En reconocimiento a los triunfos obtenidos en 1924, 1928, 1930 y 1950, la Selección Uruguaya de Fútbol ha utilizado cuatro estrellas en su escudo durante todos los encuentros deportivos desde octubre de 1991. No es posible usar las condecoraciones sin la correspondiente habilitación de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA). Por ejemplo, los cinco triunfos que Camerún ostenta en su camiseta como campeón en las Copas Africanas solo los puede utilizar cuando juega contra equipos africanos, no en torneos internacionales.
Recién en 2010, con la publicación de la nueva versión del Reglamento del Equipamiento FIFA, se especificó que las “asociaciones miembro cuyas selecciones absolutas femeninas o masculinas hayan ganado una o varias ediciones anteriores de la Copa Mundial de la FIFA™, la Copa Mundial Femenina de la FIFA™, la Copa Mundial de Fútsal de la FIFA o la Copa Mundial de Beach Soccer de la FIFA podrán exhibir en el uniforme que utilice su selección una estrella de cinco puntas, u otro símbolo que escoja la FIFA”.
Aunque la FIFA lo legitime, son pocos los uruguayos que aseguran con convicción que Uruguay es cuatro veces Campeón del Mundo, que el Torneo de Fútbol de 1924 disputado en París en el marco de los octavos Juegos Olímpicos fue un Campeonato del Mundo de la misma jerarquía que el de 1930 y que se vanaglorian al mencionar el triunfo en Amsterdam en 1928 como el Maracaná en 1950.
Si bien alrededor de 1950 la prensa, la FIFA y las asociaciones de fútbol nacionales reconocían a Uruguay como cuatro veces Campeón del Mundo, hoy son pocos los que hacen referencia a Colombes 1924 o Amsterdam 1928.
Reescribir la historia. El punto de inflexión ocurrió en 1954, en Ginebra, cuando previo a abandonar la presidencia de la FIFA, Jules Rimet publicó en su libro L’histoire merveilleuse de la Coupe du Monde que los torneos de fútbol disputados en el marco olímpico no eran “verdaderos campeonatos del mundo” porque estaban bajo las funciones deportivas del Comité Olímpico Internacional (COI) y este organismo disminuía el valor de la competición al hacer rivalizar a deportistas únicamente amateurs. Por lo tanto, escribía Rimet, estaba “muy lejos de ser un verdadero Campeonato del Mundo”. La publicación de Rimet no tuvo un gran tiraje ni repercusión; tampoco fue traducida del francés.
En Football joie du monde, publicado en 1944 por el exfutbolista, periodista y dirigente Mauricie Peferkorn, 20 años después de Colombes, el autor seguía maravillado con la pequeña selección de ese país ignoto hasta la tarde del 9 de junio: “Misticismo y exaltación guiaban a los 55 mil espectadores al anuncio de que un título de campeón del mundo estaba en juego”, escribía. Lo curioso es que Rimet fue el prologuista de ese libro.
Sin embargo, hasta 1960 la opinión del fútbol internacional reconoció sin reticencias los cuatro títulos mundiales de la selección uruguaya. Durante la presidencia de la FIFA a cargo del brasileño de origen belga João Havelange, de 1974 a 1998, el libro de Rimet fue considerado un verdadero documento y parte de la historia oficial del fútbol internacional. Así se dividió la historia del fútbol en dos grandes etapas: las precursoras, con los torneos olímpicos “supuestamente” amateurs y la era de las Copas del Mundo “verdaderas”, abiertas y movilizadoras a partir de 1930. Poco a poco, esta revisión fue instalándose y algunas selecciones se veían notoriamente satisfechas. La Football Association inglesa (FA) estaba a favor en deslegitimar su período de abstención del fútbol mundial (1921-1950); los franceses fueron los organizadores de varios Campeonatos del Mundo previo a 1930 que nunca lograron ganar, y hay quienes consideran que las derrotas de la Asociación de Fútbol de Argentina (AFA) y la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) frente a la selección uruguaya compensaban el malestar generado en 1930 y 1950.
