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Cuerpos en juego

Un DJ le pregunta a la primera Balón de Oro si hace twerking durante la ceremonia de premiación, un grupo de hombres comenta sobre la anatomía de una jugadora menor de edad en redes sociales. ¿Una mujer es solo su cuerpo en el deporte? La comunicadora María José Castro Bernardini demuestra en este informe que la cancha está inclinada y también sexualizada. 

Desde hace 45 años, el 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer y aunque se podría decir que el mundo ha cambiado en estas décadas todavía queda mucho por hacer en materia de género y deporte.

¿Tienen las deportistas las mismas condiciones laborales que sus colegas masculinos?, ¿los mismos sueldos?, ¿su participación en torneos es seguida con la pasión que suscitan los deportes de varones? Estas preguntas son fundamentales, pero en esta nota quisiéramos reflexionar sobre los cuerpos: ¿cómo son vistos los cuerpos de las atletas femeninas?, ¿por qué sus uniformes siguen siendo tema de debate?, ¿son los cuerpos de las mujeres deportistas vigilados, cosificados, castigados y sexualizados?, ¿cómo se planta resistencia ante esta vulneración?

ÉRASE UNA VEZ… LA MUJER

Pensar en deporte es pensar en resistencia, disciplina, competencia, fuerza y cuerpo. La participación femenina en el deporte de alta competencia ha ido aumentando con los años. Las Olimpiadas de París 1900, fue la primera con ellas: la intervención de las deportistas fue simbólica y ceñida a lo que se consideraba vinculado a su “naturaleza”. Fueron 22 mujeres que compitieron en golf, croquet y tenis destacando en esta disciplina Charlotte Cooper que obtuvo un título olímpico.

Más de un siglo después, en Río 2016, entre los deportes individuales con más cantidad de mujeres estuvieron levantamiento de pesas, judo o atletismo como destacó el Observatorio de Género de los Juegos Olímpicos Río 2016. ¿Está dentro de su “naturaleza” el levantamiento de pesas?, ¿existen deportes que se vinculan con la naturaleza de la mujer?, ¿se puede hablar de una naturaleza femenina?, ¿esta naturaleza está vinculada con sus cuerpos?, ¿los cuerpos de todas las mujeres son similares en tamaño, fuerza, peso o destreza?

A inicios del siglo XX una de las principales preocupaciones de los organizadores olímpicos eran los uniformes femeninos y por ello Cooper jugó con una falda bastante larga sin considerar cómo podía afectar la vestimenta su práctica ¿por qué? pues se consideraba que “esos cuerpos podrían afectar el rendimiento de los varones”. ¿Cómo una deportista puede afectar, por su vestimenta, el rendimiento de otro atleta que no compite con ella? Desde hace más de un siglo ya empezaba la hipersexualización. Acercarnos al deporte desde una perspectiva histórica es fundamental para concebir cómo se ha entendido lo femenino en este ámbito, en un inicio la práctica estaba vinculada a lo masculino. 

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“Catherine Louveau, una socióloga francesa, explicaba que el deporte había sido creado para formar a los hombres a la masculinidad y a la virilidad para que se convirtieran en verdaderos hombres. A partir de esta constatación, la práctica femenina del deporte provoca un miedo a que se masculinicen las mujeres”, se comenta en un informe de Revista con la A. En esta misma línea es necesario recordar la existencia de las pruebas de verificación de sexo, realizadas masivamente a las participantes de los Juegos Olímpicos celebrados en México en 1968 para comprobar si las deportistas eran mujeres a pesar de su “aspecto masculino”. Estas ya no se realizan a todas las competidoras desde 1999, pero si el COI considera que es necesario puede solicitarlas como en el caso de la velocista sudafricana Caster Semenya, sometida a esta humillante prueba por su aspecto físico. 

Pero, así como la fuerza en el cuerpo femenino es materia de sospecha, su “debilidad” es también un elemento a discutir pues se consideraba que la contienda deportiva podría ser menos competitiva por la “debilidad de sus cuerpos”. “La gente acude a los torneos para ver a las grandes figuras masculinas. Las mujeres no son capaces de mantener un buen partido de tenis durante más de media hora sin que sea aburrido. Su servicio es muy débil y muy fácil de contrarrestar por cualquier jugador de la Asociación de Tenistas Profesionales”, planteaba el tenista Stefan Edberg en la década del 80 según destaca la misma revista. ¿Cómo “debe ser” el cuerpo de la mujer deportista?, ¿debe ser delicado y sin fuerza?, ¿es considerado un elemento distractor?, ¿es muy débil en relación a lo masculino?

