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Recibe las mejores historias del deporte peruano y mundial

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Fantasía

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Tragedia íntima

Hoy se cumplen 34 años de la tragedia del Fokker, donde todo el plantel y comando técnico de Alianza Lima perdió la vida, y el escritor Alejandro Neyra explora mediante un cuento los recuerdos de Alfred Thomassohn de aquel fatídico accidente.
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Trinchera futbolera

Allá por 1969, los duelos entre Honduras y El Salvador para obtener el boleto al Mundial México 70 desataron una lluvia de goles y balas. Kapuscinski bautizó los incidentes como La Guerra del fútbol. El escritor Alejandro Neyra, otro ariete de las letras, escarba en la violencia de aquellos días a través de este cuento con olor a trincheras y pólvora.
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¿Y si Perú perdía con Paraguay en el 93?

Sin lugar a duda, la campaña para el mundial de Estados Unidos 94 fue una de las más nefastas de la historia de la selección peruana. El equipo de Vladimir Popovic solo salvó el honor –y superó el desastre de Pepe para Italia 90– al rescatar un punto en la visita que Paraguay realizó en Lima por la última fecha de la eliminatoria. Si bien ese resultado no nos servía de mucho, terminó siendo clave para el fútbol sudamericano porque eliminó a la selección guaraní y le dio a Argentina la posibilidad de jugar un repechaje contra Australia. Lo demás es historia conocida: en esos juegos contra la selección oceánica se produjo el esperado retorno de Diego Armando Maradona a la albiceleste que le permitiría jugar su cuarto mundial consecutivo. Pero, a veces los dioses se ponen traviesos y juegan con cambiar la historia. A veces, el tropiezo de un carrilero puede traer como consecuencia una serie de modificaciones en el universo del fútbol y de la política. 
Todo mientras Diego
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Todo mientras Diego

“Una tarde, no hace tanto —narró el Gordo con el Bar de los Sábados vuelto una quietud que lo oía—, una mujer me dijo que mientras Diego zigzagueaba personas, ella colgaba ropa mojada y que, cuando la pelota entró al arco, la ropa, de golpe, se secó”. El Alto, un racionalista intenso que no se ausenta del bar ni en los sábados sin destino, le apuntó que eso era imposible. Pero el Gordo ni lo consideró.