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Winter is coming

El fin de semana pasado concluyeron los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022, megaevento deportivo que —como ha ocurrido a lo largo de la historia— ha estado plagado de polémicas vinculadas con temas políticos. El historiador especializado en deporte Jorge Illa Boris hace un recuento de los atletas y los episodios que dieron lugar a los cruces entre deporte y política.

En la historia moderna del deporte ha sido frecuente oír el latiguillo de que no se debe mezclar el deporte y la política —sobretodo por parte de los que más intentan que así sea—, aunque siempre lo presentan como si fuera un accidente. En septiembre de 2013 el recién ascendido a presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach, rompió el tabú y se rindió a la evidencia al afirmar que su institución no podía ser apolítica. Con dichas declaraciones, dio a entender que el tema ha estado y estará presente en la principal función del organismo que presidía, los Juegos Olímpicos. La semana pasada se dieron por terminados los JJ.OO. de Invierno de Beijing 2022 dando como resultados varios cruces entre deporte y política.

El 8 de diciembre del 2021 —casi dos meses antes del inicio de los Juegos—,  el Gobierno Estadounidense anunció que promovería un boicot diplomático a los Juegos de Beijing. Dicha medida consistía en que ningún miembro de la administración de Joe Biden —autoridad o diplomático— acudiría al evento deportivo, solo los atletas seleccionados. El motivo era la constante vulneración de los derechos humanos por parte del Gobierno Chino, aunque la verdadera razón era la competencia política, militar y económica en la región del Indo Pacífico. Se unieron al boicot diplomático estados de importante relevancia internacional como Australia, Canadá, Gran Bretaña y Japón.

ANFITRIÓN REPRESOR

Asimismo, para el país anfitrión el megaevento tenía tanta relevancia política que, desde las semanas anteriores al inicio de las competiciones, las autoridades chinas detuvieron o presionaron a defensores de los derechos humanos y a personas proclives a ser críticos con la administración de Xi Jinping. A pesar de las denuncias de Amnistía Internacional, el COI no le exigió al Gobierno Chino que se cumplieran las garantías de respeto a los DD.HH. a los que se había comprometido. Incluso, en enero, Beijing dijo que no permitiría ningún tipo de protesta de los deportistas que fuera en contra del espíritu olímpico, dando a entender que cualquier declaración contraria a las leyes del gigante asiático sería castigada.

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Es importante recordar que históricamente el COI no ha tomado posturas en contra de regímenes autoritarios que tenían en sus manos la organización de los juegos. No lo fue con Hitler en 1936, ni con Moscú en 1980. Tampoco en 1981 cuando le dio la sede a Corea del Sur para las Olimpiadas Seúl 1988, en un momento en que el país asiático era gobernado por una dictadura represiva. Otro buen ejemplo fue la elección de China como anfitriona de los JJ.OO. del 2008. Si tomamos en cuenta que el comité no fue expeditivo en terribles acontecimientos como la matanza de Tlatelolco diez días antes del inicio de México 1968 o la de atletas judíos en Múnich 72, parece natural que no fuera muy quisquilloso con el Gobierno Chino.

https://twitter.com/DongshengNewsES/status/1493684610651332611

Un ejemplo de las violaciones a la libertad de expresión que realizó el Gobierno Chino fue la que sufrió el periodista holandés Sjoerd den Daas, cuando vio interrumpida su crónica en directo por la policía diciéndole que no podía estar reportando desde ese lugar. Hasta el momento no se conoce la razón, lo cierto es que no se apreció ningún motivo de peso para cortar la transmisión.

Una de las principales noticias políticas que se dieron durante los juegos fue la reunión entre los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping. El dignatario ruso estuvo en la ceremonia de inauguración a pesar de que su país no participaba oficialmente en el megaevento. Es importante recordar que los atletas del país euroasiático tuvieron que competir bajo bandera olímpica debido al castigo que recibió Rusia por promover el dopaje de Estado. La existencia del boicot diplomático de Estados Unidos a los Juegos daba mayor valor a la reunión entre ambos enemigos de los norteamericanos. Tampoco parece casual que la crisis en Ucrania hubiera escalado después del encuentro.

