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La otra fiebre del fútbol

En medio de las inundaciones y la epidemia de dengue en el norte del Perú, dos futbolistas del modesto club Alianza Atlético reconstruyen los días de la tragedia a partir de su postración a causa de la enfermedad. ¿Cómo se juega al fútbol mientras un pueblo intenta rescatar sus colchones del lodo y pasa la noche sobre el césped de un estadio?

Solo en su habitación, retorcido en su cama, sudando, con 39 de fiebre, escalofríos, un dolor de huesos y músculos que ni el puntapié más brutal podría causarle, Deyair Reyes (25), volante del Alianza Atlético de Perú, acuesta su cabeza sobre la almohada y se cubre con una frazada. Por su velocidad, su regate y su pasado como lateral izquierdo en Sporting Cristal, el juego de Deyair fue comparado alguna vez con el de Percy Olivares. Pero no. Su hábitat es el mediocampo y, además, fue otro zancudo el que lo contagió: el aedes aegypti. Reyes fue el segundo jugador del equipo piurano en ser diagnosticado con dengue.

—¡Los escalofríos eran horribles, mano! ¡Eran horribles! ¡Horrorosos! Sentía frío, me tapaba y me tapaba; y el sol ahí… ¡Quemando! tirita el zurdo sentado en el hall de un hotel en Lince con aire acondicionado en el que concentra con el plantel de Alianza Atlético. Sullana, provincia de Piura en la que vive, soportaba 34 grados centígrados, pero él debía estar abrigado.

Como no le bastaba con descomponerlo físicamente a cambio de su sangre, el zancudo fue más inoportuno aún y enfermó al jugador cuando se encontraba a más de mil kilómetros de sus padres, hermanos, esposa e hija; a 15 horas por tierra. Aunque alguna vez ha simulado faltas en el campo, Reyes no es un actor y por tanto evita hacer dramas de su soledad.

¿Qué se hace para sobrellevar fiebre, náuseas, dolor de cabeza, de cuerpo y escalofríos durante cinco días, dentro de tu habitación y en solitario? 

El volante, que también ha jugado en primera línea, responde a un solo toque.

Aguantar no más… Normal —dice.

Por unos segundos Deyair guarda silencio como si meditara lo que dirá a continuación.

Lo peor es estar solo. Porque cuando estás con alguien por último te puede atender o puedes conversar se queja sin esfuerzo.

Lo más irritante era el dolor de cabeza, cuenta. Hasta recordarlo le ocasiona una ligera desesperación. Era tan fastidioso que no podía ver televisión, ni escuchar música para distraerse. Era tan brutal que prefería tener conversaciones muy breves por teléfono con su familia, despreocuparlos, cortar la llamada y descansar. Paradójico. Prefería esa soledad que ahora lamenta con tal de superar esas exasperantes jaquecas.

Deyair Reyes (der.) tiene 25 años y juega en Alianza Atlético desde principios del 2017. EDDYN NOLE.

El club no lo dejó en el desamparo. Apenas presentó los síntomas fue conducido a una clínica en la que se confirmó la enfermedad. El médico del equipo le ordenó reposo absoluto en casa, beber abundante agua para evitar la deshidratación y tomar la medicina. Reyes cumplía todo disciplinadamente con tal de volver a hacer lo que más le gusta desde niño: vestirse de corto, ponerse los botines y pegarle con la izquierda al balón.

A una semana de haber vuelto a los entrenamientos y a tres horas de enfrentar en Lima al equipo donde hizo las veces de Olivares, Deyair Reyes recuerda, en la apacible mañana limeña de Viernes Santo, que el dengue fue su calvario durante cinco días y que al sexto resucitó de entre sus sábanas y frazadas. Recién por ese entonces su historia se hizo pública. La noticia llegó a Lima a través de las emisoras radiales. Desde que Deyair salió en vivo en un programa deportivo de RPP para hablar de vómitos, fiebres y dolores, todos sus amigos lo llamaron sumamente preocupados. Él ya se había curado y estaba entrenando.

Cada vez falta menos para jugar ante Sporting Cristal y el volante solo siente la nariz tupida, debido a una gripe adquirida tras el dengue, y el estómago lleno por el desayuno. Con cierta culpa por no responder titulares para diarios deportivos, Reyes admite que no le despierta ninguna emoción enfrentar al equipo donde se formó como jugador y con el que ganó el título nacional en 2012.

De hecho, un detalle lo ha conmocionado más que enfrentarse a Cristal. No han pasado ni dos semanas que solo le apetecía almorzar dos cucharadas de arroz y guiso. Ahora se siente satisfecho tras el desayuno/almuerzo que comió antes de la charla técnica.

¿Verdad, no? Ahorita me estoy dando cuenta que cuando estaba enfermo no comía. Igual siento que el estómago se me ha reducido —dice.

A pesar de los seis días de martirio y de los chorros de sudor que expulsó sin haber ido a entrenar, Reyes hace honor a su apellido y siente haber tenido corona ante la caótica situación en el norte del país. Deyair mantiene los pies en tierra y muestra esa humildad que algunos futbolistas venden a cambio de millonarios sueldos.