A esto se le sumó que durante los años 90 la academia europea comenzó a indagar, publicar libros y fomentar investigaciones con el objetivo de historiografiar el fútbol. Poco a poco, los argumentos que rebatían el reconocimiento de los mundiales olímpicos uruguayos se multiplicaron y el proceso se volvió prácticamente oficial cuando Joseph Blatter solicitó a Alfred Wahl y Tony Mason, dos reconocidos historiadores de fútbol, la redacción de FIFA 1904-2004: El siglo del fútbol. En marzo de 2005, cuando Mason pronunció en la Universidad de California la ponencia ¿Cuál fue la primera Copa del Mundo de verdad?, afirmó que “solo a la gente de Uruguay se le podía ocurrir reclamar todavía cuatro Copas del Mundo”.
Pese a la tendencia internacional, en octubre de 1990 Uruguay adoptaba las cuatro estrellas azules en su camiseta marca NR. La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) no obtuvo ningún tipo de protesta de parte de las autoridades deportivas. Años más tarde, la Federación Francesa de Fútbol (FFF) sorprendió a los simpatizantes del fútbol cuando denominó Partido 5 Estrellas al encuentro del 19 de noviembre de 2008 entre Francia y Uruguay en el Stade de France, previo al Mundial de Sudáfrica. En 2010, el Servicio de Relaciones Públicas de la FIFA comenzó a emitir comunicados reconociendo las “dos estrellas suplementarias” que utiliza Uruguay en su camiseta celeste aunque aclaraba “no como Copas del Mundo sino como torneos precursores de la Copa del Mundo de alto valor deportivo y organizados por la FIFA”.
Un verdadero Mundial. En 1924 Primera Copa del Mundo de Fútbol de la FIFA, el periodista, documentador e ingeniero francouruguayo Pierre Arrighi busca dar cuenta de si el Torneo de Fútbol de 1924, y por consiguiente el de 1928, fue o no un Campeonato del Mundo “verdadero”, como decía Rimet. Para ello se basa en diferentes fuentes, como el semanario France Football, las Actas de los Congresos de la FIFA —específicamente las de Ginebra 1923 y París 1924, que registran el rol de la Federación Internacional—, los informes oficiales de los Juegos Olímpicos y también, pero sin carácter oficial, la prensa deportiva responsable de contrastar la expresión de los involucrados.
Arrighi asegura que para que un Mundial sea considerado “verdadero” debe jugarse bajo los poderes deportivos de la FIFA y lo debe organizar la asociación del país sede afiliada a la Federación Internacional. Este criterio es parte de la FIFA desde el nacimiento de la organización, en 1904. A la vez, el torneo debe ser calificado o denominado previamente por sus organizadores como un Mundial. En el caso de que sea una “verdadera” Copa Mundial debe ser ampliamente difundido con tal calificación en publicaciones oficiales y deportivas. Además debe tener representatividad internacional y convocatoria mundial. Es decir, la intercontinentalidad es indispensable. Por último, el torneo debe tener carácter abierto como elemento ineludible; no debe admitir ningún tipo de exclusiones ni reservas.
Sobre el amateurismo, Arrighi asegura que la FIFA no dio una definición del término hasta 1956. Durante 1924, en el congreso de la FIFA de París, reconoció oficialmente la presencia masiva de futbolistas profesionales en los seleccionados olímpicos. A la vez, en 1928, Rimet presentó un reglamento que admitía la profesionalización de los jugadores de una selección.
Demostrar que el Torneo de Fútbol de 1924 y 1928 cumple con los requisitos susodichos aseguran que efectivamente fue un “verdadero” Campeonato del Mundo y que tuvo un valor equivalente a los posteriores. En 1924 Primera Copa…, Arrighi desteje los argumentos esgrimidos durante la década de 1990 y, además, no pierde la oportunidad de endilgarle parte de la responsabilidad por la expropiación de dos títulos de Campeón del Mundo a Jules Rimet.