El control del cuerpo femenino es objeto de disputa permanente, históricamente ha sido entendido en función a un otro. Siempre presto para el placer masculino en la figura de la pareja o para al servicio de los hijos desde la gestación. Además, se le ha entendido en oposición a los varones, así se define o describe, por aquello que tiene o no con respecto a los hombres y esto ha generado que aún hoy se desconozcan algunos aspectos de su funcionamiento o se siga invisibilizando la menstruación. Esta perspectiva de un cuerpo al servicio de un otro genera la percepción de un objeto que distrae, que adorna, se toca, se reglamenta, se tapa, se expone, se consume, se viola, se mata y obviamente el ámbito deportivo no es un espacio desconectado de esta realidad.

NO TIENE TALENTO, PERO ES BUENA MOZA

En febrero de este año, la Federación Peruana de Fútbol publicó en su cuenta de twitter una serie de fotos de los entrenamientos de la selección del equipo femenino sub17 y los comentarios fueron inmediatos. Nadie hablaba sobre la destreza deportiva, sino de la sexualización de una de sus jugadoras. “Ricasho”, “mira mano qué rico”, “si ella no juega de titular no quiero ver ningún partido”, “buen potito”. La publicación fue borrada a las pocas horas, probablemente porque se trataba de menores de edad que estaban siendo vulneradas sexualmente con cada comentario. Luego de la indignación inicial nos queda la pregunta ¿se puede valorar la performance deportiva de mujeres más allá de sus formas?

Como hemos mencionado, vivimos en un mundo que cosifica al cuerpo femenino incluso en el terreno deportivo. Se le entiende como un objetivo o se le reduce a partes específicas con la meta de presentarlos como cosas, lo cual vulnera la dignidad de las personas. Se habla por ejemplo de deportes “sexys”. “La hípica ha sido el deporte elegido como el más sexy por los infieles; el uniforme apretado de las amazonas y el movimiento sensual de montar a caballo, dejan muy poco a la imaginación de las mentes deseosas de pasión. Seguido por el vóley playa en segunda posición –los shorts que llevan las practicantes del deporte del verano quitan el hipo a los espectadores masculinos– y en tercer lugar el surf mundialmente conocido por lo atractivas que son las surfistas”. Esta nota de El Universal de Colombia evidencia la forma en que se puede percibir la competencia, no son importantes las atletas sino sus curvas para el consumo mediático de los hombres.

En el 2018, se entregó el primer Balón de Oro a la futbolista noruega, Ada Hegerberg en una ceremonia en que el DJ francés, Martin Solveig, encargado de presentar la premiación le preguntó a la deportista si sabía bailar twerking. ¿Por qué se le hizo esa pregunta ante un reconocimiento deportivo?, ¿se le preguntó algo similar a Luka Modrić?, ¿por qué específicamente twerking?, ¿tendrá que ver con que es un baile basado en el movimiento pélvico que se puede asociar a lo sexual?, ¿ese es el tipo de preguntas que una mujer debe escuchar el día en que recibe un premio por su trabajo que no está vinculado al baile? 

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La “confusión” o “sentido del humor” del DJ podría atribuirse al “otro” rol de la mujer en los eventos deportivos. No es difícil encontrarlas como un adorno que acompaña las competencias para dar premios, para las fotos, para las flores con una sonrisa, con ropa ceñida, sin hablar, sin mostrar fastidio, siempre atentas y en su lugar al lado de los premiados, detrás de los organizadores (casi siempre hombres).

En este espacio no definido encontramos a la Legends Football League (LFL) antes Lingerie Bowl Match. Esta versión femenina del fútbol americano surgió en el 2008 como medio tiempo en el Super Bowl, pero por su alta audiencia continuó. Las jugadoras entrenan, tienen horarios, juegan, participan de torneos y tienen grandes exigencias físicas, pero lo que llama la atención son sus uniformes que parecen bikinis acompañadas de los cascos y los equipos de protección sobre todo en el rostro y los hombros, ¿es seguro para las deportistas tener poca protección?, ¿es necesario que usen esa vestimenta?

Quizás la última pregunta sea tonta y la respuesta no esté en lo deportivo. Si bien surgió en EEUU, también existe una liga mexicana con las mismas características “La verdad sí nos objetiviza, porque qué necesidad hay de jugar con un uniforme así. Yo me preguntaba si era parte del show. Son cosas que no pueden cambiar, vienen de Estados Unidos”, planteaba Ligia Escobedo, practicante de este juego, a Los Pleyers.com

https://www.youtube.com/watch?v=xxK-AguBHAQ

RESISTIR ES COMPETIR

Pese al cuestionable enfoque sobre lo femenino, podemos encontrar casos de resistencia ante un poder omnipresente y disciplinador. Como se sabe, el vóley playa es un claro e indignante ejemplo de lo visto anteriormente, este deporte tiene una gran audiencia televisiva en los juegos olímpicos, en Londres 2012 fue uno de los más vistos, pero habría que indagar si las razones son meramente deportivas.