Hemos sido los más privilegiados del norte. A veces uno se queja de pequeñas cosas y luego ves a la gente que se quedaba sin nada. Eso hace que uno valore lo poco que pueda tener le cambia el tono de voz y vuelve a limpiarse la nariz.

A sus cortos 20 años, el piurano Luis Enrique Benites se puede jactar de haber logrado lo que muchos futbolistas peruanos no pudieron: convertirse en profesional sin tener que jugar por un equipo de la capital. En sus dos años en Primera División, el pícaro volante por derecha ha defendido la misma cantidad de equipos. En 2016 jugó en Defensor La Bocana y ahora en Alianza Atlético, ambos afincados en su región.

Benites no solo fue testigo de lo que sufría su pueblo, también lo vivió en carne propia. A inicios de marzo, las fuertes y prolongadas lluvias inundaron el primer piso de su casa, ubicada en el cómodo y hoy crítico distrito de Castilla. Tras algunos días de esfuerzo, los Benites Vargas, que también vivieron lo mismo en 1998, limpiaron el agua y salieron airosos.

Ahorita mi casa ya está bien confiesa tímidamente.

El volante cuenta que, por fortuna, no pasaron apuros ya que su padre utilizó un “guardado” para comprar alimentos por adelantado.

A causa de las inundaciones, el gobierno central decretó la emergencia sanitaria en Piura, Tumbes y Lambayeque. EDDYN NOLE.

La promesa piurana se acostaba cada noche con el sueño de vestir la camiseta de la Selección peruana para representar a su región. Pero ese sueño se convirtió en pesadilla cuando despertó y vio que el caprichoso río Piura había inundado a miles de familias.

¡Uyyy, nooo! ¡Es un desastre! ¡Es algo increíble! A mis 20 años es la primera vez que veo a Piura así. Para mí fue muy sorprendente lo que pasó cuenta cabizbajo y con inflexiones en la voz que lo delatan como un churre.

A seis días para que acabara el mes más duro del Fenómeno del Niño y con la esperanza de que el panorama de su ciudad mejorara en abril, algo extraño sucedió en el futbolista.

Benites cayó rendido en su cama por cuatro días y fue el primero de su equipo en ausentarse de los entrenamientos por el dengue. La ciudad burbuja llamada Lima se enteró semanas después y exageró: “El exjugador de La Bocana, que ya superó este mal, estuvo incluso internado durante una semana”, aseguraba un reportero televisivo de Frecuencia Latina. El jugador desmiente la primera acusación falsa de la prensa en su carrera y por el contrario, se siente afortunado de no haber padecido los síntomas por más tiempo.

Luis Enrique sí fue a la clínica para un examen de descarte. Lo que vio en la sala de espera fue desolador. Los casos de dengue eran mucho peor de lo que él padecía. Algunas personas tenían incluso dengue hemorrágico, la versión más grave de este mal y la más cercana a la muerte.

Me asusté porque me dolía todo el cuerpo, pero luego vi gente tirada en una cama que no podía ni moverse cuenta Benites.

El volante luce ligeramente nervioso. No han pasado ni 30 minutos del final de la charla técnica en el hotel de Lince y le dijeron que va de titular ante Sporting Cristal. Él preferiría mentalizarse en el partido, pero un incómodo periodista le sigue preguntando por lo que sucedió en el norte. Víctima de su timidez y avergonzado, Benites también responde en corto.

El plantel de Alianza Atlético ya está desfilando con sus maletas hacia el bus que los llevará al estadio Alberto Gallardo en San Martín de Porres. Benites mira y evita ser descortés, así que resume un poco y confiesa esperar que Piura vuelva a ser la cálida y acogedora ciudad de antes. Reconoce que es duro salir por las mañanas a entrenar y ver a niños que no pudieron dormir por tener sus casas inundadas. De un modo culposo se siente bendecido.

Esta carrera es muy bonita. Que te paguen por lo que más te gusta hacer. Es corta pero si la sabes aprovechar… y su dejo piurano se interrumpe ante las bromas y estridentes risas de sus compañeros que suben al bus.

Los casos de Reyes y Benites solo reflejan la dramática situación que vive toda la región. Después de haber soportado lluvias e inundaciones durante el verano, Piura, junto a Tumbes y Lambayeque, a principios de febrero tuvo que ser declarada en emergencia sanitaria ante la epidemia del dengue. Los reportes regionales de salud informaron que la enfermedad ya ha dejado 15 personas muertas, más de 1, 700 casos confirmados y  8,600 casos probables [NdE: datos actualizados al 5 de mayo por la Dirección Regional de Salud de Piura].

Algunos futbolistas del plantel de Alianza Atlético tuvieron que pasar la noche en hoteles de Sullana debido a la crecida del río Piura. EDDYN NOLE.

La situación es aún peor si se tiene en cuenta que más de 40 mil son las personas que lo han perdido todo, y 400 mil han recibido daños menores, tras el Fenómeno del Niño Costero.

