Durante los últimos años los clubes más populares del país y la misma Federación se han asociado con casas de apuestas. Nuestro columnista Pedro Ortiz Bisso reflexiona sobre una tendencia que genera un dilema: si bien le han dado un respiro a clubes sin ingresos han asociado al fútbol con una práctica que puede generar adicciones.
Desde el 31 de agosto del año pasado, las casas de apuestas deportivas de España solo pueden hacer publicidad en formato audiovisual —es decir, televisión, radio e internet—. Desde la una hasta las cinco de la madrugada están prohibidas de ofrecer bonos de captación para nuevos jugadores y no pueden usar en sus anuncios a personas ni personajes famosos. Además, están impedidas de patrocinar a clubes de fútbol.
Si el llamado Real Decreto de Comunicaciones Comerciales de las Actividades del Juego rigiera en nuestro país, ni Alianza Lima ni Universitario de Deportes hubiesen podido firmar lo que sus directivos han calificado como los contratos de auspicio más importantes de su historia (más de 20 millones de dólares, en total). Tampoco veríamos a toda hora al ‘Puma’, el ‘Checho’ y a la ‘Chuecona’ promocionando una conocida casa de apuestas. Ni podrían hacerlo ciertos periodistas, que incluso ofrecen en las redes sociales códigos con sus nombres para captar nuevos apostadores.
Una de las consecuencias de la pandemia ha sido el crecimiento explosivo de las apuestas deportivas. En el Perú, de acuerdo con un estudio de la consultora Attach, si en setiembre del 2019 unos dos millones de peruanos buscaban participar en ellas de manera online, para octubre del año pasado el número creció a seis millones. Asimismo, en España, según el diario El País, las apuestas digitales crecieron en 58% en pleno confinamiento.
Por su parte, en Italia —que ha sido sacudida varias veces por escándalos relacionados con arreglos de partidos— la federación de fútbol pidió el año pasado que vuelva a permitirse el patrocinio de estas empresas por los enormes perjuicios económicos que generó la pandemia. Cuando el gobierno cortó la participación, hace cuatro años, los clubes señalaron que sus pérdidas rondarían los 700 millones de euros.
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Hoy las casas de apuestas han invadido los principales torneos de fútbol del mundo. En países como Inglaterra, no existe ningún veto. Un caso similar es el de Brasil. Como señala el periodista Roberto Parrotino, diecisiete de los veinte equipos que participan en el Brasileirao tienen en sus camisetas menciones de ocho casas de apuestas. En Colombia, el torneo se llama Betplay y en Ecuador Liga Pro Betcris. En Argentina, Codere —una empresa española— le pagará 15 millones de dólares a River Plate hasta el 2025.
MIRANDO DE COSTADO
Aunque en su código de ética la Fifa prohíbe expresamente que futbolistas, oficiales y árbitros participen directa o indirectamente en apuestas, juegos de azar y loterías relacionadas con partidos de fútbol, su comportamiento ha sido muy laxo. “Las casas de apuestas han salvado al fútbol, han sido las únicas empresas que pusieron dinero cuando la economía mundial estaba parada”, cuenta una persona conocedora de los entresijos del balompié nacional. Tiempo atrás, dos jugadores en actividad de la Liga 1 estuvieron a punto de ser sancionados por la federación a causa de su participación en un comercial de una conocida casa de apuestas. En Brasil, Felipe Melo, centrocampista del Fluminense, aún aparece en los banners publicitarios de Bodog, una de las gigantes del rubro.
Entre las razones que se esgrimen para regular la participación de las casas de apuestas está la ludopatía. El año pasado, Gianfranco Chiappe, psicólogo de CEDRO, declaró que el consumo de juegos en línea y apuestas deportivas había aumentado considerablemente durante el confinamiento. Un estudio anterior ya había identificado como los más vulnerables a la adicción a estudiantes varones, menores de 20 años. En España, según “El País”, hasta el año pasado había unos 400 mil ludópatas.
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También está la sombra del arreglo de partidos. Aunque probar alguna irregularidad es muy complejo, se estima que las ligas donde se usa el VAR y aquellas con problemas económicos son potencialmente más vulnerables. El discurso de las casas de apuestas es que la verdadera amenaza se encuentra en el mercado ilícito que, según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito, mueve cada año 1,7 billones de dólares.
La falta de una regulación más estricta saltó esta semana cuando Josi Martínez, quizás el influencer más importante del país (cuenta con 21,5 millones de seguidores en tik tok), junto con otros tiktokers, publicó un post promocionando apuestas sin señalar expresamente que era un aviso publicitario. Josi, además, es menor de edad.
Hay, pues, razones muy importantes de salud pública e integridad que merecerían que el tema, al menos, sea parte del debate público. Habrá que ver si alguien se atreve a tomar este fierro tan caliente. ~
Esclarecedor informe que desnuda hasta qué punto la ludopatía puede llevarnos a faltas o delitos que, cuando se multiplican nadie quiere verlos. Bien Pedro, como siempre!!!