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El curioso caso de Agustín Lozano

Esta semana se dio la reelección del presidente de la FPF, Agustín Lozano, a través de una maniobra que a muchos les recordó las que utilizaba Manuel Burga para mantenerse en el poder. Nuestro columnista Pedro Ortiz Bisso expone porqué el presidente de la FPF representa al estatus quo del fútbol peruano, uno en el que sobreviven clubes de papel, en donde la justicia se aplica mal o de forma tardía y en el que las divisiones menores siguen estancadas.

Hubo una época en que todos los problemas del fútbol peruano se resumían en un nombre: Manuel Burga Seoane. Incluso en los raros momentos de triunfo, no se le reconocía mérito alguno. El chiclayano se convirtió en uno de los personajes más odiados del país y en el destinatario favorito de todas las culpas durante esos años oscuros y vergonzosos en que se hundió el fútbol peruano. Ni el hecho de ser el único dirigente latinoamericano que no fue condenado por el Fifagate lo alcanzó a redimir.

En unas semanas más, la selección jugará sus últimas chances en busca de la clasificación a Qatar 2022. Los excelentes resultados de la última fecha FIFA han resucitado la esperanza de clasificar, otra vez, a una Copa del Mundo y de manera consecutiva.

¿Por qué, entonces, a Agustín Lozano se lo rechaza tanto?  ¿Por qué es casi imposible encontrar una voz que defienda al presidente de la Federación Peruana de Fútbol, pese a su reciente -y abrumadora- reelección? ¿Acaso el éxito de Gareca no es suyo también?

“No reúne la idoneidad para el cargo”, resume Vicente Cisneros, periodista de Gol Perú. Su reciente reelección, indica, no le servirá de nada porque no podrá inscribirse en registros públicos al no haber respetado la legislación vigente. Otro aspecto no menos importante que recuerda es la participación del señor Lozano en el caso de la reventa de entradas ocurrido en la anterior eliminatoria, por el cual recibió una sanción benigna de la Conmebol (una multa y la orden de realizar campañas de concientización contra la reventa). A todo ello, añade, está el mensaje que deja esta elección: las cosas seguirán igual.

No puedo más que coincidir con Vicente. El señor Lozano no es víctima de una confabulación, como él mismo denunciara semanas atrás en el programa “Negrini lo sabe”. La resistencia que genera tampoco es producto de las desafortunadas frases que lanzara en esa entrevista (“no le tengo miedo a ningún pituquito limeño”, “periodista que quiera entrevistarme debe ser más inteligente que yo”).

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Lo que el señor Lozano no parece entender es que su presencia al frente de la Federación Peruana de Fútbol es sinónimo de continuismo. Es la encarnación del estatus quo, es decir, del sistema caótico e injusto que rige nuestro balompié. Representa el triunfo de los clubes de papel, las sanciones incomprensibles de la justicia futbolística, las resoluciones tardías -y sospechosas- de la comisión de Licencias, el estancamiento del trabajo de las divisiones menores y otros etcéteras más.

Cuando Perú clasificó a Rusia 2018 se abrió una oportunidad maravillosa para iniciar –de una vez por todas– la reestructuración que necesita nuestro fútbol. Había conciencia que el éxito obtenido por Ricardo Gareca era fruto de una burbuja feliz que no expresaba la realidad del balompié criollo. Había dinero, así que era la ocasión perfecta para hacerlo. Lamentablemente, perdimos una oportunidad de oro y luego, con el pretexto de la pandemia, poco se hizo para expresar siquiera un real deseo de transformación.

No es, pues, una animadversión personal, ni un lío de ‘pituquitos’ o de inteligencias. Es rechazo a quien no garantiza el liderazgo para poner orden en un mundillo repleto de intereses contrapuestos ni deseo de hacer cambios profundos. Es solo eso, señor Lozano.

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  1. Que bueno tener comentarios de periodista sobre la realidad de los dirigentes,ojalá se acabe con estos tipos de delincuentes que tienen impunidad ,dirigentes mafiosos que están hundiendo nuestro fútbol con apoyo de títeres interesados en sacar su miseria,sigue informando.

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