertes discusiones seguidas de golpes por tarde de él y arañazos de defensa por parte de ella. Lo cierto es que Olga atentó contra su vida dos veces con el mismo método, la inyección de insulina. La segunda vez, Alexander le dijo que quizá debía morirse de una vez. El 28 de octubre de 2020, Sharypova publicó una foto de sí misma en Instagram. El pie de foto, escrito en ruso, decía: “me han golpeado y ya no guardaré silencio”. Aunque evidenció haber sido víctima de violencia doméstica, no identificó a Alexander sino hasta una entrevista posterior en el sitio web ruso Championat. Las fotos de los golpes que Zverev le asestó se encuentran en el celular de la amiga de Olga y son parte de la investigación de Rothenberg y confirmados por otra testigo quien también verifica las llamadas violentas y acosadoras que el tenista le hacía a su pareja.

Del testimonio de Sharypova hay numerosas evidencias. Su relato es consistente con el de los involucrados. No obstante, Olga no ha hecho una denuncia frente a las autoridades rusas. En declaraciones para la investigación de Rothenberg, comenta que no le ha sido fácil conseguir trabajo en su natal Rusia. Tras su publicación en Instagram la familia Zverev ha logrado suavizar a la prensa, contener los cuestionamientos y manejar el rebote de la denuncia.

“Quería ser pública, ser honesta con todos ustedes”, dijo Rothenberg. “Muchas chicas en esta situación guardan silencio. No hablan de eso porque tienen miedo de los comentarios de que no es cierto y cosas así. Solo quería mostrar que no es difícil hablar de eso. Ya pasó en la vida real, ya lo viviste. Sabes que dijiste la verdad, sabes que no eres una mala persona y que no te merecías esto” comentó para Slate. Team 8, a fines del 2020, anunció que Zverev, no seguiría siendo parte de sus representados. Pero el tenista quedó lejos de verse perjudicado. Tras el incidente, Rolex, la famosa marca de relojes, se sumó a los auspiciadores del alemán.

Aunque en un inicio Alexander declaraba arrogante sobre este tema, luego bajó el tono. Transitó del “sé que habrá muchas personas que en este momento intentarán borrarme la sonrisa de la cara, pero bajo esta máscara, estoy sonriendo brillantemente. Me siento increíble en la cancha. Tengo a la gente que quiero a mi alrededor” al “me entristece el impacto que pueden tener tales acusaciones falsas, en el deporte, en el mundo exterior, también en mí mismo. Realmente me disculpo porque el enfoque se ha alejado del deporte. A todos nos encanta jugar al tenis. Para eso estamos aquí”.

Lo sucedido en Acapulco, no es sorpresa para nadie. Las similitudes existen. Los testimonios de Olga y de una amiga de la expareja abonan en la idea de que Zverev es un hombre constantemente al borde del desequilibrio. Un fósforo listo para prenderse. Son numerosas las veces que coge su raqueta y la destruye en la cancha, evento que para el tenis se considera un warning o sanción. Son pocas, sin embargo, las veces que estas acciones se penalizan. En realidad, depende mucho del temple del árbitro. En Acapulco, minutos antes de acabarse el partido, Germani cobra una bola dentro. Alexander alude que no es así, que es claramente fuera. “You´re a fucking idiot” le grita a Germani quien le coloca el warning. Sin embargo, al perder el partido, Alexander se concentra en esa bola perdida “por culpa” de Germani y se dirige a él, no para saludarlo como suele hacerse al final de los partidos de tenis, sino para pegarle con la raqueta. Las imágenes no dejan lugar a la imaginación.

Pegarle a un árbitro no es algo que sucede todos los días. En el tenis los árbitros ocupan una silla tabernáculo que los hace de muy difícil acceso. Pero Alexander, un hombre de casi dos metros de altura, no tuvo mayores problemas para apuntarle a las piernas y pies. Hay que agradecer su mala puntería en medio del arranque de furia. La organización del torneo lo expulsó, pero la ATP lo ha “sancionado” en condicional: Alexander, hombre, muy mal lo que has hecho. Si lo vuelves a hacer en el lapso de un año te suspenderemos dos meses. De no creerse.