Pese a la tendencia internacional, en octubre de 1990 Uruguay adoptaba las cuatro estrellas azules en su camiseta marca NR. La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) no obtuvo ningún tipo de protesta de parte de las autoridades deportivas. Años más tarde, la Federación Francesa de Fútbol (FFF) sorprendió a los simpatizantes del fútbol cuando denominó Partido 5 Estrellas al encuentro del 19 de noviembre de 2008 entre Francia y Uruguay en el Stade de France, previo al Mundial de Sudáfrica…”
La voz de los que saben
Sergio Gorzy, periodista: “Hay un error de expresión. Uruguay no ganó cuatro Copas del Mundo, sino cuatro Campeonatos del Mundo. La historia que cuenta la FIFA es la de la Copa del Mundo, que es desde 1930. Casualmente, a la Copa del Mundo también la llamaban Campeonato del Mundo y ahí se genera una confusión. El libro de Arrighi lo explica a la perfección. La FIFA no permite usar las estrellas si realmente no ganaste el título. Uruguay sí está autorizado porque ganó cuatro Campeonatos del Mundo, dos de ellos fueron copas. Por eso usa las cuatro estrellas y la FIFA no se anima a prohibirlas como lo haría con cualquier otro.
Son interpretaciones que no se discuten. Quien vaya a una hemeroteca de cualquier parte del mundo y pida diarios de junio de 1924 y 1928, e incluso de 1930 y 1950, va a confirmar que Uruguay fue cuatro veces Campeón del Mundo. Es como que la Copa Davis a partir de ahora se llame Campeonato Mundial de Tenis y no se reconozca a los campeones anteriores. La Copa Libertadores cambió de nombre tres veces y es la misma. A nadie le importa, pero a Uruguay le tiene que importar. Es muy difícil ser campeón del mundo y es grave que te afanen dos. Te están robando. Los uruguayos sabemos que es así. Ahora, ¿quién se lo sacó el título? Un burócrata. Uno que reescribe la historia y las nuevas generaciones le creyeron.”
Luis Prats, periodista y escritor: “La FIFA en 1914 determinó que mientras no hubiera un campeonato oficial del mundo iba a reconocer como campeones del mundo a los campeones olímpicos. Eso se aplicó en 1920, 1924 y 1928. No sé por qué razón Bélgica, que ganó en fútbol en los Juegos de Amberes, nunca lo asumió como un Campeonato del Mundo. Los diarios sí lo afirmaban con respecto a Uruguay. En 1930 decían que era la tercera corona.
La FIFA, que en este asunto tiene muchas idas y vueltas, dejó de reconocer o no le dio tanta importancia, pero la resolución de 1914 era oficial. Arrighi, al vivir en Francia e ir a los archivos, constató que los campeonatos olímpicos los organizó la FIFA. Es extraño, pero por una cuestión política, Rimet ignoró lo que hizo él mismo.
Conociendo la FIFA, si no estuviese de acuerdo le indicaría a la AUF que las quitara de la camiseta. La gente del fútbol o los periodistas más veteranos siempre manejaron lo de los cuatro títulos mundiales y las cuatro grandes conquistas. Con el auge de las Copas del Mundo y el énfasis que se pone en la primera Copa del Mundo la gente no sabe o no tiene idea de que Amsterdam o Colombes son también títulos mundiales.”
Alfredo Etchandy, periodista y jurista: “En el año 1914 se reúne el Congreso de FIFA en Noruega y se establece que el Campeón Olímpico será considerado Campeón del Mundo hasta tanto no pueda organizar la FIFA la Copa del Mundo y siempre y cuando se apliquen las normas de FIFA y sea amateur el campeonato. Las normas de FIFA se aplican desde el año 1920. Ese año sale campeón Bélgica. A mi juicio, Bélgica también es Campeón del Mundo aunque es cierto que recién en 1924 existe la intercontinentalidad.
