Hace 32 años, en Dois Riachos, un pequeño pueblo de Brasil, una niña daba qué hablar por su talento al jugar el fútbol. Sobresalía entre otros niños. Pero en vez de recibir palabras de motivación o de admiración, Marta Vieira da Silva sentía rechazo y discriminación. Es un deporte para hombres, le decían. Ni sus hermanos aprobaban que jugara a la pelota. Sin embargo, a su corta edad, ella entendió que esta iba a ser su lucha por hacer lo que le gustaba.
Entonces un día, con solo 14 años, se subió a un bus que la llevó a Rio de Janeiro, donde comenzó su sueño en el Vasco da Gama. Entrenaba como ninguna y no tardó en mostrar sus cualidades. Tres años después, Marta ya jugaba un Mundial con su selección y se mudaba a Suecia en busca de mejores condiciones y más oportunidades. Con su técnica exquisita, velocidad y gambetas indescifrables, pronto se hizo de un nombre en su club, el Umea IK, y en toda Europa.
Para ella, dejar atrás Brasil para crecer como profesional fue la decisión más acertada. El haber sido elegida cinco veces la mejor jugadora del mundo —entre 2006 y 2010— lo ratifica. Es, además, la goleadora histórica del Mundial Femenino con 15 goles y la única jugadora que ha dejado su marca en la acera de la fama del legendario Maracaná.
Marta no solo ha conquistado al mundo con su talento sino que su historia la convierte en un ejemplo de vida. Desde su rol como embajadora de buena voluntad de la ONU y desde las canchas jugando por el Orlando Pride, su lucha por la igualdad continúa. Esa misma que comenzó hace tres décadas cuando era una niña que solo quería jugar al fútbol.
Si bien la excusa de la brecha salarial en el fútbol, es la fórmula neoliberal de la oferta y la demanda, no es secreto que las mujeres ganan menos y de esto no escapa ni la estrella más grande de todas. Marta tiene el máximo salario de la National Women’s Soccer League (NWSL) para jugadoras extranjeras: $ 41,700 al año esta temporada. Pero gana mucho más por los ‘endorsement’ (representar a marcas privadas) que por su salario como futbolista, con la posibilidad de aumentar esos auspicios.
Del actual plantel de Brasil, que participa en el Mundial de Rusia, el menos cotizado es el arquero Cassio, quien según Transfermarkt gana 420 mil dólares al mes en el Corinthians y está valorizado en 4 millones de euros. La mejor jugadora brasileña de la historia gana diez veces meno. Los números solo evidencian una brecha aún abismal. ©