LA MUJER QUE NO SE CALLÓ

Haber ganado hasta el momento 23 Grand Slam —catorce de ellos sin perder un solo set y diez tras cumplir treinta años—, obtener medalla de oro en singles de los Juegos Olímpicos de Sidney y Beijing, y de singles y dobles en Londres, ganar los cuatro Grand Slam consecutivos en dos ocasiones (2002 a 2003 y 2014 a 2015), conseguir ocho finales consecutivas de Grand Slam entre Wimbledon de 2012 y Wimbledon 2015 y tener cerca de 95 millones de dólares ganados siendo la más adinerada de las tenistas, no ha sido impedimento para que, en reiteradas ocasiones, haya sido comparada con la potencia, los récords, la supremacía, la mentalidad de los tenistas hombres profesionales.

“Si ella jugara en el circuito de hombres sería como la 700 en el mundo”, dijo su compatriota, el también afamado John McEnroe. De hecho, en 2019 Serena fue retada por un grupo de cinco hombres jóvenes que no practicaban ningún deporte y que consideraban que, pese a ello, podían ganarle un punto. Esto a raíz de una encuesta publicada por la empresa YuoGov que revelaba que uno de cada ocho hombres británicos consideraba que podía ganarle un punto en la cancha. A ritmo de entrenamiento, Serena se vio obligada a demostrar que efectivamente no le iban a poder ganar un solo punto. Mientras, en los torneos ATP, Alexander rompía raquetas, pero seguía siendo la promesa de la Next Gen.

En el US Open del 2018, la menor de las Williams fue protagonista de una final que difícilmente podrá ser olvidada. Acusada de recibir coaching, es decir, de recibir instrucciones de parte de su entrenador Patrick Mouratoglou; la estadounidense recibe un primer warning que queda en la anécdota tras su defensa frente a el árbitro del partido Carlos Ramos. “Estás atacando lo que soy, yo no soy una tramposa. No voy a permitir que nunca más arbitres un partido en el que yo juegue, nunca jamás. Eres un mentiroso. Me debes una disculpa”, le dijo. Tras ello, rompió la raqueta, hecho que significó un segundo warning que le hace perder un punto. Ella, sin embargo, no era consciente de ello. Nunca pensó que le había llegado a colocar el primer warning. “Me debes una disculpa”, le dice a Ramos, quien se niega a hacerlo. “Cómo te atreves a decirme algo así. Me has robado punto, por lo tanto, eres un ladrón también”, le volvió a señalar. Mientras caminaba de vuelta a la cancha, el árbitro anunció “abuso verbal” y decretó el tercer warning. La sanción le concede un game a Osaka quien saca para partido 5-3 y finalmente gana el torneo.

En la rueda de prensa posterior, Serena menciona algo que es bastante cierto. Los árbitros reciben insultos todo el tiempo. Sabemos que eso no está bien, pero los reciben. Por razones que habría que preguntarles a ellos pocas veces lo sancionan. Es famoso el partido del US Open de 1991 en el que Jimmy Connors llama “un aborto” al árbitro quien, en un momento decisivo, grita una bola de Connors out. La repetición de la televisión le llevaban la contra y Connors también. El árbitro se defendió aduciendo que era muy claro que la bola había pegado afuera. “Muy claro mi trasero. Eres un aborto”, le gritó Connors. Para el caso de Djokovic, ya son varias las ocasiones en las que insultar a árbitros y romper raquetas no ha provocado que le pongan un warning. En la final del Australian Open de 2019, incluso llega a tocar al árbitro haciendo notar su molestia por un cobro que consideraba indebido. Algo similar ocurrió en la semifinal del Roland Garros del mismo año cuando le colocaron un warning por uso indebido del tiempo. Su desquite verbal con el árbitro no le costó una segunda advertencia lo que le hubiera significado perder un punto. Por otro lado, en la final del US Open de 2009, Federer le increpa al árbitro permitir descansos más prolongados para Del Potro, su rival. Frente a la defensa del árbitro, Roger le responde: “no me importa una mierda lo que estás diciendo”. El árbitro no le coloca warning, pero el torneo le impone una multa. Por otro lado, un joven Zverev de 21 años ya llamaba a los árbitros como “idiotas de mierda”, sin sanción alguna.

