El 2022 empezó con un nuevo escándalo protagonizado por un referente de la selección peruana. La periodista Pamela Acosta Rodríguez reflexiona sobre porqué la fiesta que celebró Paolo Guerrero por sus 38 años es un tema que va más allá de lo privado. Las acciones del capitán de la blanquirroja terminan afectando al colectivo que lo rodea.
Que nuestros seleccionados se vean a menudo envueltos en escándalos ya no es novedad. En más de una oportunidad han saltado de las páginas deportivas a las de espectáculos, y en el peor de los casos, a las policiales. Pero este ya no parece ser el verdadero problema, el que termina siéndolo es el nivel de normalización que hemos desarrollado frente estas situaciones. Siempre y cuando nos sigan dando alegría y esperanza en las canchas, a los jugadores les perdonamos todo fuera de ellas. Pero en medio de la pandemia por el COVID-19 y con la posibilidad de estar ya en una tercera ola de contagios, ¿qué tanto más estamos dispuestos a tolerar?
El primer día del 2022 las redes sociales se vieron inundadas de fotos y videos de diferentes fiestas que se habían organizado a lo largo y ancho del país. Una de ellas fue la de Paolo Guerrero, quien cumplió 38 años con la llegada del nuevo año. Imposible que este evento pasara desapercibido. Con más de cien invitados —muchos de ellos futbolistas— orquesta en vivo, música y alcohol se hizo noticia con facilidad. Sin embargo, el capitán de la blanquirroja olvidó un detalle: las medidas de bioseguridad. Si bien la fiesta se realizó en el fundo Mamacona —un lugar abierto—, la alta concentración de personas sin mascarilla y sin distanciamiento social creó las condiciones para que se puedan producir contagios.
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Lo más grave de todo es que a esa misma fiesta asistió una persona que ya se había contagiado de COVID-19. Me refiero a la cantante salsera Daniela Darcourt, quien días antes había confirmado también en sus redes sociales, que había dado positivo para esta enfermedad. La noticia la dio el 22 de diciembre pidiendo a sus seguidores “seguir cuidándose y no confiarse”. Su recuperación debe haber sido de las más rápidas y milagrosas.
La situación ha causado indignación, y con razón, porque ya se había establecido reglas para evitar las concentraciones masivas. Días antes, tanto los miembros del Ejecutivo como de la Policía estuvieron advirtiendo que serían severos con su cumplimiento. Pero tal parece que estas reglas no se aplican cuando tienes ciertos privilegios. Apenas si se pusieron 260 papeletas, y ninguna fue para la familia del capitán.
Mantener las burbujas cerradas en el ámbito deportivo para que los campeonatos puedan seguir realizándose, se ha convertido en un desafío constante en todo el mundo. Romperlas pasa una factura carísima que afecta a todos. La NBA está reprogramando los partidos que tuvo que posponer por un contagio masivo, la NFL también registra un récord histórico de jugadores afectados, y hasta el mismísimo Lionel Messi ha dado positivo para esta enfermedad luego de haber celebrado las fiestas de fin de año en su natal Rosario ¿Cuánta plata creen que el PSG debe estar perdiendo por no contar con su jugador estrella que no pudo viajar a Francia para reintegrarse a los entrenamientos?
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No es un asunto solo de vidas privadas, como intentó justificar el técnico Ricardo Gareca. Sus declaraciones fueron tremendamente decepcionantes, aunque no es la primera vez que saca cuerpo de los escándalos en los que sus pupilos se ven involucrados. Por ejemplo, convocó a Jefferson Farfán para la última fecha doble pese a que celebró una fiesta de cumpleaños que tuvo una alta concurrencia y también le ha perdonado actos de similares a Christian Cueva. Es un asunto que afecta a todo lo deportivo. El profesor no puede lavarse la manos una vez más y decir que “cada quien es dueño de su vida”, porque no se trata solo de la vida de Guerrero, que de enfermarse podría pasarla tranquilo en su casa rodeado de todas las atenciones que pueda pagarse. Se trata de la vida de todas las personas a su alrededor, que directa o indirectamente puedan verse afectadas y terminar mendigando una cama UCI en algún hospital.
De hecho, mientras termino de escribir esta columna, me entero del posible contagio de dos seleccionados que si bien no estuvieron en la fiesta de Guerrero, pudieron haber tenido contacto con alguno de los asistentes. También que la Municipalidad de Lurín ha clausurado el local donde se celebró el cumpleaños. Las acciones del capitán de la blanquirroja tienen consecuencias, pero no lo afectan a él.
Mi abuela dentro de poco cumplirá noventa años, y me encantaría poder honrarla con un tonazo con la familia y amigos. Pero no puedo. La amo demasiado como para exponerla a una situación potencialmente mortal. Aunque todos estemos ya vacunados con la tercera dosis, es imposible saber cómo alguien puede reaccionar ante la enfermedad. Si los futbolistas aman a sus familias y respetan a sus hinchas, deberían dejar de comportarse como si el resto del mundo no existiera. Esa es la única burbuja que deberían romper. ~
Esa gente siempre tiene privilegios, que se puede esperar.
Excelente tu columna pamela, es@s IRRESPONSABLES ojalá y les multen así seas FAMOS@S se piensan intocables pero YA BASTA de tanto DESORDEN que por culpa de esa GENTUZA much@s ciudadan@s igual que ell@s no respetan las normas…un saludo y felicidades por tu columna ???