En sus 97 años de existencia, Alianza Atlético nunca ha sido campeón en el fútbol peruano. Su presidente, Lánder Áleman, tampoco espera que lo hagan este año. “Este equipo no va a campeonar, pero va a revertir este momento”, admitió en radio Ovación tras la llegada del tercer entrenador a dos meses de haber iniciado el torneo. Aunque para el fútbol dicen que no hay excusas, es comprensible que un equipo no alcance su mejor rendimiento cuando no pudo entrenar con normalidad durante las casi tres semanas de receso que tuvo el torneo peruano.

Sullana no ha sido tan afectada, revela Deyair Reyes. Con un sistema de drenaje al que le falta mantenimiento y con un Canal Vía que sirve como desfogue, la ciudad ha podido resistir hasta diez horas de lluvia nocturna. Y aunque amenazaba con hacerlo, el río Chira nunca se desbordó. “Me iba a entrenar a las 8 de la mañana y todas las calles estaban mojadas. Regresaba a las 12 y el sol ya había secado todo”, cuenta el zurdo.

Pero no todos los jugadores viven en Sullana. La mayoría del plantel vive en Castilla, distrito ubicado en la provincia de Piura, a 40 minutos al sur. Diego Carranza, arquero argentino y segundo capitán del equipo, cuenta que cruzar el río Piura para ir a entrenar era una hazaña.

“Para nosotros era complicado porque teníamos que levantarnos muy temprano para cruzar y llegar a los entrenamientos. No sabíamos si iban a cerrar los puentes. El río había subido demasiado y debíamos tener mucho cuidado”, cuenta el ‘Pipa’.

A sus 20 años, Luis Benites, oriundo de Castilla, Piura, vivió dos veces la furia del Fenómeno del Niño. EDDYN NOLE.

No todos los días se podía cruzar el río Piura para ir a entrenar a Sullana. Al menos tres veces entrenaron con el plantel incompleto. El técnico interino, Teddy Cardama Gallardo, optó por “cambiar la metodología de trabajo” y utilizó el teléfono para encargar rutinas de gimnasio a los ausentes.

No todos los días se podía cruzar el río Piura para regresar a Castilla. Ante el cierre de los puentes, muchos jugadores no pudieron volver a casa tras entrenar y se vieron obligados a pasar la noche en hoteles de Sullana. Algunos hasta por una semana. Otros, más avezados, decidieron pasar el susto de sus vidas y dejar el auto estacionado en una cochera para cruzar el puente a pie.

Aunque están acostumbrados a climas tropicales, los tres colombianos del equipo vivieron momentos de angustia. En la urbanización Miraflores, en Castilla, el agua inundó el departamento donde vive Jonathan Palacios. El colombiano y su novia tuvieron que guardar algunas mudas de ropa y salir con el agua hasta el pecho.

John Jairo Valencia, natural de Medellín, la pasó aún peor. Con ayuda de su esposa, el mediocampista tuvo que sacar a sus hijos en hombros para dejar Castilla y partir rumbo a Sullana. A pesar de los esfuerzos por comunicarnos con el experimentado jugador es comprensible que prefiera el silencio antes que recordar duros momentos familiares.

Con una pequeña mochila y algunas prendas de ropa, los colombianos Valencia, Palacios y Víctor Zapata [NdE: El pasado 3 de mayo Valencia, Zapata y los argentinos Matías Giammalva y Matías Jaime fueron dados de bajo por la directiva del club sullanense] tuvieron que mudarse, junto a sus familias, a un hotel en Sullana, donde permanecieron por una semana a la espera de que el caudal del río Piura descendiera para regresar a sus inundadas viviendas y rescatar algunas pertenencias.

“Yo no puedo exigirle a los jugadores estar al 100% cuando la cabeza está con su familia”, dice Cardama. Y dice bien: en el norte del Perú, los estadios de fútbol se han convertido en lagunas o refugios.

Algunos campos deportivos están totalmente inundados, mientras que otros recibieron decenas de carpas con familias damnificadas. Ante la crítica situación y las reparaciones en las tribunas del Melanio Coloma, Alianza Atlético tuvo que dejar Sullana para simular ser local en Lima ante un equipo limeño, San Martín, el pasado 9 de abril. Sacaron un empate.

Alianza Atlético tuvo que ser local  ante San Martín en el estadio de Matute a causa de las inundaciones en el norte del Perú. EDDYN NOLE.

El plantel permaneció en la capital porque volvería a jugar seis días después, pero esta vez como visitante ante Sporting Cristal. Los sullanenses, que paradójicamente llevan el apelativo de Vendaval del norte, cayeron goleados 4 a 1. Al final del partido todas las cámaras de televisión poncharon a los ‘ganadores’. Las declaraciones fueron las mismas que se oyen todos los fines de semanas por televisión y nadie se acercó al camerino visitante para escuchar su historia.

Para el local, elogios. ¿Para el rival? Solo referencias escuetas y defectos.

Los once de Sullana se retiraron cabizbajos hacia los camerinos. La emergencia no justifica los malos resultados, pero nadie puede pensar en táctica, goles o atajadas cuando cada noche vas a dormir con el temor de que un río se convierta en tu despertador.

Luego el lodo, la estadística, la noticia.

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