La periodista deportiva Amy Lundy analizó 73 partidos jugados en Roland Garros y el US Open para averiguar si había alguna inclinación de género en la aplicación de las sanciones. De los 73 partidos analizados, el 35% de incidentes acontecidos en partidos de tenis masculino son advertidos o penalizados; 45% para las mujeres. Por coaching hay solo un antecedente del uso de un soft warning: el aplicado a John Isner en el mismo US Open en el que se dio el incidente de Serena. Esto quiere decir que no constituye una advertencia real (no es una sanción, solo un llamado de atención), pero sí una especie de “cuidado con lo que haces”. Asimismo, solo se ha cobrado coaching dos veces en el US Open, siempre a mujeres. Y solo hay un caso en el que el cobro del coaching ha desencadenado una sanción posterior (un segundo o tercer warning): el de Serena en el 2018.

EL DEBATE DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO

Chris Evert, la estadounidense ganadora de dieciocho Grand Slam comentó al ser interrogada por lo ocurrido en la final: “espero que podamos aprender de este episodio. No está bien involucrar en esto la agenda de mujer ni de madre. Esto es horrible para el tenis. Los jueces son justos con hombres y con mujeres y no hay diferencias ni favoritismos”. Es llamativo que en la mente de Evert la vida del deportista esté tan alienada de su existencia como persona. “Esto que ha pasado es para que vean que hay que expresarse y tener sentimientos. Y muchas mujeres podrían hacerlo gracias a lo que pasó hoy. Estoy aquí para luchar por los derechos de la mujer, la igualdad femenina y todas esas cosas”, afirmó Serena también tras la final del US Open.

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La leyenda del tenis Billie Jean King tuvo una posición de respaldo a Williams. Le agradeció por ponerle nombre a la situación que viven muchas mujeres en el tenis femenino profesional. Más aún por señalar públicamente —exponiéndose a insultos que no faltaron en llegar— el doble estándar en la aplicación de las reglas, y en la valoración de los actos y temperamento de las y los tenistas tanto de parte de los jueces, como de la prensa. “Se necesitan más voces que hagan lo mismo. Cuando un hombre es emocional, se le asume como abierto y comunicativo. Cuando una mujer hace lo mismo, es histérica”, afirmó King.

Lo cierto es que, en las honduras de las decisiones, de la cobertura, de las caricaturas y titulares realizados por hombres y mujeres, subyacen representaciones de lo bueno y lo correcto construidas desde una lógica patriarcal y sexista. En el documental Backstory de ESPN Serena vs The Umpire, Pam Shiver, la famosa tenista estadounidense sugiere que “Serena debió bajar su protagonismo” en estos eventos. Controlarse. Chris Wichmaier, vocero de la USTA le reclama un mejor manejo de la situación. Y Palma Chryst asegura que Ramos no es racista ni sexista, dado que, muchas veces lo ha visto cenando con otros árbitros, irrefutable prueba que se trata de un hombre inclusivo.

¿Qué hemos escuchado sobre Alexander? Ojalá le hubiese dicho “ladrón” a Germani, quizá eso hubiese alborotado el gallinero. Una voz que se alzó mucho antes de los eventos de Acapulco fue la de Juan Carlos Ferrero, tras haberlo entrenado brevemente: “a Zverev le faltaba un poco de orden fuera de la pista con cosas como la puntualidad, el respeto hacia los demás, el apreciar que están trabajando contigo y que no son un trozo de carne. No los puedes tratar con cierto desprecio. El jugador al final tiene que ser una persona: por mucho que ganes, tienes que tratar a todo el mundo por igual. Si no, te conviertes en algo que no sabes ni lo que es”. Y agregó: “a Zverev le falta de intensidad mental. Son jugadores que se cansan muy rápido y al final no trabajan del todo bien. Era capaz de entrenar cuatro horas de tenis, pero solo aprovechaba hora y media. El resto del tiempo estaba quejándose, tirando la raqueta, fallando y protestando todo. En estos jugadores el fuera de cancha es bastante desastroso. No tienen a nadie que les diga lo que tiene que hacer”.

