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Escala en París

Por primera vez en su carrera, Juan Pablo Varillas formó parte del cuadro principal de un Grand Slam. Tuvo contra las cuerdas al número 9 del mundo y arañó la hazaña en el Roland Garros; pero, al final, sucumbió. ¿Qué falta para dar el paso definitivo al top 100 de la ATP? El periodista Angelo Torres Zevallos intenta responder esta interrogante mientras describe el complicado viaje que significa ser un tenista profesional.

Cancha central del Roland Garros. Escucha su nombre y le toca salir al court. Camina serio, pero se le escapa la sonrisa. Imposible no emocionarse, que la piel se erice un poco. Es su primera vez en el cuadro principal de un Grand Slam, al frente está el 9 del ranking ATP. Los aplausos caen de la tribuna donde hay camisetas peruanas. A miles de kilómetros, los fanáticos del tenis madrugan no para pensar en el desayuno o dejar a sus hijos en el colegio, sino que la alarma tiene nombre y apellido: Juan Pablo Varillas.

A los 26 años debuta en un Major. Algunos lo pueden calificar como un despertar tardío, pero es fácil decirlo sentado desde el sillón. Desde afuera parece fácil la vida de un tenista. Juega torneos en diferentes ciudades del mundo, gana dinero que le permite vivir bien. Lo que no saben es que muchas veces no pueden conocer las atracciones de los lugares porque tienen que jugar o prepararse, porque les espera un vuelo para ir al siguiente torneo. El dinero no es que se acumule por completo: hay que pagar pasajes, entrenador, fisioterapeuta, psicólogo.

Seis semanas al año solamente puede estar con su familia. Varillas tiene como base de entrenamiento Buenos Aires, donde vive desde hace 5 años. Ese probablemente fue el momento donde decidió poner todas las fichas a su carrera tenística. Debutó con 19 años en la Copa Davis y en poco tiempo se convirtió en la raqueta número 1 de Perú para llenar el vacío que quedó después de que se retirara Lucho Horna en el 2009.

TAMBIÉN LEE: El huracán Alcaraz, perfil de Angelo Torres Zevallos

Lucho, justamente, fue el último peruano en un cuadro principal de Grand Slam. Luego hubo un largo silencio que vuelve a convertirse en bulla ahora. No faltaron los peruanos en la cancha Phillipe-Chatrier, con la camiseta bien puesta y con el ambiente de Copa Davis. Ahora el reto es convertir algo que parece excepcional en una costumbre, en rutina. Ver su nombre y apellido en un cuadro principal de un torneo grande tiene que ser la nueva obsesión. Desencajar a un top ten es un síntoma inequívoco de crecimiento.

https://www.youtube.com/watch?v=Jz9jIY1rLz0

Un partido jugado con el corazón

Juan Pablo tuvo momentos brillantes en los dos primeros sets. La pelota cayó exactamente donde lo pensó y Félix Auger-Aliassime se mostró confundido. El canadiense andaba errático con su servicio, desbordado en errores no forzados. Un doble 6-2 lo ponía al borde de hacer historia. Varillas gritaba cada punto ganado —los dedos a la sien como Gareca—, porque era una victoria lograrlo. Su estrategia era perfecta.

Pero Auger-Aliassime despertó. Mejoró con su saque —incluido 16 aces—, ganó confianza en su drive y se olvidó de los errores. Salió del hoyo que él mismo se había formado para mostrar nivel de top ten. Ese momento coincidió con las dudas de Varillas, con sus golpes más imprecisos y rápido se fue a un quinto set igualado. Ahí el canadiense logró el quiebre definitivo y cerró con su saque para acabar con su sueño.

Juan Pablo se fue aplaudido por uno de los públicos más exigentes del tenis. En una cancha donde Rafael Nadal ha hecho historia y donde solo los grandes pueden dejar su huella. Se va con la sensación de que pudo haber ganado. “Más allá del resultado, ha sido un debut maravilloso y este momento nunca se me va a olvidar, más aún cuando ha sido una forma de demostrar que tengo nivel para seguir participando en este tipo de torneos”, ha dicho Juan Pablo a Tenis al Máximo en París.

Durante el duelo ante Bolivia por la Copa Davis, Varilla demostró todo su oficio. EDUARDO IBARRA/REVISTA SUDOR

El torneo acaba para el peruano una semana después. Tuvo que jugar tres rondas en la qualy para inscribir su nombre en el cuadro principal. Le ganó a Wu y Ajdukovic con facilidad, pero el último rival fue el chileno Nicolás Jarry, con el que se tuvo que ir a un super tie break (no hasta 7 puntos, sino hasta 10). Un partido con historia en un momento de quiebre en la carrera de ambos. Jarry intentando volver a estar entre los mejores, Juan Pablo buscando la mejor escala dentro del viaje que es su carrera.

Los que solo ven la foto final creen que esta ha sido una derrota más. Pero este puede ser el paso final para el esperado salto de Varillas al top 100. ¿Qué le falta? Tener una buena racha de triunfos, ganar uno o dos Challengers —que brinda entre 50 y 125 puntos al campeón— para decir objetivo cumplido. Jugar algunos torneos ATP 250 o 500. Está ahorita a más de 100 puntos de estar entre los cien mejores. Ha ganado 10 puntos para el ranking ATP en París. Es insuficiente, por ahora.

https://twitter.com/rolandgarros/status/1527644782482309121?s=20&t=HShNzOAqRh6C0iyOYYfM-Q

Para tener esa racha necesita tener el nivel de los dos primeros sets de manera constante. Esa es la cuenta pendiente. Varillas ha demostrado el potencial con el que cuenta el año pasado peleando el partido contra Diego Schwartzman en los Juegos Olímpicos de Tokio o ganándole a Facundo Bagnis este año en Córdoba, torneo ATP 250.

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Ha ganado cuatro Challengers: dos en el 2019 y los otros dos en el 2021. Todos contra argentinos en la final. Hace tres años dio el salto hasta el puesto 143, pero un 2020 marcado por la pandemia de Covid-19 y la suspensión de muchos torneos evitó que diera el salto esperado dentro del top 100. El 2 de mayo de este año ha sido su mejor ranking, al ubicarse en el puesto 104. Pero todavía falta.

Varillas se tiene que acostumbrar a entrar al cuadro principal, a la cancha central en torneos de Grand Slam; y, así, lograr que su nombre sea el quinto de los peruanos entre los cien mejores de la ATP (Laura Arraya #14, Jaime Yzaga #18, Pablo Arraya #29 y Luis Horna #33 deben ser su inspiración). Para ganar hay que creer. Y creérsela. Al margen de la eliminación, esta puede haber sido la escala final de Juan Pablo Varillas para llegar al destino deseado. ~

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