Según la Federación Internacional de Balonmano, el uniforme masculino es un short y un polo mientras que la normativa para las mujeres plantea bikini ceñido. “Los lados del bikini no deben tener más de diez centímetros. Los hombres, por su parte, pueden llevar pantalones cortos de hasta diez centímetros por encima de las rodillas, siempre que “no sean demasiado holgados” como se señala en una nota de New York Times, es importante mencionar la excepción de hasta 3 cm encima de la rodilla en las mujeres de ciertos países por temas religiosos o culturales. 

La Federación Noruega había manifestado su disconformidad desde el 2006 ante la Federación Internacional del Deporte sin obtener respuesta hasta el momento. Algunas jugadoras habían planteado incluso que ciertas buenas deportistas no querían participar en torneos internacionales debido a que la atención está centrada en el cuerpo y no el deporte. Es así que, en el 2021, las seleccionas noruegas de este deporte usaron un short en el Campeonato Europeo y cada jugadora fue multada con 150 euros por la infringir la norma.

La jugadora Martine Welfler manifestó: “No veo por qué no podemos jugar con pantalones cortos” (…) Con tantas burlas por el cuerpo y cosas así hoy en día, deberías poder vestirte un poco más cuando juegas” (New York Times). El escándalo que generó la multa fue tal que la cantante de pop, Pink, se ofreció a pagar la multa. “Estoy muy orgullosa del equipo femenino de balonmano de Noruega por protestar contra las muy sexistas reglas sobre su uniforme. La Federación Europea de Balonmano debería ser multada por sexismo. Bien, chicas. Con mucho gusto les pagaré las multas. Sigan así”, recogió la noticia El Economista. Mujeres sacando cara por las mujeres.

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En otro campo, la gimnasia es una disciplina aplaudida en las olimpiadas, el rigor de la práctica genera sorpresas en los espectadores sobre todo por la corta edad de sus participantes, pero lamentablemente las imágenes de estas deportistas menores de edad son sexualizadas. Frente a ello, en Tokio 2020 se marcó un hito de cuestionamiento y cambio en la vestimenta. Las gimnastas alemanas decidieron participar con un atuendo de cuerpo entero que además de ser más cómodo para su performance plantea una distancia frente a la sexualización de su imagen y con el objetivo de ser valoradas por lo deportivo y no por su forma. 

La mujer brindando una solución a la hipersexualización
El equipo alemán de gimnasia en Tokio 2020 decidió cambiar su uniforme. Foto: Instagram Kim Bui.

La gimnasta artística, Elisabeth Seitz plantea claramente el tema. “Cuando la pubertad comenzó, cuando tuve la menstruación, comencé a sentirme cada vez menos bien (…). Siendo niña no veía el traje ajustado como un gran problema”, como señala en DW. La iniciativa alemana evidencia la necesidad de cuestionar nuestras aproximaciones a los cuerpos de las mujeres, las adolescentes y las niñas. “Deseamos que las gimnastas que no se sientan cómodas con el atuendo habitual se animen a seguir nuestro ejemplo (…) Todas las mujeres queremos sentirnos bien en nuestra piel. En el deporte de la gimnasia se vuelve cada vez más difícil a medida que crece tu cuerpo de niña”, mencionó Sarah Voss, una de las artífices de la idea, como se recoge en La Nación.

La aproximación al cuerpo femenino desde la vigilancia, la cosificación o la sexualización es una forma más de justificar y reproducir desigualdades, y esto se puede observar en el plano deportivo como se menciona en este informe. Aunque las alertas se enciendan cada vez que se habla de estos temas y algunos levanten sus banderas rojas señalando “feminazi” a la vista, no se puede ocultar la realidad y plantear que los hombres y las mujeres deportistas sean tratados y valorados de la misma manera. Pero, si bien el deporte es disciplina y esfuerzo, también es resistencia y lucha, y ellas lo han demostrado. 

Las mujeres han conquistado a punta de sudor su participación en cada una de las disciplinas que protagonizan actualmente, han sido tercas ante las negativas y se han visto obligadas a usar uniformes inmensos o diminutos para demostrar su talento. Aún hoy, sienten en su piel el cuestionamiento ante su exceso o falta de fuerza, soportan miradas de acoso siendo adolescentes, el movimiento de sus cuerpos genera morbo y dinero. Pero al mismo tiempo, con los ovarios bien puestos protestan, cuestionan y siguen estando ahí para demostrar que deben ser valoradas por su trabajo, aunque algunos solo vean sus formas. Ellas seguirán firmes porque el futuro será suyo o no será. ~

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