Durante los JJ.OO. de Tokio 2020 se fue de fiesta en pleno confinamiento y luego salió a pedir disculpas. Entonces como ahora tras el incidente con Germani, promete siempre una renovada actitud, conciencia sobre sus acciones, más responsabilidad y compromiso. Al ‘Principito’, apodado así por la prensa latinoamericana, parece alcanzarle con ofrecer disculpas.

Sobre la acusación de Sharypova hay poco también. “Sí, para mí debería haber protocolos y un proceso cuando se hacen acusaciones como esta. Eso es algo que la ATP, los órganos rectores, la ITF, los Slams deberían buscar implementar, en mi opinión” afirmó Andy Murray. Federer también opinó al respecto. El legendario tenista señaló que la estructura del tenis, como negocio, complica la situación: los jugadores no son empleados, la gira de tenis no se rige por las leyes de un país sino es más bien nómade. No obstante, indicó que la ATP es capaz de realizar investigaciones internas, y lo ha hecho públicamente en varios casos de indisciplina o dopaje. Por ejemplo, manifestó que sin in tan lejos, ha intervenido en el tema sanitario promoviendo la vacunación de sus jugadores más allá de las reglas de los países.

EL PATRIARCADO DE LOS MEDIOS

Tras los eventos de setiembre de 2018 en el US Open, Mark Knight, un caricaturista australiano del Herald Sun publicó una caricatura que muestra a Serena tosca y grotescamente dibujada, saltando encima de una raqueta ya destruida, mientras el árbitro conversa calmadamente con una Osaka esquelética frente a la voluminosa figura del cuerpo de Serena. “Un campeón de tenis tuvo una megarrabieta en el escenario mundial, y (la) caricatura lo representó”, dijo Damon Johnston, el editor del diario defendiendo al caricaturista. Esta crueldad no es una excepción. La prensa deportiva sabe con quién serlo.

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Los excesos de jugadores como Jimmy Connors, John McEnroe, Andre Agassi o Marat Safin han sido abordados por la prensa como excentricidades propias de los genios alocados que los poseen. Más actualmente, podríamos incluir a Medvedev. Sin embargo, en el caso que el desacato provenga de una mujer, el juicio y las adjetivaciones se hacen más severas. “¿Por qué McEnroe o Agassi eran “rebeldes” y tipos “con carácter” mientras que Serena Williams es una “diva” y “malcriada”? ¿Por qué cuando un deportista varón se enfada y lo demuestra es síntoma de su “espíritu competitivo”, y si lo hace una mujer es una “histérica”, “poco profesional” y ha “perdido los papeles”? ¿Qué explica la indulgencia por un lado y la rigidez por otro?

La explicación es compleja. En España, el Consejo Audiovisual de Andalucía publicó en 2008 un estudio sobre género y deporte en televisión cuyos resultados señalan que “si bien existe un porcentaje similar entre presentadores y presentadoras de programas deportivos, la diferencia sigue siendo notable entre reporteros y reporteras, enviados y enviadas especiales, y locutores y locutoras de eventos con un 80% de hombres periodistas frente a un 20% de mujeres”. En tal sentido, el estudio concluye que “se produce la invisibilidad de la mujer en los programas de información deportiva, algo que no se sostiene si nos atenemos a criterios estrictamente noticiosos, pues se producen muchas más competiciones de deporte femenino (algunas de las cuales tienen resonancia internacional) de las que finalmente aparecen en los espacios y programas televisivos”. Ni en los países nórdicos, cuyas políticas sobre igualdad de género nos llevan la delantera por mucho, los medios y su cobertura deportiva han logrado estar a la vanguardia: el 85% de las noticias son sobre deporte masculino. Asimismo, en un estudio longitudinal realizado por Cooky, Messner y Hextrum en 2013 para estudiar la presencia de las deportistas dentro de los programas de televisión de la prensa nórdica demuestra que la cobertura solo concentra el 1.4% del tiempo total de emisión. Un estudio similar realizado por Billings y Young en el 2015 arroja resultados incluso peores: menos de 1% del tiempo total.

