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Nuestro lado más salvaje

Mientras Simone Biles decidió parar en pleno Tokio 2020, el caballo Saint Boy no pudo hacer lo mismo durante la competencia de salto ecuestre. La lingüista y activista Teresa Torres plantea quitar a los animales de las disciplinas, donde son utilizados para la gloria de otros y sin poder de decisión. Incluso el caballo Jet Set tuvo que ser sacrificado por una lesión en la pata. ¿Cuándo vamos a dejar de hacerlos sufrir?

La atleta alemana Annika Schleu va saltando obstáculos montada sobre el caballo Saint Boy, en la prueba de salto ecuestre, una de las cinco competiciones del pentatlón moderno en Tokio 2020. Suenan aplausos, los que para el quinto salto se convierten en exclamaciones apagadas. Saint Boy choca contra los obstáculos. Después de ese salto fallido, el caballo no avanza. Annika intenta retomar el circuito pero Saint Boy se niega a seguir y más bien retrocede. Annika llora pero sigue arreando a Saint Boy. Logra volver al circuito y el galope ya no es grácil como al inicio, sino torpe y accidentado. Para el siguiente obstáculo, Saint Boy ni siquiera intenta levantar las patas. Suena la caída de las barras como palitroques. No es el sonido que se espera en esta competición.  Tampoco se espera que un caballo se rebele, por lo que Annika, cada vez más tensa y llorosa, le pega en la grupa con sus espuelas. Saint Boy se empuja hacia atrás (¿para zafarse de Annika?) mostrando los dientes del estrés y con unos ojos aterrorizados.

Por si esto fuera poco, la entrenadora, Kim Raisner, golpea a Saint Boy y le grita a Annika que haga lo mismo: “pégale más duro”. Esta última imagen, la de Raisner pegando a Saint Boy, ocasionó una escalada de indignación y abrió el debate sobre la necesidad de usar caballos en competiciones deportivas. Annika fue descalificada,  habiendo estado, antes de la prueba de salto ecuestre, en primer lugar para el oro. Hubo una consecuencia mayor: en noviembre pasado, el comité de la International Modern Pentathlon Union (UIPM) aprobó el retiro de salto ecuestre del pentatlón moderno. Esto se hará efectivo para los Juegos Olímpicos del 2028 en Los Ángeles.

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Algunos países han expresado su oposición a este cambio alegando que la actividad ecuestre es esencial en el pentatlón moderno, tal como lo diseñó Pierre de Coubertin en 1912.  Se alega también que incidentes como los de Saint Boy se dan porque a los atletas se les asigna un caballo al azar y solo tienen veinte minutos antes de la prueba para generar algún vínculo con este (de hecho, este es el argumento que da la UIPM para retirar al salto ecuestre). Otros indican que hay reglas estrictas de no lastimar a los animales, por lo que es cuestión simplemente de que los entrenadores y deportistas cumplan las reglas.

He visto varias veces el video de Annika y Raisner pegando a Saint Boy. Pero no son los golpes ni el grito de Raisner lo que más me afecta, sino las primeras imágenes descritas arriba: el caballo aterrorizado que claramente no quiere avanzar ni saltar, que se desespera para librarse del arreo de Schleu que lo fuerza a volver al circuito. Considero que esa es la imagen en la que debemos centrarnos para debatir seriamente sobre el uso de animales en los deportes.  Esa es la imagen que nos indica que no es una cuestión del maltrato explícito al animal, sino sobre la imposición que ejercemos sobre los animales para usarlos en cualquier área de nuestras vidas, incluso en aquella que muestra las habilidades físicas humanas en su mayor esplendor. ¿Para qué necesitamos a los animales en pruebas que solo competen a los humanos?

https://www.youtube.com/watch?v=IYUFr4r4pUs

Convertirse en un atleta requiere sacrificio, disciplina y vocación. No es una carrera fácil, pero el desgaste físico y mental se compensa con la gloria de las medallas. Sabemos además que son los deportistas los que han escogido ese camino y los admiramos por ello. No son gladiadores del circo romano, obligados a pelear entre ellos o contra leones. Si un atleta ya no quiere seguir, como hizo Simone Biles en Japón, para proteger su salud mental, respetamos esa decisión. Los animales no deciden incursionar en deportes. Los caballos que vemos en las competiciones no han sido libres en decidir si quieren esa vida de sacrificio sin gloria. Incluso cuando dejan muy en claro, sin necesidad de palabras, como Saint Boy, que no quieren continuar, son forzados a seguir. Horas antes, él ya había mostrado signos de estrés y de “indisciplina” con el atleta ruso Gubaydullina, y aún así fue obligado de nuevo a participar en la competencia con Schleu.

La manera diferente como tratamos a los animales en deportes de los deportistas humanos también se vio cuando, en Tokio, en la competencia de cross-country, el caballo Jet Set del jinete Robin Godel tuvo que ser sacrificado luego de lesionarse en un salto. Ya no era una cuestión de falta de vínculo entre jinete y caballo, la práctica misma implica sufrimiento para el animal. Además, tomando en cuenta que las lesiones en las patas llevan ineludiblemente al sacrificio del animal, es mucho más lo que esperamos de los caballos que de los deportistas, que no arriesgan su vida, por lo general, en su práctica deportiva.

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La mayoría de personas reconocen que los animales son seres que sienten y que se debe evitar su sufrimiento “innecesario”. Para los defensores de derechos animales, tal vez es debatible qué sufrimiento puede ser necesario. Pero ya hay consenso que ciertos espectáculos, como las corridas de toros, ya no se justifican. Se ve a las corridas como una contienda injusta en la que el toro no ha pedido enfrentarse a un humano con armas. En los primeros Juegos Olímpicos, había el deporte de tiro de paloma, actividad que rápidamente se eliminó. Tal vez se diga que las corridas y el tiro de paloma implican matar al animal, lo que no sucede en los deportes ecuestres. Pero estos sí implican sufrimiento para el animal (en el entrenamiento sobre todo), ¿es este necesario?

https://www.youtube.com/watch?v=SB6J4bP3ruk

De hecho, podemos ver que actividades con animales como el rodeo, las corridas de toros, el tiro de paloma no se consideran deportes, sino espectáculos o caza. Nadie dice que un torero, un cazador o los jinetes de los rodeos sean deportistas. Tampoco se considera deportistas a los jockeys. Pero el salto ecuestre, la competición y la doma se mantienen como deportes para las Olimpiadas. Esta diferencia ilustra muy bien las dos grandes corrientes en el movimiento de la protección a los animales: el bienestarismo vs. el antiespecismo. El primero admite el uso de animales pero evitando en lo posible el maltrato (y en el caso de los deportes con caballos, hay una regulación para eso), mientras que el segundo les da la misma consideración moral a los animales, rechazando cualquier forma de discriminación hacia ellos. Podemos preguntarnos ¿qué preferiríamos nosotros? O tal vez ni siquiera es necesario hacernos esa pregunta en tanto Saint Boy y otros ya la han contestado.

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