LOS ATLETAS ‘DIPLOMÁTICOS’

En cuanto a deportistas, hay tres casos que tuvieron protagonismo político: la esquiadora de la modalidad acrobática Eileen Gu y las patinadoras Zhu Yi y Kamila Valieva. En el primer caso se trata de una esquiadora nacida en California, Estados Unidos, donde se ha criado. En sus inicios compitió como estadounidense, pero hace dos años decidió competir por el país de su madre, China, aprovechando que las autoridades asiáticas flexibilizaron las reglamentaciones para casos como el de Eileen Gu (siempre había utilizado el apellido materno). Su medalla de oro en Beijing hizo que afloraran los sentimientos nacionalistas estadounidenses y fuera considerada una traidora. Incluso el famoso presentador Bill Maher le dedicó parte de su programa.

https://www.youtube.com/watch?v=1P7vc5wSExg

Parte de los comentarios que se vertió Maher sobre la esquiadora daban a entender que había preferido un país autoritario, donde ninguno de los derechos humanos se cumple a uno democrático como Estados Unidos. Una crítica que cae en la instrumentalización política porque da a entender que Gu apoya totalmente el accionar político de Beijing. Los atletas han sido constantemente utilizados nacional y políticamente por todos los regímenes, pero eso no significa que ellos tengan que estar de acuerdo dichos regímenes.

La medalla obtenida por Gu la ha convertido en una heroína en China. Ante la polémica, la esquiadora ha afirmado que se siente tan estadounidense como china, pero en la actual situación geopolítica entre las dos potencias esos equilibrios son mucho más difíciles que los que realiza sobre sus esquís.

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Un caso parecido, pero con resultado contrario fue el de la patinadora Zhu Yi. Al igual que Gu nació en Estados Unidos, pero se nacionalizó china para poder competir bajo la bandera del país asiático. En la prueba por equipos tuvo un mal día. El caer varias veces al suelo la llevó a ubicarse última entre las diez competidoras y a provocó que el equipo chino bajara de la tercera a la quinta posición. Las duras críticas a la patinadora en las redes sociales chinas no se hicieron esperar, poniendo en duda la conveniencia de escoger para el equipo una patinadora no nacida en el país. El sentimiento nacionalista chino se expresó de manera totalmente contraria al del caso de Gu.

https://twitter.com/elpais_deportes/status/1496160857016913922

En el tercer caso, a pesar del castigo por dopaje de Estado a la delegación rusa, la principal polémica vinculada con el dopaje volvió a recaer en una deportista rusa, Kamila Valieva. Antes de que se produjera el escándalo, la jovencísima patinadora de quince años se había ganado la admiración mundial al convertirse en la primera en realizar un salto cuádruple en unos Juegos Olímpicos. Sin embargo, al conocerse que había dado positivo en diciembre en una competición en Rusia, su fabuloso salto quedó opacado por el escándalo. La delegación rusa no tuvo vergüenza al alegar que el positivo había sido consecuencia de haber compartido un vaso con su abuelo, al que supuestamente le había recetado el medicamento que contenía la sustancia prohibida. La defensa de la patinadora llegó a convertirse en un asunto de Estado. Incluso el Ministerio de Defensa ruso realizó un video en que sus soldados protegían a una joven patinadora de sus feroces enemigos, léase COI y autoridades antidopaje.

En definitiva, la política sigue sobrevolando la organización de los Juegos Olímpicos, en especial cuando la organización recae en países con mandatarios autoritarios. Tampoco los deportistas son ajenos a los intereses nacionalistas, que en el fondo no dejan también de ser intereses políticos.  ~

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