La señal de ESPN que puede verse en el Perú y Latinoamérica proviene de Argentina. Desde 1998-1999, periodo en el que empieza la cobertura de los Grand Slam y algunos torneos masters 1000, sus comentaristas han sido mayoritariamente hombres. En su señal internacional, exclusivamente hombres, en su versión local argentina, hay una mujer que eventualmente es invitada a comentar partidos, Mariana Díaz Oliva, exjugadora y entrenadora de tenis femenino en Argentina.  Desde hace unos doce años, específicamente en las transmisiones del US Open, ESPN invita a una mujer a la mesa de conducción del torneo, Carolina Guillén, quien no comenta partidos ni los narra; es la encargada de las antesalas y comparte el espacio con dos comentaristas hombres y con dos especialistas más, hombres también. Esta señal de ESPN cuenta con cuatro comentaristas oficiales en los Grand Slam, todos hombres. Dos de ellos han tenido una permanencia en el canal de más de 20 años en la señal, los otros dos suman cerca de 12 años comentando tenis. Uno de los comentaristas del tenis femenino es entrenador de jugadoras en su país, Argentina. Recién en 2021, con la presencia de Mónica Puig primero y Gisela Dulko después, ESPN ha notado -por fin- la necesidad de comentar el tenis femenino con una voz que provenga de sus canteras.

Esto demuestra que, aunque las mujeres han ido ganando espacio en el deporte, el discurso deportivo sigue siendo masculino: generado desde los hombres, con el lenguaje de los hombres, para ser consumido por hombres. Por ello, recurren principalmente a “valores considerados tradicionalmente masculinos, como la heroicidad, la valentía”. Como indica Rojas (2010, este enfoque ligado a lo varonil trasluce el reflejo de una cobertura abiertamente androcéntrica. Una muestra de ello puede notarse en el tratamiento de las noticias en redes sociales, el twitter en particular. Según la investigación de Lameiras (2019) realizada en marzo de 2016 sobre los perfiles oficiales y los tuits publicados en medios de comunicación generalistas  (El País Deportes y ABC Deportes) y especializados (Marca y Mundo Deportivo) en sus cuentas oficiales de Twitter se obtiene que: “964 tweets publicados en los cuatro medios seleccionados, 37 contaban con contenido femenino (tanto deportistas como no deportistas), de los cuales un 29.73% (N=11) se publicaron en el Twitter de los Medios de Comunicación generalistas  y un 70.27% (N=26), en el Twitter de los medios específicos”. De las 37 menciones a mujeres, 20 lo hacen específicamente sobre mujeres deportistas. La mayoría de estos tuits tienen una connotación negativa (13 casos): “Sanciones” (N=6), b) “Fracasos” (N=3), c) “Quitar Protagonismo/Infravalorar” (N=3) y d) “Vida personal” (N=1)”.  4 tuits se reflejan una presencia positiva de la mujer deportista y 3 neutra.

Por eso, presumiblemente, de Zverev no se dice que tuvo una rabieta. Sí se habla del fracaso del niño promesa que no ha podido dar el salto, del Alexander que sigue siendo Sascha. Es como una fruta, si te la comes antes de tiempo, no tendrá buen sabor. La clave es la maduración. Hay que darle tiempo. No hay caricaturas, no hay sanciones. Son pocos como Wilander o Darren Cahill los que han salido a criticarlo por golpear al árbitro, menos lo que han dicho algo sobre las acusaciones de violencia física y psicológica. La prensa deportiva ha concedido lo que rara vez conceden: tiempo para que la investigación hable por sí misma, con la anuencia y complicidad de una ATP que no ha movido un dedo por aclarar la situación. Ya se puede ver como acaba la historia de la gesta histórica del niño-hombre que quizá en algún momento gane un Grand Slam y logre echar tierra sobre tanto cuestionamiento.

ANCHO PARA TI, ANGOSTO PARA MI

En el 2016 Serena puso en el debate la división de la WTA y ATP enfatizando que si realmente se quería un cambio en el tenis profesional “hombres y mujeres debemos trabajar juntos”. Esto porque los premios de los torneos organizados por ambas asociaciones tienen un diferencial que claramente beneficia solo a los hombres. Billie Jean King, en la misma línea que Serena, había señalado que el dinero es un mensaje que se envía a las nuevas jugadoras y a los espectadores. Se le está otorgando un valor distinto y menor al tenis femenino y eso debe corregirse. Toda esta conversación surgió a raíz de Raymond Moore, director del torneo de Indian Wells en Estados Unidos: “en mi próxima vida, yo quiero ser jugadora de la WTA, ya que se aprovechan del éxito de los hombres. No toman ninguna decisión y tienen suerte, son muy, muy afortunadas. Si fuese tenista, me arrodillaría todas las noches y daría gracias a Dios de que Roger Federer y Rafa Nadal hayan nacido, porque ellos han llevado a lo más alto este deporte”.

