¿’Cuto’ Guadalupe se consagró como el entrevistador del año que pasó? Para el periodista y documentalista Oscar Bermeo Ocaña sus descontracturadas conversaciones lograron el sueño de cualquier productor televisivo: informar y entretener al mismo tiempo. Con su programa “La Fe de Cuto”, el ex defensor, lateral y delantero puso en tensión la ortodoxia del periodismo deportivo plagado de frases hechas, fórmulas manidas y roles acartonados.
“¿Adónde te vendieron con los videos de Esidio?”, pregunta Juan Manuel Vargas. Por unos segundos los roles se invierten. El anfitrión Luis Guadalupe sonríe algo sorprendido, mientras el ex jugador de la Fiorentina sigue escarbando sobre ese peculiar episodio del fútbol peruano. “Esa historia fue la de Bélgica. Tú que has estado en Europa, ¿crees que los europeos son giles? Ya, no me hagas hablar Loco”, retruca ‘Cuto’, intentando recuperar el control.
Situaciones similares encontramos en cada entrevista que Guadalupe entrega en su programa de YouTube “La Fe de Cuto”. Lejos de diálogos parametrados, estos encuentros semanales resultan conversaciones entre amigos, charlas de ‘patas’ donde no hay jerarquías y sí harta ‘correa’.
La solemnidad de los sets televisivos (su invasiva iluminación, los trajes endurecidos, el lenguaje protocolar) con conductores poco proclives a romper las fórmulas, muchas veces terminan condicionando y limitando las posibilidades retóricas de los entrevistados. En esa escenografía impuesta por el periodismo deportivo, los atletas parecen entender que les toca un acartonado rol: usar las palabras necesarias y ya probadas. Contestando ‘con el casete puesto’ no alterarán el guion.
Guadalupe aprovecha el espíritu de cuerpo que comparte con sus colegas para sacarlos de ese libreto. En cierto modo, él ya era un transgresor de los micrófonos en sus días vestido de corto. Le dijo ‘traumado’ al ex réferi Alberto Tejada por expulsarlo en un clásico; comparó sus regates con los de Ronaldinho; convirtió su apetito en particulares arengas; y en un recordado arranque místico pregonó que la fe era lo más lindo de la vida.
Con sus expresiones, ‘Cuto’ performatizaba cada aparición pública. Ponía en tensión los roles del libreto consabido, del pacto tácito entre periodista y futbolista. Con sus ocurrencias alegraba las crónicas de cualquier partido olvidable.
TAMBIÉN LEE: I ♥ this game, un testimonio de la periodista Pamela Acosta
En su programa online (acierto del diario Trome) el ‘Cuto’ de 45 años no inunda con verborrea, porque entiende que el protagonista es el que tiene en frente. En esta nueva incursión mediática, eligió el diálogo. Otros colegas retirados prueban suerte en una posición más reconocible: la del comentarista. Hay muchos casos. En esa función netamente individual, sí se requiere una dosis de oratoria para sostener cada opinión. Un día tocará argumentar porqué a un equipo le conviene un 4-4-2 y en otro las ventajas de tener un falso 9. Y también hay que estar prestos a polemizar.
El espigado ex defensor va por otra vía. Aprovecha su conocimiento del vestuario para generar una atmósfera distendida con sus invitados. En ese clima ameno, Guadalupe es un futbolista que entrevista a sus pares, con sus bromas internas, con la gestualidad y maneras compartidas. De por sí, eso ya es una escena poco vista en nuestro entorno mediático.
La confianza que proyecta ‘Cuto’ permite que las charlas fluyan. Personajes (casi sacados de una serie B) como ‘Chiquito’ Flores, Roberto ‘Foca’ Farfán, ‘Puchungo’ Yáñez o el ‘Cóndor’ Mendoza se sienten cómodos para desmentir o confirmar viejos mitos que colorizan nuestro folclórico universo pelotero. Otros como el ‘Puma’ Carranza, Jayo Legario y el propio ‘Loco’ Vargas sienten que pueden exteriorizar aspectos de su intimidad como nunca antes.
Entre preguntas y respuestas no hay lugar para juicios de valor, pero sí para arrepentimientos y exorcismos de malas decisiones tomadas en el pasado. Por supuesto, la chacota (elemento indisociable de la convivencia deportiva) aparece con oralidad propia, no como un recurso impuesto. Si bien el programa mantiene un carácter informativo (diversos medios han recogido las ‘pepas’ que deja cada entrevista), el entretenimiento es un rasgo muy presente.
Casi por antonomasia, Luis Guadalupe es un imán de atracción. Sus 1,93 metros, largas calancas y movimientos poco ortodoxos lo convirtieron en una rara avis de nuestras canchas. Probó en diversas posiciones. Fue delantero, lateral y defensa central. En todas dejó postales para recordar: sus inicios en la U, el gol a Corinthians con el Independiente de Menotti y el histórico título de Aurich, respectivamente.
Histriónico e impredecible para los periodistas. Su originalidad le puso color a nuestro torneo. Ya retirado continuó esparciendo su buena onda en concursos de baile y emprendimientos gastronómicos. Guadalupe es un entretenedor y en la era de las redes eso es un plus para comunicar. Sin ser periodista (y quizás gracias a eso) ‘Cuto’ ha hecho durante este año las mejores entrevistas del círculo futbolero.
TAMBIÉN LEE: El curioso caso de Agustín Lozano, una columna de Pedro Ortiz Bisso
En su programa el límite del intercambio de anécdotas, bromas y revelaciones lo marca el propio juego. La libertad de expresión se autorregula cuando tanto entrevistador como entrevistado (ex camaradas de batallas) sienten que pueden transgredir los ‘códigos del fútbol’, aquellos márgenes que solo conocen los que han compartido vestuario.
Por ahí aparece un próximo desafío para ‘Cuto’. El manejo se le facilita cuando hay una relación preexistente con el entrevistado. Varios de los que desfilaron por este primer ciclo tienen algún lazo amical con el ex defensor. Será interesante verlo confrontando a invitados más lejanos a su entorno.
Si bien cada cuestionario evidencia un trabajo previo de investigación (tarea seguramente colectiva), en algunos ratos se hace visible la dependencia hacia esta ayuda memoria. Pero, a la vez, podría decirse que ver a ‘Cuto’ revisar sus hojas de apuntes para que no se le pierda ningún tema aporta credibilidad a la escena. Nos recuerda que es un intruso en el oficio bajo un acelerado aprendizaje. Porque el ‘Cuto’ entrevistador aún no es una forma terminada, sino un personaje en construcción.
Una inminente (y demandada) segunda temporada ayudará a reforzar el camino trazado. No es poca cosa lo avanzado. En pocos meses, Guadalupe concitó la atención con un subgénero ‘periodístico’ sacado de las conversaciones de camerinos. Ya somos varios los que aguardamos por nuevas entrevistas, aunque éstas terminen atentando contra nuestra productividad laboral. ~
Excelente artículo OMBO. A propósito, soy fan de “La fe de Cuto”.