[Escribe Karen Falla] ‘Si hubiese nacido hombre, hubiese sido futbolista’ era la frase que repetía con seguridad cada que me preguntaban por mi futuro cuando era mucho más joven. Ligera, aceptaba mi condición de “mujer-que-no-puede-dedicarse-al-fútbol-profesionalmente” sin dramas ni cuestionamientos. Aunque de pequeña me saltara el pecho de emoción cada vez que jugaba con mis amiguitos, las cosas son así y ya está, pensaba. Sin liga profesional —en ese entonces— y con pocas luces en el ámbito público, lo mejor era dejarlo pasar.
Ahora, un poco más grande y más consciente de lo que me rodea, me pregunto por las mujeres que no sólo no dejaron pasar sus sueños de infancia. Sino que, también, luchan por el sueño de muchas otras y en espacios más adversos. Entonces me encuentro con Reema Abdullah, jugadora y fundadora del King United, el primer club de fútbol femenino de Arabia Saudita. Un país en donde, no solo se piensa que las mujeres no pueden jugar al fútbol, sino que condena todo tipo de ejercicio físico femenino en espacios públicos.
“Gracias a Dios”, hay mujeres que no se conforman, que siguen buscando la manera de abrir mentes para que sus pares puedan desarrollar su talento. Después de más de una década de trabajo, exactamente en noviembre del año pasado, Abdullah pudo ser parte del primer torneo de fútbol femenino que se jugó a puertas cerradas y entre seis equipos en Arabia Saudita. Todos los equipos eran amateurs. Optimista, haciendo de entrenadora y jugadora a la vez, Reema declaró, ese mismo día, a algunos medios que siente que el sueño de poder representar a su país en un torneo profesional e internacional está cada vez más cerca. Aunque resulte irónico, Abdullah quiere representar al país que simbólicamente, como diríamos en esta parte del mundo, le está cortando las piernas. Ha quedado pintada de cuerpo entero.
Optimista, haciendo de entrenadora y jugadora a la vez, Reema declaró, ese mismo día, a algunos medios que siente que el sueño de poder representar a su país en un torneo profesional e internacional está cada vez más cerca”
No sorprende entonces que en el 2012 haya sido invitada a cargar la antorcha en los juegos Olímpicos de Londres, quedando para la historia como la primera mujer saudí en hacerlo. Sumado al hecho de que es la primera mujer en participar en un programa deportivo de radio en su país. Sin duda, todo un rol a seguir para las atletas del mundo.
Aunque en los últimos meses han habido varios avances con respecto a los derechos de las mujeres en Arabia —parte del plan Visión 2030 del príncipe heredero Mohammed bin Salman, que incluye el permiso a conducir automóviles y asistir a los estadios de fútbol como espectadoras— la cultura machista aún sigue arraigada a las políticas de estado. Si bien el año pasado, se habilitó una ley que permite que las niñas puedan llevar cursos de educación física en sus colegios, las autoridades aún se niegan a crear equipos profesionales de fútbol femenino que representen a su país. Aduciendo que este deporte es únicamente masculino y que pone en peligro la “feminidad” de las mujeres.
Pareciera que todas las mujeres del mundo tenemos algo en común: la lucha constante en defensa de nuestra “feminidad”. Que puede ser A o puede ser Z. Lo que sea lo que signifique para cada una. Lo importante es que no dejemos de defenderla. Hagamos un poco como Reema, salgamos a la cancha y sudemos la camiseta por lo que queremos. Aunque nos digan que no, el juego para las mujeres ya empezó. ♦
Composición: Fernando Cortés