Ya lo vienen diciendo en entrenadoras como Mariana Díaz Oliva: las chicas no quieren dedicarse al tenis profesional femenino, no es rentable y tampoco lo ven. A inicios de la pandemia, Barilla, la marca italiana de pastas ha emitido un comercial en donde dos niñas juegan al tenis en su azotea. Desde un techo contiguo, les sigue la bolea Roger Federer. Las niñas que soñaban con conocerlo admiten en el comercial que admiran a Federer y también a Nadal. No hay un solo referente femenino en el discurso de estas dos niñas.

Según un estudio elaborado por el periódico The Guardian en 2018, “más del 70% de los hombres del top 200 habían ganado más que las mujeres por concepto de premios”. De los torneos organizados por la WTA y ATP, las sumas totales indican que las tenistas profesionales tienen una oferta de 50 torneos; los tenistas profesionales tienen 62. Esto quiere decir no solo que las mujeres ganan menos, sino que incluso jugando todo lo que el calendario les permitiría jugar, siempre ganarían menos porque tienen menos torneos. Un dato no menor es que los torneos de menor rango, es decir los International (28 en total) y World Tour 250 (39 en total), así como los Premier (12 en total) y los World Tour 500 (13), reparten considerablemente menos dinero a las mujeres que se inician en el tenis profesional. Los torneos Premier 5 (5 en total) en comparación con los Masters 1000 (9 en total) también reparten visiblemente menores sumas de dinero a las tenistas. Es decir, una tenista profesional, recién empieza a ganar igual que un tenista cuando se clasifica a un torneo Premier Mandatory, restringido para las 64 mejores del mundo.

Pero el dinero es la punta de lanza de la lucha por la igualdad. No la apoyan muchos del lado de la ATP. Nadal y Djokovic —por mencionar a las figuras más representativas que actualmente disputan el circuito— creen que el dinero es un tema de merecimientos sin considerar que tienen que leerse en contexto. No es lo mismo ser hombre en un circuito profesional que les da más posibilidades a ellos, que ser mujer y no tener las mismas oportunidades. Encontrar partidos organizados por la WTA en la parrilla de los canales deportivos no es tarea fácil, tampoco los horarios en los que juegan las mujeres en torneos Grand Slam en donde mujeres y hombres están mezclados. Se trata de un círculo vicioso bastante explícito pero que no conviene ver. Serena ha criticado mucho este status quo y muchas tenistas cada vez más alzan su voz contra ello. Sin resultados palpables aún, puede verse una escuela que se sigue, un ánimo de lucha que persiste aun cuando del lado de la ATP en anquilosamiento sea la norma.  

En la entrevista del 4 de marzo a CNN Serena comenta, reflexionando sobre por qué finalmente ha habido por largo tiempo un ensañamiento contra ella que la pone siempre en el ojo de la tormenta: “al final del día, soy quien soy. Me gusta quién soy y el impacto que he tenido con la gente. He sido una inspiración para muchas personas, especialmente para las mujeres y para la gente de color. Si no tuviera esta pasión por el tenis, no la tendría para las cosas que hago fuera de la pista”. Algo similar declaró en 2019, tras perder la final de Wimbledon: “el día en que pare de luchar por la igualdad y por gente como tú y yo, será el día que esté en la tumba”. Serena parece comprender el costo actual de hacer lo que hace. Se comprende mejor que diga, riendo: “no tengo dudas de que hay un doble rasero. Probablemente si lo que hizo [Alexander Zverev] lo hubiera hecho yo, estaría en la cárcel. No lo digo en broma, ni mucho menos. Cuando ves que pasan este tipo de cosas en el circuito es normal que te preguntes qué pasaría si eso lo hubiera hecho yo. No quiero pensar mucho más en esto, simplemente esta es mi opinión al respecto”.

