Las primeras semanas de enero suelen ser el momento del año en el que los periodistas deportivos desarrollan al máximo su creatividad. Nuestro columnista Pedro Ortiz Bisso reflexiona sobre la tendencia de muchos medios deportivos a vender humo durante el mercado de fichajes. Al parecer todo vale cuando se quiere generar tráfico.
A mediados de los noventa, poco faltaba para encontrar un cuadro de Gabriel Omar Batistuta en la galería de los Uffizi o para verlo convertido en una efigie de mármol en la Piazza delle Signoria. Florencia estaba a los pies del nacido en Reconquista, quien cada fin de semana correspondía a esa inacabable fuente de cariño con golazos que se gritaban en toda la Toscana. Ese delantero que reinaba en Italia, deslumbraba al mundo y se engullía millones de dólares al final de cada mes estaba en los planes de Universitario de Deportes.
Bueno, eso fue lo que dijo El Veco… Sí, yo también quedé estupefacto cuando escuché a don Emilio Laferranderie, el periodista más respetado del país, decir que el club que presidía Alfredo González Salazar pensaba en reforzarse con el atacante argentino.
Obviamente, la noticia era falsa. El Lolo Fernández no tenía agua ni electricidad cuando la directiva de González ingresó al club en 1995. No pasó mucho para que los servicios retornaran y se instalara una temporal sensación de orden, pero entre paliar las carencias básicas del día a día y atraer al delantero más importante del planeta, había mil viajes a la Luna de diferencia. ¿De dónde salió la historia? Según cuenta un conocedor de la interna de ese entonces, detrás estuvo un directivo medio hablantín, que soltó el invento en un momento de euforia. ¿Por qué un tipo tan experimentado como don Emilio se comió esa galletita? Imposible saberlo. Los periodistas cometemos errores, a veces muy gruesos. En esos trances, olvidamos la imperiosa necesidad de dudar. Y, lo más importante, confirmar antes de publicar.
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Con ómicron esparciéndose sin medida y nuevas restricciones dictadas por el Gobierno, el arranque de la Liga 1 ha sido postergado para febrero y hay dudas sobre si se jugará de manera descentralizada. Mientras tanto, el hincha aguarda por saber quiénes reforzarán a su equipo favorito. Y la prensa calma esa ansiedad bombardeándolo con imágenes y nombres, algunos desconocidos, otros rimbombantes.
Eso que algunos llaman ‘danza de pases’ en el Perú debería llamarse ‘temporada de humo’. Hubo una época en que se soltaban nombres claramente inalcanzables sin ningún rubor (Batistuta, Recoba, el ‘Mago’ Capria); hoy las expectativas se han sincerado, aunque no dejan de ser quimeras (el boliviano Marcelo Martins). Tantos casos alimentan la necesidad de hacer un estudio, más psiquiátrico que sobre ética periodística.
A finales de los noventa se dijo que Hristo Stoichkov, el excepcional delantero que jugara en el Barcelona, ficharía por Universitario. La bomba apareció en la carátula de dos tabloides deportivos. Mientras el búlgaro daba sus últimos coletazos en el Kashiwa Reysol de Japón, los hinchas cremas lo imaginaban recibiendo el chaleco de entrenamiento de manos del ‘Monito’ Solezzi o jugando un clásico al lado del ‘Puma’ Carranza. Sobra decir que de la supuesta noticia Hristo nunca se enteró.
Ese compendio infame tiene también sus contribuciones criollas. Ahí está el supuesto interés de los principales clubes del mundo por Juan Manuel Vargas, de quien dijeron lo quería el Real Madrid… y el Inter de Milan, la Juventus, el Liverpool y el Manchester City. Una investigación del portal dechalaca.pe registró que en el segundo semestre del 2010, cuando el ‘Loco’ completó su mejor temporada en el Calcio, 48 de las 238 portadas de los tres diarios deportivos más vendidos del país dieron por hecha su incorporación a alguno de esos clubes. Después de su gol a Colombia, en la Copa América del 2011, 19 de las 74 portadas de dos de esos medios lo colocaban en la Juventus, el Inter, el Madrid o el Arsenal.
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No toda esta humareda es inventada. La contrastación no es una praxis arraigada en las redacciones deportivas. El rumor tiene valor de palabra sagrada cuando urge un titular grandilocuente que haga la diferencia de venta en el kiosko o acumule clics para aumentar el tráfico digital. De ello se aprovechan empresarios y dirigentes necesitados de colocar a un jugador en el radar, mejorar una negociación en ciernes o simplemente dar la impresión que están trabajando. Periodistas ávidos de esos ‘noticiones’, y que conocen la falta de escrúpulos de sus editores, no demoran en picar el anzuelo. ¿La posverdad? De plácemes.
En otros casos el error parte de recoger informaciones de portales poco confiables. Una de las fuentes favoritas de los medios peruanos es el Daily Mail, uno de los tabloides más leídos del Reino Unido, conocido por sus bajos niveles de verificación, que en el 2017 fue considerado “poco fiable” por los editores de Wikipedia.
La precarización del oficio apurada por la pandemia y el culto desbocado a la instantaneidad completan este panorama desolador. Las excepciones —que afortunadamente existen— solo sirven para confirmar la regla. Los fabricantes de humo saben que del otro lado de la pantalla hay una multitud de hinchas que exigen, se ilusionan, reniegan, maldicen y agradecen, aquí y en el resto del mundo. El uso del rumor es indesligable del periodismo deportivo. Es que la adicción al humo no conoce de fronteras. ~
Excelente articulo. Es cierto que algunos medios y/o periodistas juegan con los expectativas de los hinchas que desean lo mejor para su club, que no saben de la situación económica difíficil por la que atraviezan estas instituciones, que no tienen socios y menos infraestrura erc.