Las estrellas se colocan efectivamente en 1991, pero no hay que confundir ser Campeón del Mundo con ser Campeón de la Copa del Mundo. El Campeonato Olímpico era el único torneo que reunía a las naciones. Para mí, es Campeonato del Mundo cuando lo organiza la FIFA y le da la oficialidad. Antes de 1930 es válido lo que dijo la FIFA en 1914, que el Campeón Olímpico paralelamente era considerado Campeón del Mundo. Es cierto que se jugaron bajo los reglamentos de la FIFA, pero jugaban deportistas amateur.
Las estrellas son totalmente legítimas. Están de acuerdo con las normas y son consideraciones que deben ser tenidas en cuenta para Uruguay. Son un verdadero símbolo en la camiseta. Recuerda la historia y marca la conquista y los triunfos de Uruguay, que no son robados, ocurrieron. Uruguay es dos veces Campeón Olímpico considerado por la FIFA como Campeón del Mundo y ganador de la Copa del Mundo dos veces. Son cuatro estrellas muy bien puestas y ojalá que aumenten con el tiempo.
Pierre Arrighi, investigador: Uruguay, Argentina o Inglaterra tienen una particularidad. Su mundo es mayor que el de la FIFA, lo desborda. No tenemos que encontrar el reconocimiento de la FIFA para dar cuenta si fue un Campeonato del Mundo el de 1924 o 1928 o no lo fue. Es independiente de que la FIFA lo reconozca. Por ejemplo, la Federación Internacional puede reconocer el Torneo Olímpico de 1912 como un Campeonato del Mundo, pero no lo fue. Tiene que haber un acuerdo de los contemporáneos y de la elite del fútbol de diferentes países. Es un proceso.
El campeonato de 1928 es mucho más mundial que el de 1924. Aunque no hay un equilibrio sobre la cantidad de países, hay más representantes de América y también participa Egipto. Pero el campeonato de 1924 es una copa en el sentido más estricto del término. Una copa es una cup, el término viene de Inglaterra. Significa que todos los partidos son eliminatorios. La de 1924 es una copa absoluta, el que pierde se va a casa. No tiene una copa material, pero el término significa campeonato eliminatorio. El Maracaná fue un campeonato, no una copa.
Rimet es un político muy oportunista contrario a la imagen que se tiene de él; es un impostor, un mentiroso, un maniobrero. Es un tipo muy mediocre. Él navega entre diferentes opciones. En 1927 los dirigentes proponen crear una Copa de Europa al ver los triunfos en Copa América de Argentina y Uruguay. Es Rimet quien sabotea esa idea. El episodio clave de por qué él cambia su discurso respecto a 1920, 1924 y 1928 es el Mundial de 1930. Rimet quería que se jugara en París y fue quien organizó el boicot de 1930. Hay una retracción de la FIFA hacia el europeísmo que frena su mundialismo. Rimet mantiene un discurso ambiguo hasta fines de los años 30 y comienza a desarrollar una especie de culto a la personalidad que lo lleva, al salir de la II Guerra Mundial, a proponer al Comité Ejecutivo de la FIFA que la Copa Mundial se llame Jules Rimet.
Cuando se retira de la presidencia de la FIFA, en 1954, aspira a presentarse al Premio Nobel de la Paz. Rimet es un impostor y su libro es una impostura. En él se reescribe la historia de la FIFA de forma que aparece como el único lúcido y exclusivo que imaginó la creación de una Copa del Mundo en América en 1930. Le reconozco a Rimet ser uno de los creadores del Campeonato del Mundo, pero el de 1924. Reescribe completamente la historia ubicándose como el erudito, el iluminado, el dios fútbol. Usa ese tipo de expresiones. Así desacredita los torneos olímpicos que él mismo organizó…” ©
[Este artículo ha sido tomado del semanario uruguayo Búsqueda, publicado en la edición N°1965 del 19 de abril del 2018 bajo el título Los tetracampeones del mundo] [Nota del editor: La imagen de la portada corresponde al afiche oficial del documental Sangre de campeones, estrenado el pasado 31 de mayo en Uruguay. La pieza, dirigida por Sebastián Bednarik y Guzmán García, retrata a los protagonistas de los tres primer títulos logrados por la selección uruguaya en 1924, 1928 y 1930.]