LA ATP SE LAVA LAS MANOS

Dice Arendt que “todas las instituciones políticas son materializaciones de poder” y vaya que es cierto. La ATP no tiene una política de abuso doméstico y no ha reconocido directamente las acusaciones de Sharypova durante el 2020.  A lo largo del 2021, anunció que está en curso una revisión de sus políticas de “salvaguardia”, incluidas “las relativas a la violencia doméstica”, pero no se refirió a ningún caso específico. Olga ha comentado con Rothenberg que la ATP no la ha contactado.

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Tras la publicación de la investigación la ATP emitió un comunicado sin nombres ni apellidos: “La ATP condena totalmente cualquier forma de violencia o abuso. Esperamos que todos los miembros del Tour hagan lo mismo y se abstengan de cualquier conducta que sea violenta, abusiva o que ponga en riesgo a otros”. Finalmente, la ATP ha optado por solo intervenir si hay una denuncia formal, cosa que Sharypova no está dispuesta a hacer pues necesita trabajar y no quiere que se le cierren las puertas como ya le está pasando. “En circunstancias en las que se hacen denuncias de violencia o abuso contra cualquier miembro del Tour, las autoridades legales investigan y se aplica el debido proceso, luego revisamos el resultado y decidimos el curso de acción apropiado”, concluyó el comunicado de la ATP. “De lo contrario, no podemos comentar más sobre acusaciones específicas”. Como indicaba Federer, el asunto es que los tenistas no son empleados de la ATP ni la ITF. Solo la presión mediática, inexistente de momento, podría mover este caso.

Pero no todas las ligas deportivas funcionan así. La NFL es un ejemplo. El caso de Ray Rice marcó un punto de inflexión en los enfoques corporativos de la violencia doméstica. En 2014, TMZ publicó imágenes de seguridad del corredor de los Baltimore Ravens golpeando a su entonces prometida en un ascensor y arrastrando su cuerpo inconsciente por el pasillo. El comisionado de la NFL, Roger Goodell, inicialmente suspendió a Rice por solo dos juegos; después de que los Ravens cortaron a Rice, Goodell suspendió a Rice indefinidamente. Reconociendo su mal manejo inicial del caso Rice, la NFL introdujo una nueva política de violencia doméstica en el 2014, incluida una suspensión básica de seis juegos por una primera ofensa. Major League Baseball desarrolló su propia nueva política en 2015, que garantiza que la liga investigue las denuncias y otorga al comisionado el poder de colocar a un jugador acusado en licencia administrativa paga. La NBA anunció una política revisada de violencia doméstica en 2017 con disposiciones similares. A diferencia de las otras tres ligas, cuyas políticas de violencia doméstica se negociaron colectivamente con los jugadores, la NHL se ha ocupado de la violencia doméstica caso por caso. La liga comenzó la capacitación en violencia doméstica para los jugadores de la NHL en 2016 y ha impuesto largas suspensiones a los jugadores después de realizar investigaciones internas.

El asunto entonces que el poder me maneja la ATP se ha materializado en la desidia y el espíritu de cuerpo, se ha petrificado en lugar de responder a los cambios y demandas actuales. La WTA se ha mostrado más consecuente con el contexto actual. Desde su negativa a realizar torneos en China por la desaparición de la tenista Peng Shuai lo que significa una movida política y económica atrevida, hasta promover con mayor energía la igualdad de premios monetarios, la trasmisión de partidos femeninos. Falta un camino enorme aún que también debe transitar que incluya la maternidad como parte de la carrera profesional y la regularización de usos no reglamentarios como el coaching en el sistema formal de la ITF, sin embargo, gracias a voces como las de Serena y Billie Jean King, hoy es posible pensar que hacia allí se camina.

Si todas las instituciones políticas son materializaciones de poder; estas se petrifican y caen en cuanto el poder vivo de la gente deja de sostenerlas. Ya es momento que se sacudan las bases de la ATP. Alexander debería ser una oportunidad de cambio, no una piedra más en el largo camino de la desidia actual que caracteriza la gestión del tenis masculino. Y una oportunidad, también, para darle la contra a Serena. Que se demuestre que el doble rasero quedó en el pasado. Los estamos observando. ~

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